Una posible resolución económica, duradera, resistente, para las familias de escasos recursos económicos. El horno permite cocinar de manera saludable y hace renovable el recurso de la leña por la poca cantidad que consume.
El arquitecto Jorge Farías, especializado en arquitectura social, asesoró la construcción de un horno experimental hecho con ladrillos, arena, hierro y cemento y que puede funcionar como cocina, horno y parrilla.
El principio de funcionamiento es igual que las cocinas de hierro, la ventaja que tiene es que es más fuerte, más segura y tiene mayor rendimiento en lo que hace a la economía, explicó Farías.
Dentro de la estrategia de tecnología apropiada esta es de transferencia y apropiación por parte de la comunidad, además uno de los beneficios que tiene es que en todo el país tenemos muy buenos albañiles, capaces de hacerlo con materiales de construcción de uso común y es accesible para todos.
Según contó Farías, en la periferia urbana o en zonas rurales hay muchas familias que siguen cocinando en el suelo. Hay que sumarle a esto que la red natural de gas está en el centro de las ciudades y el conocido costo elevado de las garrafas. A partir de estos problemas surge la propuesta de este horno, que se construyó en la sede del Grupo solidario Crecer por la Vida, en Guardia Vieja 2080.
Beneficios
En cuanto a la persona que cocina en la casa, le cambia la vida porque le permite organizar mejor el tiempo. El horno se puede usar todos los días porque el sistema de funcionamiento calienta dos ollas, y mismo el aire caliente circula dentro de un recipiente y sale por la chimenea. Desde el punto de vista nutricional, el horno puede cocinar como una tercera opción, después de lo frito o hervido, dependiendo de la posibilidad de cada familia, las ganas y lo que sepa cocinar al horno. Sabemos que quienes no cuentan con la red de gas, y encienden el horno a garrafa equivale a 4 o 5 hornallas, o que cuando se cocina con el horno criollo requiere mucha leña y trabajo, por lo que se usa para eventos.
A partir de su experiencia el arquitecto Farías comenta que cocinando en el suelo se consumen entre 17 y 18 kilos de leña dura, porque al estar en el suelo, la corriente de aire consume más rápido la madera por el oxigeno. Normalmente en el campo se tiene que llegar a talar pequeños árboles para esta tarea.
Con esta cocina simplemente con restos de árboles, de madera de carpintería, con la poda, con árboles caídos; se puede cocinar: lo que interesa es el fuego.
Y ya sea madera blanda, dura o semidura, produce 4.500 kilocalorías por hora; la diferencia es que un madera dura mantiene un poco más de brasa. Con este horno el recurso leña se hace renovable.
Otra de las ventajas para la familia que utilice este sistema es que se rescata el espacio cocina comedor, porque generalmente el que cocina afuera lo hace aisladamente, por los incendios, el riesgo que se quemen los chicos, pero acá como tienen chimenea se integra a una galería o espacio interior, y por este tipo de clima la cocina cumple la función de calefactor.
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