Distintos referentes del ámbito local de la Salud se reunieron en el Concejo
Deliberante a fin de trabajar para poder regular el funcionamiento de los
llamados hogares asistidos. Estos lugares son destinados a pacientes de salud
mental en concordancia con el objetivo de externalizar que tiene justamente la
nueva ley de salud mental.
En Bahía Blanca, como seguramente en otros lugares del país, existen los
llamados hogares asistidos los cuales son destinados a pacientes de salud
mental que viven allí con supervisión pero manejando sus propios horarios. Esa
modalidad se diferencia de lo que puede ser una internación en una institución
psiquiátrica y justamente la nueva ley de salud mental lo que busca es la externalización.
De allí a que existan estos hogares asistidos pero lo que se necesita es una
regulación de los mismos para que no ocurra lo que en algún momento se habló de
los geriátricos. Es decir, se precisa una regulación del funcionamiento de los
hogares para que no los haya ni clandestinos ni con más personas que las que
realmente están en condiciones de alojar.
En el Concejo Deliberante se llevó a cabo una primera reunión de la que
participaron representantes de la justicia, de la Secretaría de Salud municipal,
del Hospital Penna, de hogares y de la Pastoral de Salud de la Arquidiócesis de
Bahía Blanca. También estuvo la concejal Aloma Sartor (Bloque Unión Cívica
Radical) y Gisela Ghigliani, presidenta de la Comisión de Salud Pública del
Concejo (Bloque Frente para la Victoria – PJ).
Según indicó Sartor al área de Prensa del deliberativo local: “La intención, es
coordinar esfuerzos y trabajar en el armado de redes con el objeto de aplicar
los recursos que se poseen desde las distintas jurisdicciones para regular y
optimizar el funcionamiento de los hogares”. El funcionamiento de algunos
hogares a cargo de privados, dijo Sartor, merecen ser revisados.
Por su parte, EcoDias entrevistó a la concejal Gisela Ghigliani quien explicó:
“En realidad en el marco de la nueva ley de Salud Mental que cambia
absolutamente el paradigma de lo que debemos hacer como equipo de salud, como
sociedad con personas que pueden tener algún tipo de sufrimiento en la salud
mental, con toda la variedad que uno conoce desde lo que era un trastorno
psiquiátrico clásico, depresión, etc, lo que necesitaba internación hoy uno
trata de externalizar. O sea que estas personas puedan ir adquiriendo la mayor
capacidad y autonomía para auto valerse, para tomar las decisiones propias,
siempre en un marco de que habrá personas que exclusivamente con una
supervisión mínima puedan hacerlo, otros con supervisión mínima y tal vez un
tratamiento farmacológico, otros por ahí con un seguimiento un poco mayor. En
esa lógica entra esto de los hogares asistidos, entonces salimos de lo que es
el manicomio como lo conocía la gente y aparece la palabra nueva de
desmanicomialización que son estas personas puestas en pequeños hogares con una
infraestructura normal, que alojen X cantidad de personas de acuerdo al número
de habitaciones, baños, etc.”.
Una institución que interna personas tiene horarios fijos para que los
pacientes se alimenten, se bañen y reciban visitas. En cambio, en los hogares
asistidos, los pacientes deciden sus propios horarios para sus actividades y
rutinas: “En esa lógica aparecen estos hogares. Lo que pasa es que queda
siempre un gris y un poco podemos parangonarlo con el tema de los geriátricos
en ver quién controla, quién supervisa, quién mira”.
Ghigliani nombró tres modalidades que existen en Bahía Blanca. Una de ellas es
el PREA (Programa de Rehabilitación y Externación Asistida) “que eran pacientes
que se externaban del Hospital Penna y van a vivir a un hogar con una persona
que lo asiste, lo acompaña a los controles, etc. Hoy habrá siete, ocho personas
en esa situación”.
Hace un tiempo apareció en escena la ONG Saludablemente que trabaja en la
materia: “También ellos están acompañando este proceso. Estas dos modalidades
son las que están más vistas, supervisadas e internalizadas entre todos”.
La tercera modalidad son los mencionados hogares asistidos en donde la
dificultad radica en saber, por ejemplo, cuántos hay, qué cantidad de personas
alojan y demás cuestiones que necesitan de regulación: “Se presentaron acá en
el Concejo, dos señoras que trabajan en la Pastoral de Salud, planteando esto
de que ellas habían visto uno o dos pacientes con alguna situación de su salud
mental que necesitaban este tipo de alojamiento, pero no veían que estuvieran
supervisados y contenidos tal cual uno pretende”.
Evitar poner en riesgo al paciente
En cuanto a la legislación existente sobre hogares asistidos, permite que
estén a cargo de particulares pero “lo que sí habla claramente tiene que ver
con las supervisiones, el control, los profesionales, acompañantes terapéuticos
y esta cuestión de la autonomía. Lo principal es si estas personas se pueden
reinsertar laboralmente, algunos por ahí tienen una pensión y pueden hacer su
vida, o sea no repetir el modelo manicomio de internación porque si no estamos
dispersando recursos para que se replique un modelo en mini instituciones”.
