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Cuando el futuro está en juego
Categoría: Salud

Aunque las personas no le prestan habitualmente atención a los primeros síntomas de ataques cerebrales, esta enfermedad se encuentra entre las que más secuelas dejan en la población y la primera causa del mundo de discapacidad.
Lo malo: se trata de una enfermedad que va en aumento. Lo bueno: la prevención para los ataques cerebrales existe.

Hace veinte años atrás, cuando comenzaron las diferentes campañas de prevención de los ataques cardíacos, las personas que sentían algún dolor en el pecho consultaban enseguida a las guardias hospitalarias.
Sin embargo, cuando alguien siente un hormigueo en la mano o está falto de fuerza, lo más común es que le reste importancia y vaya a ver al médico en caso de que el cuadro se agrave.
Lo que no se tiene en cuenta es que esos síntomas, pueden llevar -no siempre- a un ataque cerebral cuya magnitud es tan grave como la de un infarto.

Mal nombrado
Los ataques cerebrales, denominados accidentes cerebros vasculares, mal se los denomina ACV. Así se lo aclaró a EcoDias el doctor Gustavo Piñeiro, especialista jerarquizado en Terapia Intensiva y Emergencias y que actualmente se encarga de la coordinación de Neurointensivismo de la Terapia del Hospital Municipal.
“Ataque cerebral es tal cual como deberíamos empezar a llevarlo a la población. Es un error médico decir ACV, si bien ya se vulgarizó. Porque si hablo de accidente pareciera que es algo que no se puede prevenir. Además, la gente no toma el concepto de la urgencia que tiene esto”.
Según detalló Piñeiro, este mal es uno de los que mayores secuelas puede dejar convirtiéndose a la vez en una de las primeras causas en el mundo de discapacidad, conceptualizando a ésta como lo que le va a impedir al paciente volver a tener una vida productiva. Y siguiendo con estadísticas, es también la tercera causa de muerte en los seres humanos.

Tipos de ataques
Existen dos formas: una que se la llama ataque cerebral isquémico que se traduce en una falta de irrigación del cerebro a causa de una arteria que se tapa. Y tenemos el ataque cerebral hemorrágico al cual se suele conocer como embolia cerebral pero “en realidad, la embolia cerebral es al revés, una causa de un ataque cerebral isquémico. La embolia es un pedazo de coágulo o de algo que circula por la sangre que va hacia arriba, hacia el cerebro, y tapa una arteria. Entonces, lo que produce es que una zona del cerebro no tenga irrigación, no esté perfundida y como toda cosa que no se perfunde, como una planta que no recibe agua, se muere”.
En el caso de los hemorrágicos, los hay de varios tipos. A saber, la hemorragia subaracnoidea que generalmente ataca a personas de entre los 40 y 50 años y que consiste en la malformación de la arteria que al romperse comienza a sangrar y “el otro caso de accidente hemorrágico tiene muchas más causas pero la más frecuente es la hipertensión arterial. Por eso uno dice que lo importante es la prevención, y por eso habla uno de ataque cerebral”.
Hasta hace algunos años, la bibliografía anglosajona decía que el 85% de los ataques eran isquémicos. Sin embargo, un estudio de la Argentina reveló que nuestro país tiene menos cantidad de isquémicos -llegan al 65%-: “Es muy seguido que pasen cosas como éstas. La estadística del hospital marca que alrededor de doscientos pacientes al año tienen accidentes cerebro vasculares isquémicos y alrededor de cien deben tener hemorrágicos, y debemos tener unas veinte o treinta hemorragias subaracnoideas”.
Si se hicieran más controles adecuados de prevención de hipertensión arterial, obesidad, diabetes, y si las personas realizáramos más ejercicios físicos, la tasa de accidentes cerebro vasculares bajaría.

