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Servir al poder criminal, morir impune
Categoría: Interés general

La muerte suele tener un valor en sí misma para algunas personas. La muerte digna, es la que da brillo a una vida de lucha y de empeño, de compromiso con la humanidad, la que enaltece a esas personas.
Murió Guillermo Federico Madueño. Nada más lejos de la dignidad. Nada más lejos de lo humano. Nada más lejos del compromiso, como no sea el de su servilismo profesional, personal e ideológico con el genocidio. Guillermo Federico Madueño ha muerto impune. Por sus crímenes, como parte del plan de extermino llevado adelante por las Tres Fuerzas Armadas entre 1975 y 1983, no habrá de pagarlo con la cárcel común. Ni siquiera permaneció una hora entre rejas. Ha contado con la anuencia de jueces, cuyos criterios judiciales son la complicidad y la “comprensión” de sus cambios de conducta al presentarse ante la justicia, como dijeran al darle la excarcelación al genocida Lawless, luego de profugarse un año.
Guillermo Federico Madueño, otro muerto impune. ¿Y van…?.
Este ex juez federal de la dictadura cívico militar genocida, que al decir del jefe de los asesinos Acdel Vila se reunían encubiertos en reuniones sociales para monitorear la acción criminal que llevaban adelante en la Bahía del Silencio. Este ex juez federal, que entre otras cosas rechazaba los habeas corpus de los familiares que buscaban a los desaparecidos bahienses, realizaba audiencias en la Unidad 9 de La Plata, para preguntarles a los presos políticos si sabían quienes los habían secuestrado un año después. Fue sucedido por otro ex juez federal de la misma asociación ilícita, también partícipe de la acción del Terrorismo de Estado en la ciudad, muerto no hace mucho: Jorge Francisco Sutter. Además, asesor de los genocidas durante los Juicios por la Verdad que llevamos adelante entre 1999 y 2000.
Criminales de esta calaña y otros peores, si es posible calificarlos así por sus crímenes contra la humanidad, gozaron y gozan de todos los derechos que nunca le otorgaron a sus víctimas indefensas, atadas y torturadas, a las que luego desaparecieron, a las que asesinaron en enfrentamientos fraguados que “legalizaron” con autopsias falsas, legitimando al mismo tiempo el robo de los niños nacidos en cautiverio como los de Graciela Izurieta y Graciela Romero de Metz en el CCD La Escuelita. Quizá sea por eso que los jueces que intervinieron desde su detención, luego de profugarse, fueron “flexibles” para permitir que muriera no solo impune sino como un ciudadano honesto y digno. Criterio que utilizan también cuando valoran como insuficientes las pruebas para otorgar faltas de mérito o libertades, cuando lo que se juzga es la participación en un plan de exterminio en distintos niveles de acción criminal.
A cinco años de iniciada la instrucción para los juicios en Bahía Blanca, sólo se tiene como resultado hasta ahora la muerte de estos asesinos como si la dignidad hubiera sido un valor en ellos. Es bueno recordar hoy y aquí algunos nombres. Álvarez Canale, Tentoni, Argañaraz, Fernández, Planes, Martínez, Velazquez, Torterolo, como los jueces que llevaron y llevan adelante el trámite de la impunidad. Sin un juicio oral, sin una fecha para juicio oral, con el 70 por ciento de los imputados “detenidos” en su casa o excarcelados, sin ningún control de sus movimientos y relaciones. Mientras, Jorge Julio López está desaparecido y también la impunidad de sus desaparecedores está en vigencia. ¿Por casualidad? ¿O era que la casualidad no existe?
Quizá sea por eso que la Corporación del Comercio y la Industria, por boca de su mesa directiva presidida por Jorge Bonacorsi, en línea histórica con la complicidad y reivindicación del genocidio de La Nueva Provincia, ha planteado públicamente hace un tiempo que “hay que dejarse de joder con esto”, o sea juzgar a los genocidas. ¿Qué tiene escondido la Bahía del Silencio en su relación con ese pasado, en su enriquecimiento personal o de minorías sociales con poder?
Habremos de seguir buscando la Verdad, desde la Memoria y llegar así a la Justicia verdadera, no importa cuanto tiempo nos lleve.
Guillermo Federico Madueño ha muerto pero a los que quedan -civiles o militares- como decimos en las marchas “… como a los nazis les va a pasar, adonde vayan los iremos a buscar”.

Eduardo A. Hidalgo es secretario general de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos de Bahía Blanca.

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2010-09-12 00:00:00
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