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Los golpistas preparan la mascarada electoral

La deriva del proceso hondureño, nos pone en el umbral de los hechos consumados. Lamentable epílogo que no merece un pueblo que ha generado incansablemente marchas y protestas diarias, y que ha padecido muertos, heridos, desaparecidos y represalias durante estos últimos cinco meses. Infame premio para la comparsa de serviles de traje o de uniforme que volvieron a ser ejecutores de los trabajos sucios encargados por el puñado de familias que controlan la economía y los poderes y sus aliados externos.

El guión de una farsa 
Cuando en la madrugada del 28 de junio pasado un pelotón de militares sacó de su cama y luego del país al presidente constitucional de Honduras en pijama y a punta de fusil, una andanada de descalificaciones y rechazos partieron de la Organización de Estados Americanos y de la propia Asamblea General de las Naciones Unidas. Pero poco después comenzaban los enredos.
El gobierno de Obama encargaba un estudio para definir si lo sucedido en Honduras era realmente un “golpe”. Insulza, al frente de la OEA comenzaba un estéril proceso “negociador” para permitir el restablecimiento de Manuel Zelaya en el gobierno. Sus expresiones de rechazo al golpe se fueron haciendo más tibias, supuestamente como consecuencia de los códigos de la diplomacia. Micheletti no fue tan sutil y les tomó el pelo todas las veces que hizo falta. Les negó la entrada, y cuando les permitió a los enviados de la OEA ingresar a Honduras, fue para “retarlos” y desafiarlos. Todo eso, difundido por la cadena nacional de radio y televisión.
Fue entonces cuando los miembros del espontáneo movimiento de rechazo a los golpistas comenzaron a darse cuenta que la principal fuerza con la que contaban, era la suya propia. Así comenzó a madurar el Frente de Resistencia al golpe, que desde la pluralidad de sus corrientes y militantes fue adquiriendo experiencia y una identidad propia. También tuvo sus víctimas de la represión: más de una veintena de asesinados, entre ellos trabajadores, maestros, estudiantes, campesinos, cientos de heridos, algunos desaparecidos y muchos detenidos.
Deplorable ha sido el comportamiento de quienes se prestaron a recorrer este callejón sin salida en un muestrario de ineficacia, complacencia o directamente, complicidad. Entre otros, Miguel Insulza, los embajadores de la OEA, el propio presidente Arias de Costa Rica, el embajador Llorens de Estados Unidos, y una corte de mediadores que procuraban “el restablecimiento de la democracia.” Entre todos tejieron la tela de araña en torno de Zelaya que facilitó los planes golpistas de llegar al domingo 29 de noviembre impunes y en el poder, asegurándose así que cualquiera de los dos candidatos que pueden vencer, el liberal Elvin Santos o Porfirio Lobo del Partido Nacional, habrán consolidado la recuperación del Poder Ejecutivo para el grupo de familias que desde hace años ejercen como “dueños” del país y en beneficio de sus propios intereses.

Zelaya se planta
En una carta enviada al presidente norteamericano Barack Obama, Manuel Zelaya afirma que “no acepta ningún acuerdo de retorno a la presidencia para encubrir el golpe de estado”. El presidente constitucional de Honduras explica que el acuerdo firmado el pasado 30 de octubre y que deja en manos del Congreso Nacional su restitución, “queda sin valor ni efecto por incumplimiento unilateral del gobierno de facto”.
“En estas condiciones, este proceso, y por lo tanto sus resultados -afirma Zelaya en la misiva- serán sujetos de impugnación y no reconocimiento; lo cual pone en grave riesgo la estabilidad futura de las relaciones entre Honduras y el resto de naciones que reconozcan sus resultados”.

Los votos de las botas
El epílogo circense de este proceso iniciado en junio, será la mascarada del domingo 29. Los militares golpistas serán los que garantizarán la “transparencia”. No habrá veedores independientes. Sólo la ultraderecha, los sectores ultraconservadores, los que hace años miraron para otro lado o apoyaron descaradamente a las dictaduras militares en el continente seguirán prestándose a la farsa electoral.
Decenas de ciudadanos han retirado sus candidaturas. El izquierdista Carlos Reyes, que fue gravemente herido durante la represión a las manifestaciones del Frente de la Resistencia, ya comunicó oficialmente que participar significaría legitimar el golpe de estado. Incluso el actual alcalde de San Pedro Sula, la segunda ciudad del país en importancia, desistió de presentarse para la reelección. Rodolfo Padilla afirmó que sin el restablecimiento de la institucionalidad es imposible realizar unos comicios transparentes y cuyo resultado pueda considerarse legítimo.
Es probable que los golpistas y sus secuaces internos y externos, lleguen a consumar esta farsa a pesar de las protestas populares, y el rechazo de gobiernos y pueblos de América Latina. Pero aquí simplemente terminará una etapa del proceso que los militares y Micheletti pusieron en marcha el 28 de junio. Y comenzará otra, en la que gran parte del pueblo hondureño seguirá profundizando su organización, basada en la lucha y la experiencia de estos casi cinco meses de resistencia.
Es lo único que habrá que agradecerles a estos canallas que hicieron el trabajo sucio por encargo del puñado de familias que se sentía amenazada por ese rumbo de cambio social que tímidamente iniciaba Zelaya: su aporte para que madurara la conciencia popular. Hasta es posible que poco a poco Honduras deje de ser mencionada en la prensa y muchos se olviden del drama que vive gran parte de su pueblo. Para muchas cancillerías, la situación de habrá “normalizado” en Honduras. Pero no, allí estará su gente, sus postergados, los empobrecidos, los “nadies”, que a pesar de todo continuarán su lucha y más temprano que tarde escribirán con letra propia la historia de su patria.

Por Carlos Iaquinandi, Agencia SERPAL, Servicio de Prensa Alternativa. www.serpal.info

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2009-11-21 00:00:00
Etiquetas: Internacionales.
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