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El Holocausto y el Derecho
Categoría: Interés general

Invitado por el Centro Raoul Wallenberg en el marco de la Muestra Permanente del Holocausto, estuvo en nuestra ciudad el juez federal de la Nación, Daniel Rafecas, para disertar sobre el “Estado de Derecho frente al Holocausto. Una perspectiva desde la Argentina”.
“Hace ocho años a un grupo de vecinos de Bahía Blanca nos pareció importante establecer esa muestra sobre el Holocausto como un marco de reflexión, como un ejercicio de la memoria, un lugar desde donde podríamos trabajar con escuelas, recibir a los chicos y tratar de trabajar sobre ese proceso que a veces se da en las sociedades de ignorancia, prejuicio, discriminación, segregación… conocemos la historia cómo terminó en el caso de la Shoá, y la idea es que la muestra trabaje para evitar que ese proceso comience”, aseguró el presidente del Centro Gabriel Amud.
Por su parte, el dr. Rafecas ocupó las primeras planas de los diarios nacionales tiempo atrás por dictar un fallo creativo como fue “condenar” a tres jóvenes que maltrataron a un chico judío a recorrer el Museo del Holocausto porteño y escuchar la verdadera historia que él mismo se encargó de contarles.

Las etapas del régimen nazi
“El proceso de destrucción del pueblo judío llevado a cabo por la Alemania nazi y sus aliados fue avanzando por etapas”, aseguró Rafecas: “La primera y fundamental fue la de identificación del pueblo judío, realizada a través de legislación, de normas, en las cuales participaron activamente muchos abogados y juristas de mi ámbito, del Derecho. Este proceso de identificación fue fundamental para dejar en claro quién iba a ser el enemigo al cual perseguir”.
La siguiente etapa fue la de expropiación, “la pauperización, el empobrecimiento del colectivo judío en el territorio del Reich a través de una catarata de decretos, resoluciones y normas por las cuales se les fue cancelando sus profesiones, sus modos de vida, sus riquezas, depósitos, sus joyas, su dinero… hasta que llegó un momento, allá por 1939, en donde una colectividad que estaba claramente embarcada en la clase media alta de la sociedad alemana, en muy pocos años terminó siendo un grupo reducido a la pobreza, clamando por oportunidades de trabajo y embarcada en un proceso formidable de búsqueda de emigración”.
“Luego vino la etapa de concentración, en la cual el pueblo judío fue paulatinamente eliminado de la vista de sus vecinos no judíos. Fue trasladado a zonas o barrios de las ciudades alemanas donde pasaban a ser invisibles al resto de la comunidad y en los territorios ocupados, comenzada la segunda guerra mundial, a través del levantamiento de los ghettos”, donde murieron centenares de miles de personas “a partir de enfermedades como el tifus o la disentería, el hambre, la sed, y de los castigos y ejecuciones perpetradas por los guardias, policías o las SS locales”, explicó el juez.
Ya en guerra vino la deportación: “Los habitantes judíos de las ciudades alemanas un buen día dejaron de pisar el suelo alemán. Según el régimen nazi, Alemania tenía que quedar libre de judíos (…) por eso fueron trasladados a ciudades como Lotz o Riga donde muchas veces al bajar de los andenes fueron fusilados o comprimidos aún más en los ghettos de estas ciudades”.
“Luego de este proceso de identificación, expropiación, concentración y deportación, la última etapa fue el exterminio físico de la población judía” acompañado de un proceso de confiscación donde se les sacó a las víctimas todo lo que tenía algún valor económico: ropas, monedas, joyas, cabellos y dientes de oro…
Finalmente, en el sur de Polonia, “se levantaron establecimientos industriales con chimeneas, con transporte, con logística, con un perfil muy parecido a las industrias, que fue llevado a cabo en el máximo secreto por parte de las autoridades del régimen y comenzaron a funcionar. ¿Cuál era el objetivo? La lógica del mercado, tenían una motivación de reducción de costos y de aumento de los beneficios”. Se utilizaba el montaje en cadena y tenían un producto final que no era otra cosa que los cadáveres de las víctimas del Holocausto.

Triple Compromiso
Tras realizar el anterior análisis Rafecas destacó que tenemos un triple compromiso con lo sucedido en el Holocausto y la preservación de su memoria: el primero de ellos “simplemente por pertenecer a la especie humana”; luego “por pertenecer a la sociedad moderna” entendiendo que Auswitch y el resto de los centros de exterminio no hubieran sido posibles sin el iluminismo, “la lógica de la fábrica” (el fordismo), la burocracia y las teorías imperialistas; y por último, el sólo hecho de ser argentinos que nos carga del lamentable comportamiento de “neutralidad“ para con el nazismo durante la segunda guerra y luego como receptor de prófugos del régimen que dieron su ejemplo a nuestros propios genocidas.

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2007-11-03 00:00:00
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