A la
manera de una introducción al tema que me ocupa, anotaré algunas generalidades
acerca de la personalidad y otras circunstancias de Mario Iaquinandi.
Yo lo conocí y dialogué muy poco con él, una sola vez, es decir no soy quien
puede hablar por una inmediación personal, directa y frecuente. Me pareció que
tenía una personalidad vigorosa, un hombre inteligente y talentoso, con cierto
carisma si es que de poeta hablamos. Esto es lo que lo identifica más, con la
salvedad que acabo de mencionar: la poesía.
De alguna manera, en la Argentina -no sé en otros países- hacemos distinción
entre poesía o poema o versería, por un lado, y por otro, letra de tango o, más
todavía, letra de canción, en general. Y es por esto último que se distinguió y
destacó con sus letras músicadas, en Buenos Aires y seguramente es conocido en
la Argentina por ese motivo.
También es reconocido como gran poeta, para quienes conocieron su obra y tienen
autoridad para calificarla, seguramente en forma positiva, como así lo creo yo;
una poesía romántica, con dosis de literatura social -lo digo esto en términos
generales-, que otros, con más especificidad podrían visualizarla como
literatura de protesta, de compromiso -de manera genérica- o de compromiso
social -de modo particular.
En cuanto a las letras de tango, tal vez, consciente o inconscientemente,
sufrió un poco el comportamiento con o sin discernimiento que nace en el ámbito
del cual parten muchas veces las vertientes del prestigio, la fama, la gratitud
y complacencia por causa de las obras que se realizan; o, también, de los actos
silenciosos de los que ignorar a los creadores provincianos o extranjeros, y
quieren sumar, injustamente, todo lo posible para identificar el tango y el
habla popular con lo porteño, porque esto que acabo de decir es un hecho que se
manifiesta frecuentemente en toda la historia argentina. La lucha entre
porteños y provincianos dejó sus secuelas, existe en forma latente en la
conciencia colectiva, pero esto es otro tema digno de ser tratado en otro
espacio y no en éste. Habría que mencionar el concepto, asimismo, que existen
actitudes chauvinistas, en vez de sustentar el nacionalismo genuino, con sentido
de región mucho más amplia que la Argentina; se trata de aceptar todo lo
exótico siempre y cuando compatibilice con lo que es propio de la naturaleza argentina,
y esto es propio de la Doctrina de Eurindia, de Ricardo Rojas.
No desmerece el escribir pocas letras de tango, porque además no han sido poco
los autores conocidos por los tangueros que han escrito, o musicado o grabado
con escaseza, como diría Cervantes.
Pero lo grabado, de Iaquinandi, enraizó vigorosamente en el espíritu de la
gente tanguista de nuestro país; por sus poesías, fue conocido, pero no
totalmente, y mucho más en Bahía Blanca, donde se publicó su libro que tuve el
honor de comentar.
A mí, personalmente, me duele que los historiadores del tango y los
historiadores del habla popular y de la poesía popular, nacional y argentina,
no lo haya considerado con lo esencial siquiera de la producción de Iaquinandi.
Tampoco en las recopilaciones de letras. En nuestra ciudad, Bahía Blanca,
existe desde hace muchos años el Salón Literario que lleva su nombre y con la
responsabilidad, seriedad, profundidad y altura culturales de Mariel Estrada y
Antonio Germani. Desde allí, principalmente, se ha mantenido y difundido la
significación efectiva de este hombre que ha dado contenidos ontológicos y substancias
importantes a nuestra canción y a nuestro folclore, en este caso asumido en
amplio sentido, por lo cual hablamos de un folclore urbano y otros específicos
que se vinculan a los contenidos diversos de la letrística tanguera.
Desde la inauguración del Salón Literario han pasado ya más de 20 años y por
aquel tiempo Luis Andueza publicó un artículo intitulado “El destino ingrato de
un poeta”, donde destaca otros aspectos de la figura de Iaquinandi, en los que
se advierte la estética, los valores, los ideales y principios; la vida
emocional y bohemia genuina; el drama de su enfermedad y muerte. La nota
expresa también el humanismo, la desesperación, el drama de quien exhibe en
versos sus hondos sentimientos y gran parte de su personalidad. En tal
oportunidad hizo una poesía que Mario dedicó a José A. Germani, a quien le hizo
una confesión: “¿Sabes qué es lo malo de vivir mal? Que no se puede morir bien.
Por eso quiero un último tiempo nuevo para quedar en paz con mi conciencia”.
Aclaro que el destinatario de la poesía citado por Andueza como José A. Germani
es José Antonio Germani, a quien conocemos más como Antonio, un excepcional
profesional que se desempeñó en Radio Nacional y ahora privadamente. También,
continuando esta digresión, menciono que el libro al que hice referencia fue
iniciativa de bahienses y se tituló “Cantos del habitante”; lo imprimió la
editorial Letra Viva; la edición se hizo en Bahía Blanca; la ilustración de
tapa corresponde a Eduardo O. Gutiérrez (que lo pintó con mucha fidelidad, con
la pinta y el rostro sencillo, con su cabello, bigotes y barba, y por sobre
todo una mirada que es de bondad, de arcano y de distancia); el prólogo lo hizo
el reconocido escritor José Pupko, con quien comparto la satisfacción de ser
los únicos que hemos recibido hace una década el “premio al reconocimiento
literario”, otorgado por el Concejo Deliberante de Bahía Blanca.
