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Un llamado de atención para el cuidado del ambiente
Hace 26 años atrás, un 8 de abril, nace la Reserva Natural Bahía Blanca, Bahía Falsa, Bahía Verde, en el sudoeste bonaerense, con la función de proteger el ecosistema y su biodiversidad a perpetuidad.
Categoría: Opinión
Un llamado de atención para el cuidado del ambiente 1

Después de tanto tiempo, parece una broma que se haya creado un Área Natural Protegida con un objetivo tan noble, pero que continúe el compromiso tácito de aquellas épocas, de permitir la pesca, una de las actividades que más compromete el ecosistema que se pretende proteger. La trampa está hecha. El lugar que debía ser seguro para las especies, es a todas luces un simulacro desde el día uno de su creación.

Lo diremos hasta el cansancio: La actividad pesquera está prohibida en las Áreas Naturales Protegidas de la Provincia de Buenos Aires (artículo 20, inciso d, de la Ley 10.907) y no pararemos hasta lograr que esta prohibición se cumpla.

Los ambientes naturales protegidos se crean para cambiarlo todo en pos de preservar los ecosistemas. Y eso implica que no se puede jugar a dos puntas: Quedar bien con los pescadores, porque es políticamente correcto, y proteger al delfín franciscana, declarado Monumento Natural, que muere ahogado en sus redes. Un compromiso ético implica elegir un solo camino, el correcto, aunque sea el más difícil.

Hace casi tres décadas que se creó esta Reserva Natural, a pedido de la comunidad, y nada ha cambiado. O sí, pero no para mejor. Al problema de la pesca se suman los cuatro derrames de hidrocarburo, en la ría de Bahía Blanca, que ingresaron al Área Natural Provincial. Uno por mes, desde diciembre del 2023 a marzo del 2024. La situación no podía estar peor.

Pero mientras la Reserva Natural se mancha de negro, la música efervescente de la Fiesta del Camarón y Langostino organizada por el Consorcio del Puerto de Bahía Blanca, a fines de marzo de este año, cubre el sonido agonizante de las especies empetroladas. Otra burla. La de ofrecer una fiesta en honor a unos crustáceos cuya población junto a otras especies, hace décadas que está contaminada, debido en parte a las actividades de los mismos organizadores del festejo, quienes fueron condenados, hace dos años, como responsables de un probado daño ambiental en el estuario, por el Juzgado de primera instancia en lo contencioso administrativo, del Departamento Judicial de Bahía Blanca, a cargo del magistrado Agustín López Coppola.

La pregunta es: ¿Qué pasó con las tareas de remediación que les exigió ese fallo? No queremos creer que pretenden compensarlo con una Fiesta en nombre de nuestros camarones y langostinos, que vienen siendo exterminados. Espejitos de colores a cambio del ambiente agonizando.

Lo cierto es que el Consorcio del Puerto de Bahía Blanca no fue el único condenado. También recibieron lo suyo en ese fallo, las empresas del polo petroquímico de Ingeniero White, cuyos representantes además integran este Consorcio.

Sin embargo, eso no les hizo mella. Ni siquiera manifestaron su preocupación por los derrames de petróleo, de las empresas del municipio vecino de Coronel Rosales, que afectó gravemente a la Reserva Natural. No les importa. Entre bomberos no se pisan la manguera. Con las obras que se están haciendo, para el manejo de cada vez más petróleo -la materia prima para sus actividades- en cualquier momento pueden ser ellos, en forma indirecta, los provocadores de otro “accidente” en la ría. Por eso decimos a todo el conglomerado empresarial “se tienen que ir ya».

La realidad es que no puede haber un polo petroquímico y un puerto petrolero lindante o cercano a una Reserva Natural, cuya función es proteger a las especies que habitan en ella: Delfines, tortugas marinas, escualos, aves, invertebrados, crustáceos, peces, entre otros. Es uno u otro. O protegemos a la biodiversidad o participamos de su ecocidio. No hay término medio. Por eso repetimos como un mantra: empresarios y petroleros “váyanse”.

Es una falacia pensar que esa oscura sustancia es fundamental para nosotros, cuando en realidad está condenando nuestro destino y con él arrastrando a la biodiversidad. En esta ecuación somos el daño colateral, tanto nosotros y nosotras como las especies. Un sacrificio justificado por un supuesto bien mayor: El desarrollo in-sostenible.

Pasó apenas unas semanas y ya no se habla de las consecuencias de los cuatro derrames de hidrocarburos en el estuario de Bahía Blanca. Ni siquiera están haciendo foco en las famosas tareas de remedición llevadas a cabo por una empresa, junto a ambientalistas de la Estación de Rescate Indio Fidalgo, que ahora sí denuncian los derrames, al menos en los noticieros, y personal de la Reserva Natural, que ojalá se animara a salir de su zona de confort y levantar las voces contra el poder económico, político y extractivista. En cambio, participan de las tareas de remediación que consisten en extraer rápidamente, antes que se note la afectación, parte de la vegetación que integra la marisma, manchada de petróleo y con ella dejan sin hogar a gran cantidad de moluscos, cangrejos, gusanos, aves, entre otros. Heridas que no contabilizan. Ninguna información fidedigna salió en los medios por parte del Encargado o de los biólogos de la Reserva Natural. ¿Por qué será?

En este contexto decimos basta. Basta de petroleras, basta de polos petroquímicos, que exterminan a las especies, de consorcios portuarios que ofrecen la infraestructura para estas actividades. Basta de extractivismo contaminante y de actividades prohibidas como la pesca dentro del Área Natural Protegida. Terminemos con el exterminio. Salvemos al Estuario y a la Reserva Natural. Pero para ello el conglomerado empresarial y petrolero se tiene que ir.

Prof. Patricia González Garza
Presidenta Silice 14.8 ONG (matrícula 49622)

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2024-05-15 22:12:26
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