¿Cómo es la vida de las personas mayores de la familia en estos tiempos? Salud
física y mental, actividad y enfermedad determinan los vínculos familiares.
Mientras se piensa en el momento jubilatorio, el horizonte de posibilidades se
amplía. La persona adulta mayor alcanzó la etapa de la vida donde la crianza de
hijos e hijas ha finalizado, el mundo laboral ya no lo requiere, por lo tanto,
en muchos casos hay nuevas búsquedas. Al momento de estos cambios, las familias
también comienzan a preguntarse cómo es su estado de salud, desde lo físico y
lo mental, si requerirán asistencia o ayuda. En este aspecto, las percepciones
pueden varían y es así como ponerse de acuerdo en esta convivencia de afectos y
preocupaciones se torna parte de un largo proceso.
Independencias y dependencias
“El tema es cuándo la familia piensa que la persona está en un nivel de
dependencia, porque a veces no es lo mismo lo que manifiesta el profesional a
cargo o el mismo adulto mayor, en este punto surgen las contraposiciones
familiares”, reflexiona la licenciada Mariana de la Canal. Las asistencias en
esta etapa pueden ser mínimas, como la compañía de una persona que colabore en
los aspectos necesarios, un bastón para deambular o la necesidad de una
institucionalización cuando no hay posibilidades de tener esa autonomía plena.
Lo que en la familia piensan, lo que la persona adulta mayor desea y lo que se
puede en lo concreto, forman parte de una discusión y visión diversa. “También
aparecen problemas en la familia cuando el adulto mayor empieza a necesitar,
quiénes se hacen cargo, quiénes no, estas cuestiones surgen aunque en otro
momento estuvieran soslayadas o un nivel subterráneo”.
Un gran desafío surge para las familias, hay que readaptarse a la nueva etapa,
aunque esto siempre ocurre en la vida de las personas, y no se percibe tan
claramente; la aparición de hijos/as, los niveles educativos que cursan, las
nuevas situaciones que rompen equilibrios y marcan nuevos ritmos y procesos.
“Esto lleva mucho tiempo, porque una ruptura de equilibrio implica crisis y
duelo, por lo que ya no es. Hay personas que se niegan a atravesarlo porque se
resisten a ver que lo que surge es distinto del estado anterior, que no tiene
por qué ser peor”.
Es preferible prevenir
El énfasis está puesto en cuánta autonomía se le permite a la persona
adulta mayor y cuánta autonomía se permite, en muchos casos, no se llega a
medir a ciencia cierta cuál es la profundidad de una necesidad. Se pueden citar
muchos ejemplos, un caso habitual es la declaración que no puede limpiar el
piso porque al agacharse le duele la espalda o se marea, entonces, la familia
decide ponerle una persona que limpia toda la casa, “no es bueno que el adulto
mayor no pueda si quiera ocuparse de lo que sí puede hacer”, aporta la
profesional. Estas situaciones llaman a la depresión, al desvalimiento
anticipado, la familia debe hacer conciencia de qué lugar le está dando o no,
desde una visión progresiva, como lo marca un deterioro generalmente, que se va
dando de forma lenta, excepto irrupciones de accidentes.
“Muchas veces se asocia el deterioro con el declive normal de las funciones por
el uso”. Los buenos hábitos de vida, la alimentación, la actividad son
fundamentales para darle continuidad a una plenitud vivenciada en esta edad.
Por lo tanto, replantearse el estado del cuerpo, la mente y cómo lograr
bienestar suele recomendarse como un camino que nos llevará a una vida
saludable, incluso en el momento de afrontar el envejecimiento. En la vida
actual prima el apuro, la ansiedad y la falta de tiempo, llegar a una vejez
digna parece una meta inalcanzable, “en algún momento vamos a ser viejos, ir
preparándose para tener una adultez mayor saludable, tanto física como
mentalmente, activa, con proyectos”. Esta búsqueda de bienestar debe plantearse
desde la temprana adultez, entre los 30 y 40 años, “no es posible prepararse a
dos días de jubilarse, requiere de tiempo y preparación, existen muchos años
después de este período de edad activa; por lo menos, 20 años por delante, con
una expectativa de vida que ha cambiado muchísimo en los últimos 50 años”.
Tener conciencia de enfermedad es un punto clave, “ahora las personas se
realizan chequeos médicos, hay mayor conciencia de controlarse el azúcar, la
presión arterial, el colesterol, se realizan análisis del corazón; se sabe que
la alimentación y la actividad física es importante, que mantener una actividad
cognitiva constante también es parte de mantenerse activo, sobre todo para lo
que es prevención”. Profesionales de la salud suelen intervenir frente a la
existencia de una patología, para la profesional es fundamental la tarea de
detección temprana. “Estamos en una transición entre las ciencias que trabajan
con patología y toda una línea que propone trabajar la psicología positiva, la
resiliencia, la prevención y la promoción de hábitos saludables, hay gran campo
para trabajar, está buenísimo que empiece a generarse desde ese lugar un montón
de propuestas para el adulto mayor y para los que algunos logramos llegar a esa
etapa”. Las personas adultas mayores no pueden ser pensadas con los parámetros
de hace 20 o 30 años atrás. “Por eso es importante plantearlo, a ellos y a sus
familias, que no saben cómo abordar a estos nuevos viejos”.
* Charla “La complejidad de los adultos
mayores y sus familias” en el Centro Cultural de la Cooperativa Obrera.
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