Cruel paradoja que un país que añora el contacto con las aguas marítimas, una nación que perdió hace muchos años su salida al mar, haya padecido en menos de un año de dos fenómenos naturales que han anegado una parte importante de su territorio. Más de medio centenar de muertos y casi 60 mil familias afectadas es uno de los saldos lamentables de los temporales que trajo “La Niña”, uno de esos fenómenos de difícil comprensión, pero contundentes y terribles consecuencias. Pero hay otros daños que pueden provocar serias dificultades al país y a sus ciudadanos. En las provincias del norte se anuncia que posiblemente hay más de un millón y medio de cabezas de ganado vacuno que están en peligro. Esa estimación la hizo la Federación de Ganaderos del Beni, ante el avance de las aguas que cubren completamente los pastos. Reconocieron que el gobierno está haciendo grandes esfuerzos para salvar el ganado, pero resultan insuficientes ante el número creciente de haciendas afectadas, que se estima en unas 2.500 propiedades rurales. También hay temor ante la aparición de enfermedades que atacan a las vacas, como la piroplasmosis (afecta a la sangre y baja las defensas), parasitosis y hasta rabia bovina. El gobierno de Evo Morales ha movilizado a las Fuerzas Armadas y ha coordinado a la Defensa Civil con la Federación de ganaderos, para lograr el rescate de miles de cabezas de ganado en zonas de riesgo de inundación para ser trasladadas a zonas más seguras. También ha llegado ayuda internacional, pero no en la magnitud necesaria como para afrontar este nuevo desastre natural que sucede al que hace menos de 10 meses castigó amplias regiones de Bolivia.

Por Carlos Iaquinandi, Agencia SERPAL, Servicio de Prensa Alternativa. www.serpal.info