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La mar no está serena
Categoría: Interés general

Un museo que funciona de puertas abiertas a la comunidad whitense, y transparenta su objetivo en “mantener y generar relaciones con la comunidad, que estén basadas en las reflexiones, intervenciones y acciones, porque el presente es mucho más inestable que el pasado, asumimos el compromiso de esa inestabilidad”.

Abrimos la puerta y nos reciben los azules y verdes de los sifones en una cocina amplia y cálida. Este espacio que liga “el mundo de la vida cotidiana y el mundo de la producción, también visibiliza las formas de comer, de trabajar, de cocinar, de usar la palabra”, convence Sergio Raimondi, director del Museo del Puerto.
El 2010 impuso qué se hacía con los 200 años de historia argentina, con este interés, se destacan dos proyectos. Las empanadas historiográficas que ofrecieron mediante los sabores una excusa para hablar de los saberes y momentos de los modelos económicos nacionales, permitieron experimentar mediante el roquefort, la renta financiera; la carne cortada con cuchillo, el relleno agro-exportador o la carne picada a máquina, el modelo agro- industrial. Y la cocina vuelve a cumplir nuevas funciones, y funciones tradicionales, uniendo el mundo externo pensado para los hombres y el ámbito de la casa como estancia interna femenina.
Siguiendo la temática del Bicentenario, los talleres escolares hicieron eje en “200 años, 4 objetos”, en los cuales una botella de aguardiante, una lata de té, una lata de aceite lubricante y una botella de aceite de plástico, revelan lo doméstico y lo productivo y crean tensiones, y reflexiones a discutir. En estas dinámicas participaron 15 instituciones educativas en 17 talleres, con 2 mil jóvenes y docentes presentes.
Una curiosa visita durante el mes de noviembre sorprendió positivamente a la gente y amigos del Museo del Puerto. Un grupo de museólogos y estudiantes avanzados de la carrera de Museología del ISFT N° 8 de La Plata, recorrieron la ría, conocieron el Puerto Piojo de la mano de Walter Stankunas y Silverio Discioscia, pescadores artesanales, y además armaron y desarmaron la muestra municipal.
“Aquella persona que lo visite por primera vez, se encontrará con un edificio y un entorno perfecto, no puede ser otro el lugar para alojar el Museo, no existe ruido visual ni sonoro, todo es equilibrio, nada perturba ese momento tan especial del primer encuentro”, describe José Manuel Paladino Geist, uno de los visitantes calificados.
A
demás, intervinieron en la dinámica de las visitas del fin de semana, viajaron en el tren obrero y hasta se pusieron a revisar y cuestionar una botella de aceite.

Y en la cocina…
La oreja fue el sentido privilegiado a la hora de preparar la comida y, también, de comer. Por eso, las cocineras que participaron debieron pensar en su trabajo, al ritmo de la música, el silencio o el juego de sus hijos o nietos. Se impusieron las jornadas de chocolate y tortas, y los sonidos durante fines de semana de los visitantes de siempre y los nuevos concurrentes que llegaban en el tren, mientras se encendían las notas en el acordeón de Chiche Ursino, o el teclado del municipal Daniel Loverde o la rockera Masturbanda.
Desde la mirada externa, parece que el mensaje es claro, según Paladino Geist: “La cocina del Museo es el soporte del mensaje que el Museo transmite, es la memoria del puerto, de sus inmigrantes, sus pescadores, de esas personas que hicieron y hacen el White cotidiano y están presentes en cada receta, en cada canción, en cada relato, en cada plantín, en cada rincón”.
La misión principal, según Raimondi, es “conmover, emocionar, donde la reflexión y el sentimiento pueden convivir y hasta ponerse a dialogar”.
En los talleres con los trabajadores se repusieron postales, una tarea orientada por los relatos de tres pescadores, una cocinera de las Cantinitas y un estibador. Los artistas fueron 80 chicos que contaban entre 6 a 14 años, y que cursan sus estudios primarios en escuelas de la localidad portuaria. Se reunieron un rato antes de la procesión de San Silverio en el parque central de la institución, y después de diálogos y relatos, pintaron postales en la cocina. Los dibujos logrados constituyeron los saludos de fin de año.

