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La tela de araña

Ya no quedan dudas. El golpe no es producto del delirio de un personaje de cartón piedra como Micheletti, ni del desvarío de un general procesado hace años -cuando tenía el grado de mayor- como miembro de una banda dedicada al tráfico de coches robados.
Los que urdieron el complot para sacar del país a punta de fusil y en pijama al presidente constitucional justo el domingo en el que el pueblo iba a ser consultado sobre la posibilidad de realizar en noviembre un referéndum para convocar una Asamblea Constituyente, esos, los «autores intelectuales», están entre bambalinas. Pero ya todos podemos verlos. Han sido muy torpes y cada día dejan nuevos indicios de su responsabilidad. Son los representantes de los intereses económicos afectados por medidas “revolucionarias” de Zelaya como poner un sueldo mínimo acorde con las necesidades de subsistencia de los sectores más empobrecidos del país. Son los componentes del bloque continental que intenta frenar -por las buenas o por las malas- los diferentes intentos de cambios y transformación que impulsan gobiernos y pueblos de América Latina.
Este bloque lo conforman políticos tradicionales, desprestigiados y rechazados por corruptos, por desoír las urgentes necesidades sociales, por actuar como agentes de los intereses de las multinacionales. Son -entre otros- los Fujimori, los Menem, los Alan García, los Novoa, y sus correspondientes séquitos de vividores. Pero también un aceitado y poderoso mecanismo de gran parte de la derecha política que sigue disponiendo de poder y control en campos decisivos como el de la comunicación.
El canal latinoamericano Telesur, con sede en Caracas y algunos pocos medios alternativos fueron la única “ventana” para contemplar la realidad de Honduras. Las cámaras en la calle recogieron el sentimiento de la gente, las marchas multitudinarias, el ametrallamiento en el aeropuerto de Tegucigalpa contra los manifestantes que esperaban a Zelaya, las denuncias de secuestros y detenciones, etc. Por eso los golpistas cerraron medios y expulsaron a los periodistas de Telesur. El resto de la prensa local e internacional, medios radiales, televisivos o gráficos son “comprensivos” o apoyan sin pudor al gobierno de facto. El gobierno norteamericano rechaza retóricamente el golpe, pero Obama no controla los organismos heredados del gobierno precedente. Y los grupos internos de poder real presionan a favor de los golpistas, diciendo que son necesarios para “frenar a Chávez y a los bolivarianos”.
Así, gran parte de los republicanos y no pocos demócratas están “infectados” por el antiguo virus del “anticomunismo”, aunque ahora la cepa ha mutado en “chavismo”, “populismo”, “caudillismo” u otros apelativos peyorativos. En definitiva lo que temen es la participación y la soberanía popular. Quieren frenar la historia, y si es posible, hacerla retroceder como una moviola.
Deshacer los avances, las conquistas conseguidas con tantas luchas, tanto dolor, tantas vidas.


Líder o rehén
Al redactar esta crónica para el “Mirador”, estamos en el plazo de 72 horas solicitado por el negociador Oscar Arias, presidente de Costa Rica. El títere Micheletti se muestra intransigente y desoye a la OEA, a la Asamblea de las Naciones Unidas, a todos los organismos colectivos continentales y a gran parte de su pueblo. El sabrá que apoyos le sustentan.
Es posible que la negociación deliberadamente prolongada se haya convertido en una tela de araña para Zelaya, tejida por sectores de la OEA y por el Departamento de Estado norteamericano. Este último coletazo puede ser la culminación del proceso para convertir al presidente constitucional en un rehén. Si vuelve condicionado por los restantes puntos sugeridos por Arias (y en principio aceptados por Zelaya) estará atado de pies y manos. Será un elemento decorativo. Un florero. Y si intenta reivindicar su condición de mandatario elegido por el voto popular, le acusarán de “romper el acuerdo” o de “incitar a la violencia”. Algo mejor que un golpe para los objetivos de la oligarquía hondureña.
Mientras tanto en el propio país, los movimientos que integran el Frente de Resistencia contra el golpe, continúan las protestas, preparan una huelga general y esperan el pronto retorno de Zelaya. Sigue el toque de queda por la noche y suspendidas por los golpistas las garantías individuales.

Cuando ustedes lean este Mirador (escrito el miércoles 22 de julio), probablemente esta alternativa “negociadora” se habrá definido. Esperemos que los presagios no se cumplan y el pueblo hondureño, sus trabajadores, sus campesinos, las mujeres, los sectores indígenas, logren consolidar el proceso de cambios que iniciaron con Zelaya. Lo contrario sería un golpe no solo para los hondureños, sino para las esperanzas de toda América Latina.

Por Carlos Iaquinandi, Agencia SERPAL, Servicio de Prensa Alternativa. www.serpal.info

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2009-07-24 00:00:00
Etiquetas: Internacionales.
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