En Bahía Blanca, hay más de un merendero o comedor comunitario por barrio, en la mayoría de los casos atendidos por mujeres que ven cómo la sombra del hambre y la desesperación invade los rostros de sus vecinos y vecinas. Que abren las puertas de sus hogares, y cuya principal preocupación es alimentar a familias que adoptan como propias. En casas precarias, en barrios a donde no llegan los servicios esenciales, donde se frenó la obra pública y donde las escuelas que antes brindaban alimentos, ya no pueden hacerlo, y donde las changas que antes eran una opción, hoy ya no están.
En ese contexto, el apoyo va más allá de un plato de comida caliente, tan necesario con las heladas actuales. Es fundamental, también, alimentar a la humanidad de cada persona que se acerca. Escuchar, empatizar, abrazar sus historias y vivencias. Y ahí están presentes los voluntariados de la Universidad Nacional del Sur (UNS), los talleres de oficio que funcionan como un espacio de capacitación y encuentro, los festivales barriales que buscan llevar un poco de alegría a las zonas en las que más escasea.
Estos grupos se gestionan con el único objetivo de acompañar las situaciones de crisis, presentar una nueva mirada a estos sectores y poner en el epicentro de su actividad a niños, niñas, adolescentes, personas adultas y adultas mayores.
Pero de eso no se habla. De la vulnerabilidad agravada por la crisis económica que, lejos de ser pagada por la casta, se sostiene por las restricciones en la mesa familiar, en la falta de medicinas, en el frío de un invierno sin techo.
Hoy, en Argentina el cuidado de las y los otros está en la mira. Lo podemos ver en la aceptación de medidas que precarizan el ámbito laboral, desoyen las necesidades de los sectores más vulnerables, y priorizan el beneficio a las grandes empresas internacionales. Incentivo al comercio exterior, le llaman. Ataque directo a la industria nacional, le respondemos.
Con la misma firma con la que autorizan la búsqueda de Loan en Corrientes, solo después de haberse expuesto la falta total de responsabilidad policial y política y a diez días de su desaparición, avalan el desmantelamiento de la línea 144 y el despido del 80% de las trabajadoras de los programas de Asistencia integral en femicidios y travesticidios, Hogares y refugios, Acompañar, Producir, Prevención y formación, Programa travesti trans, Ley Micaela, Escuelas populares, Acompañamiento a diversidades, Políticas de cuidados, Igualdad, y más.
Así, el desempleo se dispara, una vez más, como sucede periódicamente desde el inicio de la era Milei. A las más de 100 personas despedidas tras el cese de actividades que sufrió el Instituto Nacional Contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo; las 300 que perdieron su puesto de trabajo en el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales; mil trabajadores de Trenes Argentinos; y 700 de Télam -entre otros cierres en empresas de gestión pública y privada-, continuarán sumándose más y más, agravando la baja del consumo y la presencia de personas en las calles.
Como si fuera poco, esta bajada desde el gobierno nacional ‘habilitó’ a quienes, evidentemente, solo la presión social les impedía expresar y repetir discursos violentos, y ahora pueden ser abiertos en cuanto a sus pensamientos y prejuicios. Esos que quieren volver a imponer el silencio, los estigmas, los tabúes, y empiezan a apuntar la atención a las problemáticas en lugar de construir una solución. A quienes, por sentirse más que las y los demás, señalan y se creen dueños de una verdad que deja por fuera a todos quienes piensan de forma diferente.
No se habla del hambre, de la desesperación, de la venta del país al mejor postor, de los crímenes de odio a las disidencias, de las redes maquiavélicas que unen los peores crímenes imaginables con las altas esferas del poder, de los negociados que llenan bolsillos llenos e incrementan la desigualdad.
Desde Ecomedios y Ecodías, reafirmamos nuestro compromiso de visibilizar la acción en los barrios, el trabajo solidario, la ayuda mutua y el respeto por las y los otros. Por una comunicación que esté al alcance de todos y todas, sin restricciones ni juicios, donde se destaquen los valores que forjaron la nación como lo son el trabajo, la integración, la defensa y expansión de los derechos humanos, y la fuerza de luchar juntos y juntas. Donde el orgullo por la identidad nacional va más allá de ponerse una camiseta celeste y blanca cuando se juega el Mundial de Fútbol o la Copa América: Está en saber que, pase lo que pase, la salida va a ser colectiva.
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