La crisis económica mundial y su incidencia en los temas alimentarios provocó un aumento en el número de personas que pasan hambre en América Latina. Así lo indican los informes de la FAO, el organismo de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura. Su director Jacques Diouf afirmó que la cifra de 45 millones de hambrientos, subió a 53 millones en el 2009.
El funcionario de la FAO afirmó que estos datos “constituyen una paradoja en una región cuya producción de alimentos cubre las necesidades alimentarias del conjunto de su población y que además exporta cantidades importantes de excedentes”. La crisis mundial anuló los avances registrados en América Latina entre 1995 y 2006, cuando el número de personas desnutridas se redujo a 45 millones. Utilizando en algunos momentos un lenguaje técnico, el director de la FAO estimó que hay hambre no porque faltan alimentos, sino porque hay quienes no acceden a ellos. El funcionario utilizó términos como “inseguridad alimentaria de la región”, para expresar que hay millones que pasan hambre en países -como el caso de Argentina- que en realidad producen alimentos como para satisfacer 12 o más veces las necesidades básicas de toda su población.

Cambiar el modelo agrícola
Recordó Diouf que el reto que tiene la región es alcanzar la meta fijada en los Objetivos del Milenio para 2015, o sea, reducir a la mitad la cantidad de personas con hambre en la región para luego avanzar en erradicar el fenómeno. Dijo que para conseguirlo, la prioridad debe ser “proporcionar la oportunidad de apoyar a los pequeños productores y de fortalecer la agricultura familiar”.
Precisamente lo contrario de lo que viene sucediendo en América Latina al impulso de políticas de concentración de la tenencia de la tierra, monocultivos, y control de las exportaciones por grandes empresas transnacionales. Por su parte, Mario Ahumada, del Comité Internacional para la Soberanía Alimentaria, advirtió sobre la urgente necesidad de cambiar el modelo de desarrollo agrícola basado en las exportaciones. Estas, explicó, sólo apuntan a generar divisas pero sin repercutir en la mejora de la calidad de vida de la gente y sin respetar el medio ambiente.

Por Carlos Iaquinandi, Agencia SERPAL, Servicio de Prensa Alternativa. www.serpal.info