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Manejo defensivo
Categoría: Interés general

En estas líneas quisiera abordar la situación sobre cómo actuar cuando un vehículo “muerde” la banquina
Esta situación se da comúnmente cuando un vehículo, ante una distracción del conductor, ya sea por cansancio o por adormecimiento, o por alguna otra eventualidad, se sale de su carril y pisa la banquina adyacente quedando sus ruedas del lado derecho rodando sobre la misma.
Ante esta situación, una gran parte de los conductores hace lo que jamás debe hacerse, que es “pegar el volantazo”, esto es dar un golpe de volante hacia la izquierda. Esto hace que el vehículo se cruce de carril en un ángulo muy agudo y salga despedido hacia la zona de camino, atravesando taludes y terreno en condiciones desparejas para finalmente producir el vuelco del vehículo, con consecuencias funestas para el conductor y pasajeros del mismo.
Está comprobado que cuando un vehículo se desplaza a alta velocidad, lo que conduce a un “cruzamiento” del mismo sobre la calzada no es la altura del descalce entre pavimento y banquina, sino la brusquedad con que se aplica el “volantazo”. Un vehículo moderno puede “caer” en una banquina descalzada -aun siendo este descalce importante- y salir airoso de esta coyuntura en un 95 por ciento de los casos, si se efectúan las maniobras adecuadas.
En estos casos, el conductor debe conservar la calma y “dejar que su auto fluya”, esto es, dejar que el vehículo se desplace en una línea recta paralela al camino, manteniendo firme el volante, con las ruedas de la derecha rodando sobre la banquina y las ruedas izquierdas sobre el pavimento. Se debe soltar el pie del acelerador y no se debe aplicar los frenos inmediatamente, hasta sentir que se vuelve a tener el control del vehículo. Luego, aplicar moderadamente los frenos hasta llegar a una baja velocidad (unos 30 o 40 Km/h), momento en que se podrá intentar subir nuevamente a la calzada, previo chequeo vía retrovisores de que no se está acercando otro vehículo desde atrás.
Esta maniobra, que si bien puede causarle algún daño menor en la suspensión del automóvil, pérdida de alguna taza, desalineación del tren delantero y alguna incomodidad en el interior del vehículo, le salvará la vida, para llegar a su destino final donde podrá contar la anécdota a sus amigos.
En tal sentido, ante estas circunstancias, el lema es: “Es preferible perder una taza y no perder la vida”.

Gustavo Torres es jefe del Distrito 19 de la Dirección Nacional de Vialidad.

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2010-07-11 00:00:00
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