Con el
aumento del dólar (Argentina) a $ 45 o a $ 50…, “los precios se irán a las
nubes”.
Era común
oírlo decir.
Vi nacer
la astronáutica, hay qué triste es recordar (estrofa de un tango).
Vi la
nave espacial que circunvaló la tierra, llevando a la inolvidable perrita
Laika, después a Yuri Gagarin, todo lo que pasó, hasta el último viaje de los
chinos en la parte oculta de la luna.
Se está
experimentando desde hace años si es que se pueden reproducir tomates y otras
legumbres y hortalizas en el espacio.
Si eso
prosperara y se pudieran reproducir, dentro de pocos años verán carteles en los
mercados: tomates, zanahorias, papas, remolachas satelitales.
¡¡Qué
asombroso!!
Decía Don
Ata: «Yo he visto a la luna llena / Besando el cañaveral”.
Putin
dijo hace poco que la inteligencia artificial suplantará a la del hombre.
Los
japoneses (los adelantados de la robotización) crearon una mujer (robot), y
hombres mayores (que perdieron a su compañera) las compran y las ponen en
sillas de rueda y las llevan a pasear, a hacer las compras.
Y ahora
aparecen hombres (robot) que llegan a reemplazarnos en todo trabajo, e incluso
hablan al igual que lo hacemos nosotros, y hasta simulan el sexo.
Le
pregunto a mi maestro de la ironía cómica (George Bernard Shaw), si él
participa de mi pensamiento (hecho a su semejanza).
Una mujer
piensa «¿Para qué casarme con un hombre? Me compro uno robotizado que hace
todo lo que se le pide y hasta me puedo acostar con él».
Un hombre
piensa y la misma pregunta se hace con respecto a casarse de por vida con una
mujer.
A su vez
el hombre o mujer robotizados piensan: «¿Para qué quiero a los seres como
el hombre y la mujer si podemos prescindir de ellos?».
En qué
quedara entonces, lo de los precios se fueron a las nubes.
Escribí
hace unos días sobre “el pensamiento general del hombre”, recordando a José
Ingenieros quien en 1913 escribió “El hombre mediocre”.
Y a pesar
del tiempo y las gigantescas modificaciones que nos traen la ciencia y la
tecnología “como seguimos pensando”.
En otras
de sus canciones decía Don Ata: “Perdido en las cerrazones / Quien sabe vidita
/ Por donde andaré / Más cuando salga la luna / Cantaré, cantaré”…
Vivimos
en un mundo a punto de desaparecer.
Mitológicamente
recordamos la espada de Damocles, que pende sobre nuestras cabezas… ¿Qué
quedara del mundo si estalla una guerra nuclear?
La
guerra, se dice, es un arte militar, no es ciencia.
Sin
embargo, no creo que en cada país quienes convirtieron el arte militar y lo
transformaron en el leitmotiv de sus vidas no se hayan preguntado qué quedara
de vida en la tierra, si por lo menos media humanidad muere.
Y los
efectos y contaminación de las bombas atómicas perdurarán por años.
La demencia
de Trump como presidente de la potencia mundial que es Estados Unidos no es más
que un producido por una deformación humana.
Fue al
crearse el capitalismo como sistema mundial de producción que ese hombre dejó
de lado los valores éticos y morales de lo que suponíamos sería un verdadero
“ser humano”.
Es el
mismo hombre que tendrá que cambiar y volver a nacer, dar vida a la tierra y
supervivencia a sí mismo.
Sigo
pensando que si el precio de los tomates se fue por las nubes, ¿cuánto costarán
los tomates que vengan del espacio, sea satelitales o de la luna?
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