“Como pez en el agua”
 Raimondi afirma que el Museo aprende y construye herramientas pensando la cultura como un espacio político. Todavía “hay que discutir muchas cosas”, marcados por la década del 90, donde se quiebran las maneras de ver el país, un mundo ligado a lo mundial. Donde la vorágine de los cambios locales, la llegada de las empresas multinacionales, las privatizaciones, instalan debates en el Museo, como se dio entre Atilio Miglianeli y José Conte, discusiones que permiten elaborar estos cambios.
De esta forma, “se producen documentos del presente”, ya que la dinámica de lo nacional y lo local implican a los whitenses, a los bahienses y a los propios miembros de la institución. Entonces, se hace necesario registrar las asambleas, las marchas, los panfletos, los piquetes, las posiciones con un tratamiento colectivo particular, propio de una institución que piensa en lo que hay detrás, de lo que hubo… “con un ojo en el pasado, otro en la historia presente y otro, que vendrá de algún lugar y con el tiempo, en el futuro”. La materialización de esta idea se ejemplifica con la reconversión de las canzonetas en música rockera en versiones instrumentales y vocales de bandas de jóvenes locales, para traducir este estado de reconversión de la pesca artesanal.
Desde lo personal y profesional, Sergio Raimondi, quien hace 19 años que está vinculado al Museo del Puerto, recuerda que su primera tarea fue entrevistar a un croata, una experiencia que le cambió su visión de la realidad, de la historia. Y si bien los sentires y pareceres se transformaron, hay una sensación permanente, al principio, sostenida con desazón e incertidumbre, hoy transformada en una inquietud impulsora, confiesa “convivir con la sensación de todo lo que falta”.
El 2011 presenta desafíos nuevos, como la intervención de las salas; trabajar con el Ministerio de Obras Públicas como el reflejo de los modelos de Estado; y darle continuidad a otros proyectos, tales como la pesca artesanal y sus transformaciones que atraviesan la vida del puerto y la localidad. Se suman los aportes que se elaboren de la Huelga del 66, cómo repensar la cocina mediante la lectura de bolsas y repasadores.
Se tratará de relevar el vínculo tan fuerte que se dio entre comida y política, cuando Eva Perón visitó la ciudad en 1948 y fue agasajada por los trabajadores portuarios con un chupín, para registrar y organizar una serie de testimonios de quienes participaron de una comida multitudinaria y colectiva muy propia del puerto, que de hecho, por lo que se cuenta, fue preparada por los cocineros de los remolcadores.
Por supuesto, continuar con el blog, el gran logro del 2010, que refleja la consolidación del grupo de trabajo, una tarea compartida desde lo amoroso, materializado no sólo en el trabajo sino también en los vínculos, en las relaciones entre la gente de la institución, los amigos del Museo, y quienes colaboran constantemente en su sostenimiento.

El Mosconi
La Escuela de Enseñanza Media N°1, más conocida como Colegio Mosconi, dentro de la comunidad whitense e incluso entre los bahienses, “es un ejemplo aparte” según Milagros Bilbao: “Hace años que trabajamos con alumnas, alumnos y docentes de la institución. Entre ellos está muy arraigado el Museo del Puerto, un gran sentimiento de pertenencia a la escuela y una fuerte identificación con la localidad”. Participativos y comprometidos, los chicos del Mosconi hace más de 10 años que llegan al Museo para visitarlo, discutirlo, recorrerlo o, simplemente, para sacarse unas fotos antes de egresar.
Único en la ciudad con la orientación Educación Física, propone conocer la importancia del cuidado del cuerpo y la promoción de la salud, el uso creativo del tiempo libre y una relación responsable con el medio ambiente. Con una mirada inclusiva y responsable, Francisco López, director de la institución, afirma que este año “la deserción en 4° de Educación Física fue de 0 por ciento”.
Además, cuenta con otras dos modalidades: Economía y Administración y Ciencias Sociales, tradicionales recorridos educativos, como así también la propuesta para quienes quieran terminar sus estudios mediante el Bachillerato de Adultos, en el turno noche.
Las instalaciones del Mosconi incluyen un gimnasio techado con vestidores femeninos y masculinos, que permiten la actividad física en un lugar protegido. También cuenta con laboratorios de físico química, sala de audiovisuales, sala multimedia, dos salas de Informática conectadas a internet, una biblioteca bien equipada y un comedor escolar.
En cuanto a los recursos humanos, un equipo directivo de extensa trayectoria, un equipo asistencial que atiende las problemáticas sociales y culturales, y un equipo docente heterogéneo, que trabaja mancomunadamente y con continuidad en los proyectos institucionales.
Propuestas educativas para todos los jóvenes, y también, para quienes se animen a concretar estudios orientados a la Nueva Secundaria.

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2011-02-04 00:00:00
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