Aromáticas, flores, árboles y plantines
hacen un guiño en el amplio predio del Parque de Mayo. El vivero Rayen Piuken
está dirigido por un equipo de 14 personas con discapacidades que enriquecen la
tierra mediante la integración y la inserción laboral.
Una caminata por uno de los paseos más grandes de la ciudad deja entrever un
portal de ingreso antes de llegar al rosedal. Hay una camioneta, unas
bordeadoras, trabajadores ordenando herramientas y más allá un sendero. La
huella conduce a una hilera de plantas y flores. Después uno puede descubrir un
oasis.
Tierra fértil
«Son personas con distintos tipos de discapacidades, la mayoría tiene una
discapacidad mental leve, son variadas, cada una tiene una patología distinta y
un comportamiento social distinto» cuenta la ingeniera Tamara Mas.
Respecto a su trabajo, que comenzó en el mes de septiembre, asegura que
«estoy a cargo de los chicos del vivero y del sector vivero de Parques. En
realidad, ellos ya conocen las tareas que se realizan, una labor de guía,
organizarlos en el trabajo, estar atenta a las necesidades de cada uno,
escucharlos, gestionarles el trabajo, reconocer los momentos de repiques,
siembra y cosecha».
El grupo de trabajo recibe capacitación laboral desde la formación profesional,
con el apoyo técnico de Jorge Canoni. «El curso se terminó en diciembre,
pero la continuidad de la huerta sigue y ellos siguen trabajando acá, seguimos
manteniendo la huerta». Hasta donde te alcanza la visión todo es verde y
el olfato es sorprendido por el romero, la salvia, el poleo, la menta y la
inmensidad de flores de estación. El paisaje del vivero incluye invernadero,
huertas, hileras de árboles y un sauce con un juego de jardín, un pequeño
refugio de material y piletones de tierra fértil.
La selección de plantas, aromáticas y frutos de huerta se realiza de acuerdo a
las necesidades. «Los plantines de flor van a parques, escuelas, a Plaza
Rivadavia, por eso articulamos con Parques, se necesitan flores vamos para
allá, las huertas se arman y muchas veces cuando vienen las escuelas nos piden
tal o cual planta y se las mandamos. Tratamos de realizar plantaciones, después
vamos, coordinamos transporte para el grupo y de esta forma, ellos ven lo que
producen, para que sientan que van a un fin efectivo. Hay plantas para arbolado
urbano y espacios públicos, en general. A veces el grupo propone. Hagamos
cactus. Y hacemos, eso que es de interés más particular».
El trabajo permite la coordinación con otras instituciones, «hace poco
tiempo fuimos hacer plantaciones a Villa Rosas. Estuvieron presentes chicos de
un jardín de infantes, conversaron sobre lo que hacen. Depende la cantidad de
plantas que llevamos se arma la comisión. Van rotando para que todos conozcan
la experiencia».
Habitantes
Dos pequeños gatos grises son los nuevos residentes del vivero, todavía sin
nombre aún tratan de adaptarse al ambiente. El predio cuenta con diversos
sectores diferenciados. Las canchas son los lugares donde están las plantas más
grandes, ructificadas, las actividades que requieren son de mantenimiento,
barrido y desmalezamiento de macetas. Algunas ya están para plantar, otras
necesitan un tiempo más de crecimiento, lo que se hace es conducirlas,
guiándolas en un tallo principal, se las va sacando ramas y hojas que van
creciendo de abajo, para armar la copa. Próximo a las huertas está el
invernadero, sitio donde se realizan siembras en cajones y se crean los
primeros plantines a resguardo de los cambios climáticos bruscos.
El vivero tiene sus propios ritmos cotidianos. La tarea del grupo se realiza de
lunes a viernes a la mañana, con horario de invierno y verano. A pesar de
congregarse de 8 a 12, en estos días calurosos cierran la jornada sobre las 11
y en invierno, suele retardar la llegada por el frío. «En verano nunca se
repica los viernes porque sábado y domingo está sin regar. Por eso, lunes y
viernes son días de riego. Ellos mismos llegan y buscan las regaderas. Después
que llueve se aprovecha que está blandita la tierra y sacamos yuyos. Como el
lugar es amplio, nos vamos dividiéndonos, quién tiene más compatibilidad con
quién trabajando, se organizan en grupos según sus afinidades».
Sobre la mesa de trabajo, junto a la pileta y la canilla ya están listas las
bolsas con verduras. «Los días de cosecha vamos con Jorge y algunos de
ellos que quieran hacerlo. Después, se lleva cada uno sus verduras a la casa,
la idea es que vayan incorporando hábitos alimenticios. Es un trabajo que los
educa desde la salud. Incluso, a las 10,30 hs realizan ejercicios de
estiramiento, el momento está guiado por cada uno y se turnan para hacerlo. En
esta época, van a pileta con la colonia de vacaciones». Dar una vuelta por
los canteros y filas y preguntar el nombre de plantas familiares a la vista o
exóticas por ajenas. «Muchos preguntan sus nombres científicos»
agrega Mas, «muchas de las semillas nos llegan por INTA», cuenta
Jorge Canoni.
Rosas de Siria, conejitos, mariposas, pájaros, pinos, morrones, cilantros,
tomates, zapallos quedan detrás, sin embargo, irse es llevarse todos esos aromas
en la ropa, en la piel y en el pensamiento. El vivero Rayen Piuken demuestra en
lo oculto y en lo que deja ver su plenitud.
> Directora
Valeria Villagra
> Secretario de redacción
Pablo Bussetti
> Diseño gráfico
Rodrigo Galán
> Redacción
Silvana Angelicchio, Ivana Barrios y Lucía Argemi
> Difusión en redes sociales
Santiago Bussetti y Camila Bussetti
> Colaboradores
Claudio Eberhardt
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