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LEÓN ROZITCHNER Y LAS DESAPARICIONES EN DEMOCRACIA

LEÓN ROZITCHNER Y LAS DESAPARICIONES EN DEMOCRACIA
El poder siniestro del terror

Ante los casos de Julio Ángel Gerez y Jorge Julio López -de quien no se
sabe nada desde hace más de cien días-, el filósofo León Rozitchner habló
con lavaca del efecto psíquico del resurgimiento de la figura simbólica del
desaparecido. También señala las consecuencias peligrosas de las
conmemoraciones que alumbran sólo el horror pero no profundizan en las
causas que le dieron lugar. «No se puede separar a la economía de los
instrumentos y agentes del terror que la hicieron posible», subraya. El
subsuelo tenebroso del Estado, el temor de los intelectuales y la vocación
de fracaso de la izquierda. La salida colectiva como única herramienta para
superar al miedo.

¿Se sorprendió con las desapariciones de López y Gerez?
En última instancia no debería extrañarnos, porque el desparecido sólo
es el extremo límite del quitar la vida a un ser humano. El gatillo fácil
es también un eufemismo macabro, aunque obsceno en su ironía, para
disfrazar el asesinato de cientos de niños y adultos cuyos autores,
policías, permanecen impunes y protegidos por la justicia. Lo que sí
extrañó es la vuelta de la figura simbólica del desaparecido, propia del
genocidio militar, y justo cuando se los está juzgando. La amenaza social
tiene allí un siniestro modelo para aterrar a la gente que resiste. Su
efecto psíquico es eficaz: al desaparecido tenemos que darle nuestra propia
existencia para poder imaginar su ausencia. Pero al ponernos en su lugar se
produce una extraña confusión: darle vida con tu propia vida para llenar su
ausencia hace que sea la tuya ahora también la amenazada. Al ocupar
imaginariamente el lugar de un resistente la amenaza de muerte también te
alcanza. Cada ciudadano ve reaparecer de nuevo el poder siniestro del
terror, y la sociedad vuelve a quedar aterrada. La libertad que se ha ido
ganando poco a poco vuelve de golpe a perderse.

¿Por eso prendió tanto la teoría del shock emocional cuando desapareció
López?
La teoría del shock emocional, disfraz psiciologista de la tragedia, es
más tranquilizadora. Es una forma de no dar crédito a la realidad de un
país donde su sociedad vive la inquietud de una amenaza constante. La
propia familia de López no quería creerlo y esa negación expandida
contribuyó también a que la gente lo negara. Pero el miedo a las fuerzas
represivas que el Estado cobija se reaviva. Si hasta el concejal (Hugo)
Cantero, cuando fue el móvil policial a buscarlo porque habían encontrado a
su amigo Gerez, tuvo que llamar al gobernador (Felipe) Solá para saber si
era cierto, porque tenía miedo de subirse al patrullero y que también a él
lo desaparecieran. Las fuerzas que debieran protegerte son las que pueden
matarte. La magnitud de esta amenaza tiene una gravedad enorme: cada uno se
convierte en un blanco bajo la apariencia de vivir en democracia, pero ésta
sigue organizada por el modelo genocida.

En marzo, cuando se cumplieron los 30 años del golpe, una multitud
salió a la calle, todos los medios de comunicación hicieron sus programas
de homenaje y, sin embargo, ahora la sociedad no reaccionó de manera masiva
ante la desaparición de dos personas.
Es el terror expandiendo su eficacia al campo de los medios: varios de
sus propietarios fueron cómplices del terror para obturar la verdad de lo
que sucedía. Lo que pasa es que todos esos homenajes de los medios tienen
una doble inscripción. Cuando vos ves en la televisión todo lo horrible que
pasó, esas imágenes que muestran, ocultan al mismo tiempo que revelan: no
nos dicen por qué se produjeron esos hechos, quiénes fueron sus promotores
nacionales e internacionales, los poderes económicos, religiosos y
políticos que los prepararon en una estrategia a la que Menem y sus
secuaces le dio su acabado: la venta de todos los bienes nacionales, la
destrucción de una cultura de creación y resistencia, la miseria de
millones.
Al mismo tiempo, con esos relatos limitados a describir los hechos
espantosos vuelve a surgir la amenaza, porque la gente queda atrapada por
el impacto de lo más terrible. Eso queda grabado. No los prepara para
enfrentar a los responsables. Y en la figura del nuevo desaparecido sólo
ratifican las imágenes del horror pasado, porque se les oculta su
persistencia necesaria en el neoliberalismo, que es otra forma normalizada
del genocidio en su producción de miseria, de enfermedad y de hambre.
Repentinamente se ratifica lo traumático. Cada vez que la TV o la prensa te
pone una imagen de terror para -se dice- demonizarlo, tiene un doble
sentido. Esa es la estrategia: por un lado lo condenan, pero por el otro te
hacen sentir de nuevo lo temido en la imagen que destella. Ocultan el
fundamento del terror persistente en lo que muestran, porque no esclarecen
lo que están mostrando.

