El dueño de una cadena de supermercados, Ricardo Martinelli, obtuvo una ventaja amplia en las elecciones presidenciales del pasado domingo en Panamá. Su grupo político, “Alianza por el Cambio” alcanzó casi el 60% de los votos emitidos y confirmó lo que vaticinaban las encuestas: la derrota del gubernamental partido Revolucionario Democrático fundado por Omar Torrijos.
Martinelli, un magnate de 57 años formado en Estados Unidos se ha movido como un populista de derecha y ha empleado enormes sumas de dinero en la campaña. Algunos ven en este descendiente de italianos gestos y actitudes similares a las de Silvio Berlusconi Las consultoras contratadas le hicieron aparecer como una persona próxima a los sectores más empobrecidos. Su campaña electoral tuvo dos elementos fundamentales: dinero y promesas. Con ellos logró revertir el resultado de las anteriores presidenciales, donde quedó último en los comicios que ganó Torrijos.
La sociedad panameña resultó permeable a ese despliegue y Balbina Herrera que aspiraba continuar la gestión de Torrijos (el hijo del general fundador del partido) apenas pudo rozar el 40% de los sufragios. Ricardo Martinelli dijo que será el presidente de todos y que “hará el cambio que Panamá espera”. Deberá continuar el proyecto de Torrijos de ampliar la capacidad de navegación del Canal, una de las principales fuentes de divisas del país. Pero también tendría que disponer los medios para una distribución más equitativa de la riqueza.
El país tuvo una etapa de bonanza económica con la gestión socialdemócrata, pero sus beneficios no llegaron a los sectores populares. Una de las promesas del futuro gobernante panameño es “que habrá trabajo para todos”. A eso apostó una gran parte de los panameños que se debaten entre la pobreza y la marginación y que hasta ahora eran la base electoral del derrotado Partido Revolucionario Democrático de Torrijos.

Por Carlos Iaquinandi, Agencia SERPAL, Servicio de Prensa Alternativa. www.serpal.info