A pesar de que el gobierno y parte de la prensa paraguaya mantienen en un discreto segundo plano la información sobre la epidemia de dengue, la crisis sanitaria es el tema obligado de conversación en calles y mercados. Las autoridades estiman en 16.000 las personas contagiadas, y una decena los fallecidos, pero extraoficialmente fuentes sanitarias consideran que esas cifras en realidad tendrían que multiplicarse por diez para acercarse a la realidad.
La semana pasada, funcionarios del propio Ministerio de Salud, en conocimiento de la gravedad de la epidemia, exigieron la renuncia del titular de la cartera. Pero la actitud del gobierno de Nicanor Duarte ha sido la de no dar importancia a la situación y convalidó tácitamente al ministro Oscar Martínez a pesar de los numerosos cuestionamientos.
Un informe de la Contraloría General de la República informó que en las fumigaciones contra el mosquito transmisor del dengue realizadas en los dos últimos años, se utilizaron insecticidas vencidos, y que además habían sido almacenados de forma incorrecta. El gobierno, quizás para acallar las denuncias, cesó al director del Servicio Nacional de Erradicación de Enfermedades, nombrando en su lugar a otro profesional.
El presidente paraguayo ha declarado el estado de emergencia nacional por 60 días, pero no ha puesto en marcha una campaña actÿÿÿÿde prevención en todo el país, acorde con la gravedad de la epidemia. Y tal como se temía, el dengue se ha extendido a otros países vecinos.
Quizás donde más preocupa es en Bolivia, donde a raíz de las recientes inundaciones provocadas por el fenómeno de “El Niño”, puede haber enormes dificultades para evitar que las aguas estancadas faciliten la reproducción del mosquito transmisor de la enfermedad. También hay casos en Brasil, Perú, Venezuela, Chile y los ya conocidos en Argentina, en especial en las provincias limítrofes con Paraguay.

Por Carlos Iaquinandi, Agencia SERPAL, Servicio de Prensa Alternativa. www.serpal.info