Una de las palabras y conceptos más resonados en la historia de la humanidad, que nos lleva a pensar en sus diversas aristas a través de los tiempos, es la violencia. Generando un debate trascendente y totalmente vital al momento de pensar a la sociedad actual, desde sus dinámicas y formas en el entramado de los medios de comunicación, el sexismo, la desigualdad de género, el bullying, entre otras tantas áreas múltiples dentro de las relaciones interpersonales y colectivas.
En los últimos años, la visibilización de los movimientos feministas y de las identidades diversas, ha puesto sobre la mesa y el debate público la problematización de la palabra violencia. Inicialmente es enunciada como un concepto solitario -absolutamente cargado de sentidos- porque al haberse abierto el debate y al realizar un uso claro del concepto, son múltiples las opiniones respecto a las validaciones que se solicitan, para considerar el uso de la misma.
“Hoy todo es violencia” expresan las audiencias a través de comentarios de distinta índole en los espacios de feed back, como lo son las redes sociales. Y es que, en realidad, la violencia naturalizada en la cotidianeidad siempre estuvo presente a tal modo que se constituyó -y constituye en ciertos espacios todavía- como la norma, y no como la excepción; sobre todo apuntado hacia la mujer e identidades que mostraran otras formas de vivir las relaciones sexo-afectivas.
Claro está que la violencia busca diversas formas y justificaciones para continuar su permanencia, y es aquí que tanto espacios institucionales como actores de este gran escenario social forjan como resultado el convertirse en cómplices y encubridores en los procesos de deconstrucción de lo que fue y hoy ya no es aceptable.
Desde este lugar, las discusiones y las disputas de sentido en torno a los grandes tópicos que abarca el tema de violencia, podemos hablar de las que todavía más incomodan y generan molestia en la sociedad: violencia de género, violencia intrafamiliar, crímenes por razones de género -feminicidios-, transfobia, homofobia, entre los más resonantes.
Aquí podemos pensar en las dimensiones que atañen a las causas por cuestiones directamente relacionadas a la identidad de género que posee la persona violentada.
En Argentina a través de la Ley Nacional Nº 26.485 se determinan los siguientes tipos de violencia: física, psicológica, sexual, económica y patrimonial y simbólica. Del mismo modo la ley contempla la violencia través de distintos escenarios: violencia doméstica (la palabra correcta es intrafamiliar), institucional, laboral, contra la libertad reproductiva, obstétrica y mediática; de las que ya hemos hablado en entregas anteriores.
Para entender y atender
Nada causa tanta incomodidad cuando se habla de la violencia, como cuando se habla de la violencia hacia la mujer e identidades diversas. Menos cuando se trata de tipografiarlas para poder actuar cada vez con mayor precisión y evitar así que el engrose de mujeres asesinadas por diversas razones que todavía perpetúan la misoginia en el mundo; a ser, por causas religiosas, bélicas, o creencias, entre las más descabelladas, y luego por el solo hecho de ser mujeres, el sexo débil e imprescindible.
Lo que es innegable pero todavía inaceptable por la sociedad actual heteronormativa y patriarcal, es el hecho clave de la figura de la mujer y las identidades diversas en la historia. La imposibilidad de acceso a la educación, a la política, al voto, al patrimonio, al mercado laboral, a la ciencia, a las decisiones sobre su cuerpo por fuera de los mandatos biologicistas, a la libertad sexual y al disfrute de su propia vida independientemente de los mandatos, ha cambiado gradualmente; pero es el vivo ejemplo del lugar en el que se constituyó la identidad de las mujeres y la diversidad, siempre bajo el yugo social de turno, llámese Estado, iglesia, modelo económico, social, cultural o simbólico.
Por eso, es vital que la mirada logre a cada paso mayor precisión para entender en profundidad todas aquellas violencias y microviolencias que hoy ya no son aceptables, y que demandan de una revisión continua de todas las identidades que conforman la sociedad.
Autor: Nadia Quant
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