El presidente hondureño Porfirio Lobo, sucesor del golpista Micheletti, confirmó al gobierno norteamericano que no dará problemas a Washington. Y para demostrarlo firmó con el embajador Hugo Llorens un acuerdo por el cual su país recibirá cuatro millones de dólares para programas de entrenamiento militar, inspección fronteriza y apoyo a unidades especiales del ejército, entre otros propósitos.
El acuerdo denominado Mérida Carcy fue definido por Llorens como una enmienda del Plan Mérida que involucra a Estados Unidos, México y Centroamérica. En este caso, una vez más el pretexto del apoyo militar es la lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado. Lobo fue más sutil y aprovechó para decir que en su país los ricos tienen medios propios para protegerse de la delincuencia, guardias, muros y alarmas, pero los miembros más vulnerables de la sociedad, dependen exclusivamente de las instituciones de su gobierno para protegerlos.
Este es el mismo embajador que en junio pasado condenó y rechazó el golpe en nombre del gobierno de Obama. Y el mismo que luego dijo que trabajaba por la normalización constitucional y la reposición de Zelaya. Hace unos días, ambos gobiernos inauguraron una base naval en el departamento de Gracias a Dios, fronterizo con Nicaragua, en el cual Estados Unidos invirtió dos millones de dólares. Esa instalación tendrá el asesoramiento de oficiales del Comando Sur del ejército norteamericano. Y por supuesto, Estados Unidos conserva jurisdicción y operatividad militar en la base aérea de Palmerola, en el departamento hondureño de Comayagua.
Curiosamente, esta base fue el primer destino en su camino al exilio del presidente constitucional Manuel Zelaya cuando las tropas del golpista general Romeo Vázquez lo sacaron de su casa en pijama y a punta de metralleta. A propósito, aquel guerrero que apuntó y disparó contra su propio pueblo indefenso y que -como recuerdan las hemerotecas- encabezó una banda de ladrones de coches cuando era teniente, ahora viste ropas civiles. No porque haya sido degradado y condenado, no. Sino que ahora, con traje y corbata preside Hondutel,
Roberto Micheletti, entonces presidente de facto, fue nombrado diputado vitalicio por el congreso, con la intención de otorgarle inmunidad de por vida. Mientras tanto, siguen los asesinatos selectivos de líderes del Frente de Resistencia, periodistas o activistas sindicales o campesinos. Al cierre de este Mirador, recibíamos la noticia del asesinato del periodista Jorge Orellano, a quien dispararon un balazo en la cabeza cuando salía del Canal de TV Honduras en San Pedro Sula. Es el octavo periodista asesinado en Honduras desde el mes de febrero. Ninguno de estos crímenes ha sido esclarecido y no hay sospechosos ni detenidos.
Por Carlos Iaquinandi, Agencia SERPAL, Servicio de Prensa Alternativa. www.serpal.info.
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