¿Qué significa que tres décadas después se utilicen los mismos
mecanismos del terror?
Son los mismos mecanismos, pero ahora los desaparecedores pasan a la
clandestinidad: esa es la diferencia. Sin embargo la represión está
enquistada y visible en las instituciones del Estado mismo: hasta el
presidente lo dijo en su discurso. Existe como un poder dentro de la
democracia que se encuentra en el subsuelo del Estado y de las
instituciones. Un poder que subsiste y que nunca ha desaparecido. Pensá en
la ley sobre la llamada policía privada que está por votarse en la
provincia de Buenos Aires promovida por Solá, tan conmovido él por Gerez.

Tras los casos de López y Gerez se puede decir que la bestia no está
tan desarmada
Sí, pero eso ocurre porque no hicieron mucho para lograrlo. Comenzaron,
pero se quedaron ahí. No cambió la policía, no cambió la justicia, no
cambiaron ni los medios de comunicación, ni la educación, ni la salud
pública. ¿Qué pasa con el petróleo, con los ferrocarriles, el gas, la
electricidad, los teléfonos, con toda la riqueza expropiada que el
genocidio hizo posible? Eso no se toca. Son muchos miles de millones los
que las empresas envían a sus centrales europeas o norteamericanas. Ese es
el gran despojo. No se puede separar a la economía de los instrumentos y
agentes del terror que la hicieron posible.

¿Cree que Gerez apareció por la presión política o para reforzar el
miedo?
Para mí la desaparición de Gerez se produce por lo que viene ahora, el
próximo juicio público contra Von Wenick, el primer hombre de Iglesia
latinoamericano que será condenado y mostrado universalmente como un
torturador y asesino, avalado por la curia para estimular el genocidio.
Creo que con la desaparición de Gerez intentaron parar ese juicio público
que está próximo. No creo que fuera obra de Patti, quien será un asesino y
un torturador, pero era muy obvio que lo terminaba perjudicando a él. Que
no podía ser obra suya, aunque sí de la cofradía que en función de
intereses mayores y más poderosos le pasaron por encima.

Recuadro destacado en cualquier lugar, en fuente 11 (más o menos)
“Para vencer el miedo individual la mayoría tiene sólo una única
salida: la creación de un poder colectivo cuya fuerza viva venza nuestro
individualismo tenebroso, que permita sentir que cada uno está contenido
por los otros. Y que esa participación puede tener un efecto real para
modificar nuestras condiciones de vida y hacerlas más humanas”.
Fin del recuadro destacado

¿En el 2001 se había logrado romper el miedo?
Sí, porque la pequeña y algún sector de la burguesía mediana también
salieron a la calle. Ni la amenaza del estado de sitio pudo detenerlos. Por
un momento, aunque fugaz, se produjo una unidad inesperada y espontánea.
Sus consecuencias fueron dispares, pero fue una experiencia inesperada la
que vivieron muchos ciudadanos: una conquista breve que marca el imaginario
político del país. Duró quizás, de manera visible, lo que un lirio. Una
esperanza mustia de la omnipotencia imaginaria que se expresó en el pedido
de que se fueran todos los políticos. Pero la izquierda, que casi siempre
está presente y estimula a veces, en este caso aceleró la verificación de
la fantasía transformadora. Yo estuve en las asambleas del Parque
Centenario, y era lamentable ver cómo se peleaban por el micrófono y cómo
querían bajar línea revolucionaria a los vecinos. Hay mucha vocación de
fracaso en la izquierda. Espantan a la gente, pero no se dan cuenta:
confunden el deber-ser con el ser.

Fuente: lavaca, enero de 2007.

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2011-10-25 10:11:13
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