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Un ex obispo podría agrupar a la oposición

En nuestro anterior “Mirador” compartimos con los lectores un pequeño análisis de los cambios ocurridos en el continente a partir de más de una decena de procesos electorales. Y lo titulábamos “Algo se mueve en América Latina”. Pues bien, una de las piezas inamovible de ese mosaico de naciones, Paraguay, parece sumarse a la tendencia.
Desde que el Gral. Alfredo Stroessner se hiciera con el poder a mediados del siglo pasado, el país quedó bajo el control del ANR (Partido Colorado), unas estructuras políticas con firmes vínculos con la jerarquía militar. Décadas de dura represión (Stroessner gobernó desde 1954 a 1989), y mínima tolerancia de cualquier disidencia, permitieron a los Colorados convertirse en sinónimo de gobierno. En el año 89, el número 2 del ejército, y a la vez consuegro de Stroessner, dio un golpe incruento y se hizo con el poder, alegando que lo hacía “por la dignidad de las FFAA” y para “preservar la unidad del Partido Colorado”.
Pero el golpe palaciego del Gral. Andrés Rodríguez, sólo desplazó el personalismo del dictador pero no alteró la base del poder que siguió bajo el absoluto control de los colorados. Comenzaba el “stronismo” sin Stroessner. La oposición, siempre débil y fragmentada no alcanzó nunca a organizarse como para poner en riesgo esa continuidad. Los últimos y recientes comicios municipales demostraron que la maquinaria colorada sigue ganando con amplitud en las principales ciudades del país. Incluso esa victoria alentó la posibilidad de que Nicanor Duarte, el actual presidente, estudiara la posibilidad de reformar la Constitución para poder presentarse a la reelección.

Una larga historia
Las zonas campesinas del Paraguay tienen una larga historia de reivindicaciones, y han sido el movimiento social más consecuente en su lucha a pesar de las difíciles condiciones para ejercer sus derechos a expresarse. A pesar de haber sido reiteradamente reprimidos, detenidos y dispersados en regiones alejadas a las de su origen, los campesinos han logrado crecer en su organización. Este proceso ha contado con el apoyo decidido de sectores de la Iglesia comprometidos con los reclamos de los trabajadores del campo.
Una de las diócesis más involucradas en esas luchas ha sido la del departamento norteño de San Pedro, de la cual fue obispo hasta el año 2004 Fernando Lugo. Fue el Papa Juan Pablo II quien aquel año “invitó” al obispo a que presentara su renuncia. En ese momento se afirmó que el propio gobierno paraguayo había movido todas sus influencias para conseguir el alejamiento de Lugo.
Desde entonces, el ex obispo se manifestó más libre en su compromiso con las Comunidades Cristianas de Base y el Movimiento Campesino. Pero el paso decisivo lo ha tomado después de Navidad, al anunciar su decisión de abandonar el estado clerical para ingresar activamente en la política. En una conferencia de prensa realizada en la casa paterna en la ciudad de Encarnación, 370 Km. al sur de Asunción, confirmó públicamente esa decisión y señaló que está dispuesto a competir como candidato presidencial en las próximas elecciones que deben celebrarse en el año 2008.

Sesenta años de gobiernos “colorados”
Puede decirse que desde este primer pronunciamiento, Fernando Lugo ha utilizado un lenguaje claro que comienza a resonar en todos los rincones del país. El ex obispo de San Pedro, al anunciar que presentó su renuncia al estado clerical, afirmó “ahora el Papa puede resolver aceptar mi determinación o me puede sancionar, pero ya estoy en la política”. Y ante quienes pretenden encuadrarlo políticamente, afirmó que “no pertenece a la derecha ni a la izquierda”, porque “en Paraguay sólo hay quienes robaron y quienes fueron víctimas del robo”.
Todo indica que Lugo, que tiene 55 años de edad, intentará liderar una concertación que tenga posibilidades de terminar con la hegemonía del gobernante Partido Colorado. En ese sentido, ya hizo un llamado a los dirigentes opositores “para que depongan toda clase de actitud dogmática o sectaria”.
Hace un mes un foro de dirigentes sociales, sindicales, campesinos e indígenas había pedido a Lugo que fuera candidato presidencial para las próximas elecciones. Su actitud no deja dudas de que ha aceptado el desafío: “Pido al pueblo que ejerza con coraje su condición de soberano y que se sume, sin temor, a esta gran cruzada para limpiar a la República de la maleza perversa que la condenó a esta lamentable situación de abandono», afirmó en su mensaje radiotelevisado. Esta irrupción del ex obispo comprometido con el Movimiento Campesino en la vida política del Paraguay, puede crear por primera vez en muchas décadas condiciones reales para disputar la presidencia al Partido Colorado. Las primeras alarmas habían sonado ya en el gobierno cuando en marzo pasado Fernando Lugo consiguió reunir 30.000 personas en un acto de Resistencia Ciudadana, movimiento de rechazo al presidente Nicanor Duarte Frutos.
En agosto pasado promovió Concertación Nacional, que agrupa a las cinco fuerzas políticas opositoras que tienen representación en el Parlamento. En el seno del partido Colorado, que gobierna el país desde 1947, hay una clara preocupación ante la nueva perspectiva política. Para colmo, Duarte ha perdido el entusiasmo para que se modifique la constitución con vistas a su posible reelección. Dicen que prefiere encabezar las listas al Senado. Y los colorados no tienen a la vista una figura con peso suficiente para oponer a un candidato como Lugo, que crece cada día que pasa.
Algo se mueve… también en el inmóvil Paraguay. 
Desde este Mirador, les deseo que tengan un buen año 2007.

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2007-01-08 00:00:00
Etiquetas: Internacionales.
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