En general, los gobiernos de la Nación y de las provincias no han establecido una propuesta legal expresa, clara y aplicada, acerca del idioma oficial de la República Argentina.
Tengo noticias y un proyecto de ley, presentado en la Cámara de Diputados después de 1983, que reafirmaba la propuesta del español, como corrientemente, en forma general, se había asumido en nuestra realidad y también en las normas y comportamientos del sistema educativo nacional.
El Congreso de la Nación no ha dispuesto estudiar el tema ni tampoco comisionado a especialistas para que realicen un estudio y un informe para fijar las normas que resuelvan esta cuestión, un poco por desidia y otro por la complejidad de la misma y por la controversia que pueda generar.
Nuestra historia nos dice cosas importantes, antecedentes de políticos y literatos que se han pronunciado en favor de un idioma nacional -argentino- sin dependencias del español, y hasta existen leyes y otras normas inferiores a éstas que consignan la expresión idioma nacional, que no han sido tenidas en cuenta.
Sin embargo, todo se ha desenvuelto con una total adhesión al idioma español, y -a más- según las definiciones de la Real Academia de la Lengua Española; y en los textos de lectura se han incorporado prosa y poesía de autores nacionales, acerca de los cuales se ha dicho que son autores nacionales a la española, a la inglesa o a la francesa, entre los que, consiguientemente, no hay expresiones del lenguaje gaucho y gauchesco, lunfardo y lunfardesco, ni lenguas aborígenes. A este último respecto, el de las lenguas aborígenes, sí, en una oportunidad en Santiago del Estero se estableció el bilingüismo, español y aborigen.
En la oportunidad de dictar un seminario para docentes sobre El Habla Popular en la escuela, pregunté qué instrucciones recibieron con respecto al idioma y me contestaron que ninguna, y al preguntar qué idioma se enseñaba, me dijeron que era el español, o el castellano, y algunas docentes no sabían a ciencia cierta que podía aceptarse un punto de vista para lograr coherencia en la enseñanza.
Por supuesto que no puede imponerse por decreto o por ley cómo hay que hablar, o prohibir el uso de una lengua, pero es un problema de soberanía, de autonomía pedagógica y de identidad nacional. Ricardo Rojas proponía que se declararan como idiomas nacionales oficiales el italiano y el español, dada la enorme importancia de la inmigración italiana.
Así como, un poco de hecho y un poco legalmente, se fue respetando el idioma español, como obligatorio, de hecho también y en parte normativamente se fue creando un punto de vista en favor del idioma nacional argentino.
La explicación de esto es posible, como también la exposición de los argumentos a favor y en contra. Me parece que la formación de un idioma nacional argentino es inevitable. Según las leyes de formación de los idiomas nacionales, es una cuestión de tiempo.
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