Lo que la oposición política no está en condiciones de hacer eficazmente, lo asumió la jerarquía de la Iglesia Católica ecuatoriana. Los partidos políticos tradicionales han perdido gran parte de su credibilidad en los últimos años, y no parece que puedan convencer a los ciudadanos para un voto negativo el próximo 28 de setiembre, cuando la nueva Carta Magna legítimamente aprobada por la Asamblea Constituyente sea sometida a referéndum. Pero el arzobispo, en nombre de la Conferencia Episcopal, cuestionó aspectos del documento aprobado por los asambleístas, iniciando una campaña de presión y de virtual apoyo por el “no”. Objetaron lo que consideran una permisividad del aborto y la posibilidad de reconocer la unión de hecho entre personas del mismo sexo. «Estamos en guerra. Pero, en una guerra de paz para defender los principios morales», dijo Monseñor Antonio Arregui. El presidente Rafael Correa rechazó esos argumentos y afirmó «Con mucho dolor, como católico practicante, he visto cómo la cúpula de la Iglesia, dejémonos de rodeos, está por el No». «Hay -añadió- una Iglesia comprometida con los pobres y hay también esa Iglesia comprometida con los ricos”. Agregó que está dispuesto a perder el referéndum antes que retocar el proyecto elaborado por los asambleístas. “Preferimos ser derrotados por las falacias, que ceder ante ellas”, añadió. El ex presidente de la Asamblea Constituyente, Alberto Acosta un respetado economista ligado a los movimientos sociales dijo que los católicos deben estar avergonzados porque “algunos obispos están falseando la verdad”. La entidad «Impunidad Jamás», presentó una demanda penal contra el arzobispo ante la Fiscalía de Guayaquil, por violar el tratado vigente entre el Estado y la Santa Sede que prohibe a los sacerdotes inmiscuirse en política. También pidieron su destitución al Vaticano.

Por Carlos Iaquinandi, Agencia SERPAL, Servicio de Prensa Alternativa. www.serpal.info