Éramos pocos y llegó la medición de rating “minuto a minuto”

El rating es una cifra fantasmagórica, que surge de encuestas telefónicas y datos de ciertos aparatejos instalados en unos 800 hogares de la Capital y el gran Buenos aires. Y refleja -pobremente si se tiene en cuenta la escasa cobertura- las preferencias de la audiencia. Es decir: porcentajes que determinan lo que vemos todos los televidentes argentinos, sin contar con su opinión o la mía.
Las cifras se daban periódicamente, pero desde finales del 2005 la empresa encargada de la medición, ofrece un servicio “real time” o sencillamente “minuto a minuto”.
Aún no ha comenzado la temporada televisiva “fuerte”, pero el juguetito ya ha puesto nervioso a productores detrás de cámara, y provocado papelones delante de ellas.
Los programas grabados acusan menos el golpe, aunque ciertos personajes consiguen más ingerencia porque miden más, o la pierden por lo contrario. Y en el caso del programa nuevo de Alfredo Caseros, fue debut y despedida porque no midió mal en su primera emisión.
Entre los programas en vivo la presión llega al absurdo.
“La cucaracha”, el audífono por el cual el atarantado conductor recibe ordenes, adquiere protagonismo haciendo que una nota se “estire” o no. Esto ya provocó que en Grandiosas, Pepe Cibrian se retirara desplazado por una nutricionista, obligando a las presentadoras a disculparse.
Y al decir de Víctor Sueiro “¡Esto recién empieza!”.