Factores de riesgo y síntomas
Si hay algo que relaciona a los ataques cerebrales con los infartos son los factores de riesgo que podrían producirlos. A algunas personas les puede afectar en el cerebro, a otros en el corazón y a alguno en una pierna, pero las causantes son iguales para todos: “Obviamente que pacientes con enfermedades como diabetes tienen más predisposición a hacerlo y algo realmente importante es el control de todo lo que sea factor de riesgo: evitar tabaquismo, sedentarismo, comer una adecuada comida. Por ejemplo, en el caso de accidente cerebral hemorrágico se ha demostrado que una dieta rica en frutas y en verduras es protectora para tener menos incidencias en este tipo de accidentes. Y en el caso del isquémico, además de bajar la presión arterial, se ha demostrado que, a diferencia del infarto cardíaco donde después de cierta cantidad de años, de los 40, empezás a tomar aspirinas, tenés menos riesgo de hacer infartos. En el caso del ataque cerebral isquémico, después de que lo tuviste, el hecho de tomar aspirinas previene nuevos eventos”.
Por su parte, los síntomas dependen de cada una de las enfermedades. La hemorragia subaracnoidea, suele darse, sin saberse por qué, en primavera y otoño y su mayor síntoma es el dolor de cabeza: “Cuando uno habla con la gente y siente que ha tenido dolor de cabeza previo, te dice que es el peor dolor de su vida, eso es la hemorragia subaracnoidea. En el caso del ataque cerebral isquémico, depende de que parte del cerebro afecte. Lo más frecuente es que la persona no pierda el conocimiento como en otras enfermedades sino que dice que se le durmió la mano, o no tiene fuerza en la mano o en el pie y no puede caminar. O también que se le traban las palabras, no puede hablar, o dice cosas incoherentes”.
Esto pude desaparecer con rapidez a causa de que el coágulo estuvo, se destruyó y el cerebro salió ileso “pero esa persona que al rato ya no tiene más nada, tiene muchísimo más riesgo de que en algún momento haga un ataque. Por eso debe consultar y debe ser tratada para evitar algo mayor. En el ataque hemorrágico, como se rompe un vaso sanguíneo, se produce un volumen de sangre dentro del cerebro en un lugar que no estaba, entonces hay compresiones de sectores cerebrales. Ahí puede aparecer dolor de cabeza, pérdida de conocimiento y además la pérdida de fuerzas”.

Estamos expuestos
“Te puede pasar a cualquier edad”, explica el doctor Piñeiro quien afirma que hay pacientes de 20, 40 y 50 años que generalmente están relacionados a tabaquismo, sedentarismo y también a algunos trastornos de la sangre y drogas ilícitas.
“En una hemorragia subaracnoidea el 50% se rompe en el momento en que sangró, es decir que el 50% de esa gente se muere en la casa. Es como cuando uno dice estaba en la casa tomando mate y se murió. El otro 50% entra al hospital y se divide en diversos grados, bajo y alto grado. La de alto grado tiene una mortalidad del 80% y el resto de las personas que sobreviven tienen altísimas secuelas de incapacidades severas. Las de bajo grado tienen un mejor pronóstico pero estamos hablando de que quedan con poca discapacidad o ninguna, pero la mortalidad puede llegar a ser de un 30%”.
Así de contundentes son las estadísticas y si bien -se insiste- causan temor, lo necesario es prevenir para evitar llegar a tal situación, reeducarnos en “hábitos de vida saludables similares a los que se hacen para cuando se quiere prevenir un infarto cerebral. Evitar sedentarismo, tabaquismo, una dieta sana con alto contenido de frutas y verduras. En caso de tener riesgo vascular y haya tenido un infarto poder seguir tomando aspirinas como factor protector y obviamente la consulta ante cualquier síntoma de estos aunque sean transitorios”.
Los chequeos médicos frecuentes también son una forma de ver cómo se encuentra uno y qué medidas tomar para tratar de evitar estos ataques y esa tasa que hoy está tan alta, comience a bajar.

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2009-09-19 00:00:00
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