“Cuando nos quieren llevar nuevamente a la derecha,
desde la CGT seguiremos trabajando para sostener el modelo industrial que se
reinstaló en el país desde 2003″, declaró el secretario general, Antonio Caló,
en el acto recordatorio de los trabajadores víctimas del terrorismo de Estado realizado en Foetra.

Los ataques especulativos contra el dólar fueron disparados sin tregua
apuntando sobre dos blancos: las reservas del Banco Central y el control de la
economía por el Gobierno nacional. Con intermitencia se usaron la suspensión de
exportación, la toma de créditos en pesos para comprar dólares que pagaron
importaciones anticipadas, compras millonarias de dólares por encima de su
valor real, campañas mediáticas que inflaron el dólar “cueva”, titulares,
zócalos y declaraciones sobre el eminente estallido de una crisis con caída del
Gobierno incluida. No dejaron de lanzar ninguna de las bombas sin explosivos de
que disponen. En otras épocas, las bombas explosivas las lanzaron desde
aviones.
La contundente intervención del Ministerio de Economía y del Banco
Central frenó primero la operación golpista y reencauzó después el control de
la economía estabilizando el dólar por debajo de los 8 pesos.
Fracasada la avanzada sobre el frente externo, comenzó el ataque
especulativo-inflacionario. Asistimos entonces a una estampida de precios de
bienes y servicios mayor que la devaluación, entre un 20% y un 30%. Esos
incrementos se produjeron tanto en los bienes como componentes importados como
en aquellos que utilizan exclusivamente materia prima nacional. Las
explicaciones empresarias se basaron en la devaluación, en las expectativas de
futuras devaluaciones, en las restricciones externa y, en muchos casos, en la
necesidad de descontar los futuros aumentos salariales que resultarían de las
paritarias, remarcaciones hechas para mantener la rentabilidad. Estos
argumentos no resisten el menor análisis sabiendo que solo se hubieran justificado
si el 100% de los componentes del costo de producción fuese en dólares y si los
incrementos salariales, que no se habían producido, tuviesen una incidencia del
100% en el costo de producción.
La respuesta del gobierno se dirigió a detener la escalada de precios
recurriendo a la concertación con productores y comercializadores. El programa
acordado, “Precios cuidados”, tuvo y tiene resistencias de los formadores de
precios a pesar de que fue concertado. Son fácilmente comprobables las
estrategias empresarias tendientes a dificultar el acceso de los consumidores a
los bienes con precios regulados, desde cambios en los formatos hasta el
desabastecimiento.
En la coyuntura, la Presidenta de la nación ha manifestado la necesidad
imperiosa de “cuidar lo hecho”. Los sectores de capital nacional, las PyMes, los representantes del cooperativismo y el
Movimiento Obrero Organizado se han puesto en alerta para defender el actual
modelo. El dirigente metalúrgico y líder de la CGT, Antonio Caló, expresó con
claridad esta posición de los trabajadores en repetidas oportunidades y lo
reafirmó en el reciente y multitudinario acto de la CGT al homenajear a los
trabajadores víctimas del terrorismo de Estado cuando afirmó: “En momentos
donde los cantos de sirenas nos quieren llevar nuevamente a la derecha, desde
la CGT seguiremos trabajando para sostener el modelo industrial que se
reinstaló en el país desde 2003″. Párrafos más adelante sostuvo: “El movimiento
obrero tiene que mirar a futuro. Tenemos que trabajar para que el próximo
gobierno sea peronista y mantenga este modelo industrial que tanto nos
devolvió”.
En el mismo camino se encuentra el empresariado nacional. Su dirigencia
está intentando buscar propuestas comunes con el objeto de alcanzar una masa
crítica empresarial que, en alianza con el movimiento obrero, trabaje en el
impulso de medidas que consoliden el modelo y neutralicen los intentos
desestabilizadores contra el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. En
esta línea confluyen las centrales empresarias Pymes de mayor representación:
Federación de Cámaras y Comercios de la República Argentina (Fedecámaras), Confederación General Económica (CGE),
Corporación para el Desarrollo de la Pequeña y Mediana Empresa (Copyme), y Fundación Pro-Tejer, que buscan reunir a todos
los sectores de la cadena de valor de la Agro Industria Textil y de
Indumentaria de la Argentina.
Las siguientes son algunas de las propuestas que buscan articular los
empresarios nacionales y el movimiento obrero:
● Intervención conjunta del Estado, el empresariado nacional y los
trabajadores organizados, actuando en una alianza estratégica para el
desarrollo nacional.
● Garantizar el abastecimiento de productos alimenticios básicos con
“precios cuidados”, creando Mercados Centrales en todo el país, de
administración municipal o cooperativa.
● Creación de una Comisión Nacional de control de Costos constituyendo
Juntas tripartitas (Estado, Centrales empresarias y Centrales sindicales) por
sector productivo que regulen y administren los precios.
● Desarrollar un Proyecto de Articulación de obras de Infraestructura
Energética con empresas nacionales que priorice la utilización de mano de obra
y capacidad productiva y tecnológica argentina.
● Apoyar la constitución y consolidación de Cooperativas, Pymes y
Empresas de capital nacional.
● Desarrollar un programa de sustitución de importaciones con
participación prioritaria de pymes y empresas nacionales de capital interno.
● Crear oficinas de planificación y coordinación de economías
regionales, que impulsen la creación de nuevas empresas pymes y cooperativas
exportadoras.
● Creación de una Junta Nacional de Granos con competencia para comprar
la producción y con el monopolio de la exportación.
● Reforma de la ley de impuesto a las ganancias, promulgación de una ley
sobre transferencia de tecnología y regulación de la inversión extranjera.
● Regulación del sistema financiero.

Nota: el artículo fue publicado originalmente en
semanario Trabajo y Economía, en la edición de Tiempo Argentino del 25-03-2014.