En su momento la ONG Saludablemente había presentado un proyecto para
contribuir en la cuestión: “Nosotros de acá les habíamos otorgado un subsidio
para que se puedan pagar su alquiler y ellos trajeron un proyecto para mostrar
que lo presentaron en la Secretaría de Salud cuando estaba Palomo (Diego, ex
secretario de Salud) y que quedó en la nada, que era de unos pequeños tipos de
casas que se ha implementado en Florencio Varela y en otros lados donde está la
modalidad de poder vivir dos/tres personas con una supervisión. Son pacientes
que pueden tomar su medicación y hay distintos grados de dependencia”.
Según Ghigliani los participantes de la reunión coincidieron que se necesita un
control para evitar riesgos en los pacientes: “Todos estábamos más o menos de
acuerdo en lo teórico que la verdad que la lógica de trabajo de geriátricos es
población que termina corriendo riesgos también, entonces sería eso, armar una
legislación con la co responsabilidad que le toca a Región, como por ahí
rectoría y eso y lo que tiene que ver con habilitaciones, la parte edilicia y
evitar el hacinamiento, la municipalidad. Se podría inspeccionar en conjunto”.
Ahora bien, el tema no acabó en ese encuentro inicial sino que se produjo otro
que contó con la presencia de autoridades de Región Sanitaria y de la Red de
Salud Mental. Sobre lo hablado se señaló que hubo avances en cuanto a la
conformación de un registro de estos hogares para saber la cantidad, el número
de personas allí alojadas y el perfil que posee.
Por tal motivo, EcoDias consultó a la concejal Aloma Sartor sobre dicha
reunión: “Me parece que ha sido importante, ha venido quien está a cargo en
Curaduría de estos temas, de estas personas que la ley de salud mental intenta
incluir en la sociedad, ya no tenerlos en instituciones, separadas. Eso ha sido
un avance enorme desde la ley de salud mental pero que por supuesto requiere
que esto no signifique el abandono y que estén en casas, en hogares asistidos,
en hogares cuidados que ni siquiera tienen nombre. No tenemos un nombre común,
ese fue uno de los temas que tratamos, no sabemos cómo llamarlos porque no
tienen nombre estas casas. Tenemos que empezar a ponerle nombre a estas cosas
porque no tienen nombre, entonces no podemos pedir recursos para algo que no
tiene nombre, no podemos ponerlo en agenda”.
SI bien aquí los hemos llamado hogares asistidos también se los puede conocer
como hogares tutelados pero no cuentan con una denominación específica: “No tenemos
por ejemplo un registro de todas las casas, es similar al tema de los
geriátricos, tenemos sí algunos hogares que están bajo programas como el PREA y
otros sobre una ONG que trabaja muy bien que esos sí son hogares que están
visibles y que se sabe en qué condiciones están, que están bien con muchísimo
esfuerzo inclusive por parte de la fundación. El problema son los otros hogares
que han ido creciendo en tamaño entonces hay algunos que tienen entre 20 y 30
personas entonces cuando ya se entra en esa situación ya se empiezan a tomar
condiciones de institucionalidad”.
Según Sartor, son aproximadamente 150 personas las que se encuentran en
distintos hogares. El compromiso para confeccionar un registro es importante no
solo porque estamos hablando de salud mental sino también porque con los datos
se pueden dictar pautas para saber qué recursos económicos se necesitan para
que las personas vivan dignamente: “En un proceso de transición y de
acompañamiento porque de lo que se trata es que estas personas se integren a la
sociedad, que a lo mejor puedan desarrollar un trabajo, que puedan tener esa
integración pero para eso tienen que tener condiciones dignas de vida,
acompañamiento profesional, etc. Hasta ahora lo que se ve es que hay una gran
fragmentación de actores trabajando así que este espacio los empieza a
encontrar”.
Reparación histórica
“El otro tema que salió como una propuesta y lo vamos a seguir trabajando
es el concepto de reparación histórica para aquellas personas que el sistema
anterior las institucionalizó por 20, 30 años. Es muy interesante el concepto
para trabajarlo en una ley por supuesto pero hay que pensarlo bien porque las
personas están desprotegidas entonces si vos pensás en recursos económicos
puestos para ayudarlas, tenés que en paralelo pensar estrategias para que no
haya aprovechadores”.
Para tener una idea de lo que significa la reparación histórica, ejemplo de
ello son las víctimas de la dictadura, los familiares de desaparecidos o ex
combatientes de Malvinas para quienes una parte de la reparación viene a través
de aportes monetarios. En el caso de la salud mental, sería para ayudar a
aquellas personas que han sido internadas durante años con las consecuencias
que eso puede traer hoy para la vida de cada una de ellas en todos los ámbitos
de la misma ya que el retorno a la sociedad no es en condiciones igualitarias a
las del resto: “De ahí viene el término reparación, en este caso es lo mismo
porque la verdad que las políticas estatales que se usaban y que era la forma
en la que se entendía la enfermedad mental, era encerrarlos, separarlos de la
sociedad. Después se aprendió que eso es un espiral que imposibilita cada vez
más a la persona y que por supuesto la enferma.
Entonces estas personas que han estado en esta condición, la verdad que ahora
tienen agravada su enfermedad inicial y ese agravamiento lo generó la propia
institución”.
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