Parecía que después de la pandemia, estábamos retomando una cierta normalidad de la vida. Sin embargo, el pasado temporal, puso a la comunidad bahiense nuevamente en jaque. Fueron intensos y breves minutos que cambiaron la realidad.
Si bien, a nivel país, ya se venían atravesando situaciones difíciles y la sociedad se estaba preparando para lo que venía, ninguna persona se esperaba que también la naturaleza tuviera una expresión tan fuerte.
En este contexto local, estaba programada una charla en el Centro Cultural de la Cooperativa Obrera, Zelarrayán 560, sobre Cómo tomar decisiones en tiempos difíciles, una temática justa para el momento que la ciudad está viviendo.
El espacio estuvo a cargo de la coaching profesional, Lorena Lliteras, quien realizó una introducción recordando temáticas anteriores sobre las pérdidas y los duelos, que ante el contexto de la ciudad señaló: “Se están viviendo diferentes duelos. Además de las pérdidas humanas también hubo pérdidas en la naturaleza, en los proyectos personales y sociales, en las planificaciones”. Este cambio drástico de la realidad, pone a las personas ante una nueva toma de decisiones.
“La vida no tiene garantías y la muerte es parte de la vida, esto no quiere decir que no va a doler y que se necesita tiempo, pero si tenemos que ver que ante cada pérdida hay una ganancia”, remarcó Lliteras.
Durante el taller se dialogó y ejemplificó sobre las tres enseñanzas que compartió un sobreviviente del avión que hizo un aterrizaje forzoso en el río Hudson en Nueva York en enero de 2009, Ric Elias. La primera fue: Todo cambia en un instante, “aprendí a no aplazar nada, porque cada minuto de mi vida cuenta. La segunda, el tiempo perdido por culpa de su ego: “Perdí tiempo discutiendo cosas no importantes con personas que sí importan, elegí no tener razón y ser feliz; y la tercera, “morir no da miedo, da pena porque amas la vida”.
Ante las últimas eventualidades vividas en la ciudad, se enunciaron algunos ejemplos cotidianos y sobre qué decisiones son necesarias tomar: “Enojarme con el almacenero que vende las velas a precios exagerados, si discuto con él, me genera un estado mayor de angustia, si trato de hacerle saber que me enoja y decirle me da mucha pena que actúe de esa manera y me retiro, porque reconozco que a esta persona no la voy a cambiar y es mejor encauzar mis energías en otra cosa que sí pueda cambiar de mi entorno”.
La muerte de una persona querida es una gran pérdida y también deja una enseñanza a quien sobrevive, “Ya pasamos la pandemia, un temporal y para algo sobrevivimos, ¿qué puedo hacer que valga la pena? Los seres humanos juzgamos todo de forma dualista, algo está bien o está mal y está permitido que nos sintamos mal, pero hay un momento en que esa sensación tiene que tener una decisión, hay personas que me aman y quieren verme en otra emoción. Se puede estar triste dos o tres días, lo que cada uno necesite, pero no toda la vida, si tenés de regalo la vida, está bueno que valga la pena”, afirmó.
“Y a veces, no hace falta nada tan extraordinario. En mi caso, después del temporal, mi casa era un caos. Cayeron muchos árboles, así que llamé a mis hijos y nos pusimos a limpiar el jardín y alrededores. Ya tener una mejor visión por la ventana me daba la sensación de que algo hice para cambiar la situación”, añadió.
“Todos vivimos situaciones de dolor y de felicidad, porque la vida es un ciclo, pero ¿cómo hacemos para poder transitar sin ansiedad y con confianza?”. Para responder esta pregunta, Lliteras trae a colación la expresión: esta persona no está mostrando su mejor versión. Y agrega otra consulta personal ¿Estoy siendo la mejor versión de mi misma?
En general, los valores se ponen a prueba cuando hay desafíos que enfrentar, “cuando elegimos ser fuerte cuando estamos en una situación que nos invita a ser débiles, ser honestos cuando tengo la posibilidad de no serlo, si el almacenero admirará la honestidad es en este momento que se pone a prueba su valor”, ejemplificó.
Así, en el diálogo presentó la frase: El éxito más allá del éxito y explicó: “El éxito tiene que ver con quién soy cuando me enfrento a un desafío que pone en juego mis valores. Cómo voy presentar mi mejor versión ante una situación. Me puedo tomar el tiempo para estar triste o enojada, pero después, me hago cargo de mi accionar independientemente del resultado. Porque elijo ser honesta, aunque el almacenero no lo sea, elijo ser generosa, aunque el vecino no lo sea”.
Una de las definiciones conclusivas fue: “Cada uno hace lo que ‘corresponde’ de acuerdo a su sistema de creencias, por eso digo respeto tu forma de ser y mi código moral. Entendiendo que el código moral del otro puede ser diferente”.
“Muchas veces somos oradores de lo que deberían hacer los demás y se trata de lo que estoy yo estoy decidiendo, de lo que estoy eligiendo ser. Si quiero un mundo de paz, tengo que ser paz, si quiero justicia tengo que ser justa, yo tengo que encarnar lo que quiero que sea el mundo”, concluyó.
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