Puede suceder que algunos que vienen leyendo estas notas se sientan un tanto desorientados por algunas afirmaciones con las que se ha encontrado. Las consideraciones sobre la política y la economía se muestran como independientes, en las investigaciones, en los comentarios de los especialistas, en el tratamiento periodístico, etc., y he venido sosteniendo que ello es parte del problema que se intenta pensar y no la solución de él. Por lo cual voy a traer a la consideración de esos lectores las palabras de un profesor de Economía, Lester C. Thurow, del famoso Instituto Tecnológico de Massachussets, decano de la Escuela de Economía de ese instituto y una personalidad científica relevante. En un libro de 1996, El futuro del capitalismo. Cómo la economía de hoy determina el mundo del mañana, desarrolla una larga investigación sobre lo que propone en el título.
Se detiene a reflexionar sobre las modalidades del poder proyectándose hacia el siglo XXI, y las consecuencias que va teniendo y que se puede avizorar van a tener. Leámoslo: La democracia y el capitalismo tienen muy diferentes puntos de vista acerca de la distribución adecuada del poder. La primera aboga por una distribución absolutamente igualitaria del poder político, un hombre, un voto, mientras el capitalismo sostiene que es el derecho de los económicamente competentes expulsar a los incompetentes del ámbito comercial y dejarlos librados a la extinción económica. La diferencia queda expuesta con toda claridad. En el ejercicio electoral cada ciudadano vale lo mismo: un voto. En el juego del mercado aparece la prepotencia de la fuerza -en este caso económica aunque no solamente-, que elimina a aquellos que no están en condiciones de continuar compitiendo.
El mercado es un ámbito dentro del cual se hacen valer las diferencias, económicas, financieras, tecnológicas, publicitarias, etc. Estas diferencias definen la participación, por lo que debemos afinar nuestra comprensión de eso denominado libre concurrencia: es libre siempre y cuando se esté en condiciones de enfrentar a los más fuertes, caso contrario deberá atenerse a las consecuencias. La eficiencia capitalista consiste en la supervivencia del más apto y las desigualdades en el poder adquisitivo. Aparece ahora un nuevo personaje. Ya no son víctimas de la competencia sólo los productores más débiles que no pueden soportar el poder de los más aptos, los compradores también sienten la presión de las diferencias de las capacidades adquisitivas. Su libertad se verá limitada por la capacidad de compra, por lo que quedará de manifiesto que si en la democracia cada ciudadano vale un voto, en el mercado cada comprador vale el dinero del que disponga.
No puede dejar de ser sorprendente que nuestro autor llegue a sostener: Para decirlo de la forma más dura, el capitalismo es perfectamente compatible con la esclavitud. El sur norteamericano tuvo un sistema semejante durante más de dos siglos. La democracia no es incompatible con la esclavitud.
Entonces no sólo el capitalismo, también la democracia puede acomodarse con el trabajo esclavo. Si bien Thurow refiere esta situación en el sur norteamericano, ¿qué deberíamos decir con la actual democracia occidental y la explotación de mano de obra esclavizada en muchos lugares del mundo? Esta compatibilidad, ¿no debería ser llevada al ámbito de la teoría económica y política?
> Directora
Valeria Villagra
> Secretario de redacción
Pablo Bussetti
> Diseño gráfico
Rodrigo Galán
> Redacción
Silvana Angelicchio, Ivana Barrios y Lucía Argemi
> Difusión en redes sociales
Santiago Bussetti y Camila Bussetti
> Colaboradores
Claudio Eberhardt
2023– Copyleft. Todos los derechos compartidos / Propietario: Cooperativa de Trabajo EcoMedios Ltda. / Domicilio Legal: Gorriti 75. Oficina 3. Bahía Blanca (provincia de Buenos Aires). Contacto. 2914486737 – ecomedios.adm@gmail.com / Directora/coordinadora: Valeria Villagra. Fecha de inicio: julio 2000. DNDA: En trámite
Desarrollado por Puro Web Design.