En ese prólogo consigna Pupko que “lo mejor de Mario Iaquinandi respira hacia
los labios tangueros; es aallí donde cobra toda su intensidad y donde la
belleza de las imágenes reúne a la tradición con el individuo secreto de
cualquier cultura, por más que giman las academias y las fláccidas musas de círculo
literario”. Digo yo, y no es la ocasión para fundar mis dichos, que Iaquinandi
no fue un poeta lunfardo, que usó un lenguaje propio, local, lugareño,
argentino; de otro modo el habla popular del país, que también tiene contenidos
de alta cultura, incluyendo algunos lunfardismos y también voces y expresiones
que pertenecen al mundo del arrabal, de lunfardo que se entiende, no del
vocabulario cerrado que no se entiende y que igualmente nutre al lunfardo.
Se lo ha distinguido y memorado a Mario de muchos modos. No puedo dejar de
señalar el acto auspiciado por la Comisión de Reafirmación Histórica de Bahía
Blanca y el Salón Literario Mario Iaquinandi. En el convite que recibí de
Mariel y de Antonio se anunciaba, para el viernes 14 de marzo de 1997, la colocación
de una Referencia Cultural frente a la casa de 19 de Mayo 226, a la vuelta de
mi casa, donde él viviera su niñez, la adolescencia y primera juventud, y, sin
embargo, los lugares, los tiempos y las ausencias no me favorecieron para
tratarlo con frecuencia.
En tal ocasión comuniqué que de haber sido amigo, con Mario, la amistad hubiera
sido para siempre y que con el tiempo frecuenté su obra en la radio y la prensa
escrita, con la convicción que su obra se instalaría junto a la de los grandes
del tango y de la poesía argentina.
Siempre hay alguna cosa con que se pone de resalto a un creador; en este caso,
se trata de la letra del tango “Contame una historia”; “Mañana es otro día” es
otra, con la música de Luis Andueza; algunas letras quedaron sin música. “Contame
una historia”, de Alfredo Mario Iaquinandi (así era su nombre completo de
familia), tiene música de Eladia Blázquez, y fue estrenado por Néstor Fabián,
en 1969, que fue el mismo año que Eladia puso la música a los versos de
Iaquinandi, de quien sí se ocupó de comentarlo Don José
Gobello, en una publicación que incluye una pintura, “El sociólogo del bar”, de
Armando R. Doninni; en el cuadro hay una leyenda que dice: “millones sufren
hambre en América latina”. Y este concepto tiene que ver con la utopía de
Iaquinandi. ¡Conózcanlo, por Dios y por la Virgen! Es un modo de interpretar
mejor lo que estoy hablando. No se trató de un simple letrista y un simple
poeta. Los grandes escritores tienen naturaleza variopinta: son filósofos,
sociólogos, psicólogos, humanistas, seres humanos auténticos, dominados por la
bondad, la verdad y el amor. Todo esto está más en la poesía que en otros
rincones.
Prosiguiendo con las letras escritas por él, otras dos están mencionadas en la
referencia, en su recuerdo inicial, y son “María de nadie” y “Romance de una
vereda”; allí se menciona también la fecha de nacimiento: 14 de marzo de 1937,
y la de su muerte: 29 de junio de 1990.
En la solapa del libro que he citado hay unas palabras de su hermano Carlos,
que hoy reside en España. Allí se escribió: “tus amigos, recogieron los pájaros
dispersos de tus versos y en amoroso trabajo de artesano los convirtieron en
esta entrañable bandada de papel y sueños, de papel y bronca, de papel y
esperanza”.
Su balumba de sentimientos y su persona están dibujadas por él en su poema “Autorretrato”.
Y, en el trabajo concreto, Sara Reboul, poeta, periodista y escritora,
manifiesta que su vocación fue la de expresar la vida a través de la palabra:
también fue escritor, periodista, músico y compositor, guionista
cinematográfico y dramaturgo; llegó a Buenos Aires en 1965, integró el
movimiento Renovador de los años ‘60, y en el ‘70 fue reconocido por la
República de Uruguay como el mejor autor rioplatense de ese año. Yo quiero
decir además que, sin tener amistad, como ya lo indiqué, tuvimos dos amigos
comunes: Edmundo Rivero y Homero Expósito.
A más, sobre Iaquinandi se escribió también una recesión publicada en el
periódico “Tango y lunfardo, que dirigía Gaspar Astarita, un cofrade mío en la
Academia Porteña de Lunfardo, fallecido hace varios años. Exterioriza varios
conceptos: uno, que fue un “maldito” misteriosamente profundo; otro, que fue un
“poeta enfrentando su lirismo con el materialismo cotidiano; su mundo interior
fogoso, creativo”. “También está clara su contención de broncas, que decía con su
voz de barítono, potente, polentosa… Porque además, cuando la protesta llega
con Mario Iaquinandi no es panfleto, es poesía…”. Esto es, como lo interpreto
yo: no es protesta partidaria, la cual es la exacerbación de la protesta
social.
> Directora
Valeria Villagra
> Secretario de redacción
Pablo Bussetti
> Diseño gráfico
Rodrigo Galán
> Redacción
Silvana Angelicchio, Ivana Barrios y Lucía Argemi
> Difusión en redes sociales
Santiago Bussetti y Camila Bussetti
> Colaboradores
Claudio Eberhardt
2023– Copyleft. Todos los derechos compartidos / Propietario: Cooperativa de Trabajo EcoMedios Ltda. / Domicilio Legal: Gorriti 75. Oficina 3. Bahía Blanca (provincia de Buenos Aires). Contacto. 2914486737 – ecomedios.adm@gmail.com / Directora/coordinadora: Valeria Villagra. Fecha de inicio: julio 2000. DNDA: En trámite
Desarrollado por Puro Web Design.