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Finaliza una etapa y continúa el proceso

Los cubanos amanecieron el martes pasado con una noticia que ya esperaban: Fidel Castro, anunciaba que no continuaría al frente del gobierno revolucionario. “No aspiraré ni aceptaré el cargo de Presidente del Consejo de Estado y Comandante en Jefe», escribió en el párrafo más releído por los cubanos en el diario Granma, cuando faltaban cinco días para la histórica sesión donde el Parlamento podría haberlo propuesto para continuar en el cargo. Abre paso así a una previsible renovación de la conducción del proceso que se inició el primero de enero de 1959, cuando los “barbudos”, entraron en La Habana derrocando la dictadura de Fulgencio Batista que contaba con el apoyo y el patrocinio de los Estados Unidos. Los cubanos asumieron con tranquilidad no exenta de un sentimiento de pérdida la confirmación de que Fidel Castro ya no ejercerá el liderazgo que durante medio siglo ha sido determinante en las diversas etapas que atravesó la Revolución Cubana. Desde la mítica victoria militar y social tras iniciar con apenas un puñado de hombres mal armados la lucha contra la dictadura, pasando por el rechazo de la invasión de Bahía de los Cochinos, y el casi permanente bloqueo unilateral impuesto por los diversos gobiernos norteamericanos. Contra todas las dificultades internas y externas, el referente para la gran mayoría de los cubanos ha sido siempre “el comandante”, o “Fidel”, como le llaman popularmente. Ahora se abre otra etapa, donde es posible que su capacidad de liderazgo tenga que ser reemplazada por una dirección colectiva. La nueva situación es interpretada por muchos como una posibilidad de renovación dentro de la continuidad en cuanto a los principios revolucionarios. Para otros, es la expectativa de un cambio que implique precisamente el abandono de aquellos principios. Pero los indicios señalan que la mayoría de los cubanos sabían que este momento llegaría. La edad de Fidel Castro -tiene 81 años- su enfermedad intestinal, su deterioro físico y su alejamiento de las actividades públicas y de conducción desde julio del 2006, eran preavisos del anuncio definitivo que el día 19 conocieron todos los cubanos. Y lo hizo como posiblemente él deseaba, en pleno uso de sus facultades mentales, y afirmando: “no me despido de ustedes. Deseo solo combatir como un soldado de las ideas”. Y más adelante añadía “tal vez mi voz se escuche”, refiriéndose a la continuidad de sus “reflexiones” publicadas por la prensa cubana. Pero no pudo con su genio, e incluyó un consejo que no es más que la síntesis del que -con pequeñas variantes- ha sido el mensaje constante de alerta para preservar el rumbo revolucionario: «el camino siempre será difícil y requerirá el esfuerzo inteligente de todos». «Prepararse siempre para la peor de las variantes. Ser tan prudentes en el éxito como firmes en la adversidad es un principio que no puede olvidarse». Y muchos cubanos han leído esa frase con respeto y comprendiendo cabalmente su alcance. Otros, dentro de Cuba y fuera de ella, sueñan con cambios que permitan mejoras en el nivel de vida, sin que impliquen la pérdida de su dignidad, ni de los grandes avances sociales, en especial en materia de sanidad y educación. Los menos, aspiran reconvertir a Cuba en una versión actualizada de aquel país dependiente de mediados del siglo pasado, donde los grandes capitales y sus testaferros medraban de las ventajas que les otorgaba un gobierno cómplice. Es previsible que haya cambios graduales en esta nueva etapa. Pero será difícil que la mayoría de los cubanos acepte retroceder en los aspectos en los que logró convertirse en un ejemplo perdurable para muchos pueblos latinoamericanos.

Por Carlos Iaquinandi, Agencia SERPAL, Servicio de Prensa Alternativa. www.serpal.info

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2008-02-22 23:00:00
Etiquetas: Internacionales.
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