Las cancillerías y los grandes medios de comunicación etiquetaron a Honduras como país normalizado tras la parodia electoral organizada por el golpista Micheletti con la complicidad del ejército y de la oligarquía de ese país. Como recordábamos en nuestro anterior Mirador desde entonces poco y nada se ha dicho de lo que sucede en Honduras. Desde esta modesta columna trataremos de contrarrestar ese perverso silencio de la prensa seria.
Bajo el nuevo gobierno que preside el conservador Porfirio Lobo, continúa la represión del movimiento popular y se voltean leyes y medidas del gobierno depuesto de Manuel Zelaya que favorecían a los sectores sociales de menores recursos. Desde el Frente Nacional de Resistencia, se acusa a Lobo de ser un continuador de Micheletti y los golpistas. Y Lobo, cada día que pasa, confirma en los hechos esta acusación. Tras haber apartado de la jefatura del ejército al general golpista Romeo Vázquez en una operación cosmética para lograr el reconocimiento de la comunidad internacional, ahora nombró gerente de la empresa estatal de telecomunicaciones, Hondutel. Un buen premio para el golpista que durante el gobierno de facto envió sus tropas a desmantelar antenas y equipos de los escasos medios que mantenían una información independiente.
Mientras tanto, siguen los secuestros y los asesinatos a cargo de sicarios. Marzo parece ser el mes dedicado por el gobierno al exterminio de los periodistas independientes. El pasado domingo fue acribillado a balazos en la ciudad de Tocoa el director de la cadena de televisión Canal 5 del Aguán. Nahún Palacios tenía 33 años. El vehículo en el que viajaba presentaba cerca de un centenar de impactos y el cuerpo del periodista recibió 30 de esos disparos. El primero de marzo y de forma similar había sido asesinado el periodista David Meza en la ciudad de La Ceiba. Y días más tarde acribillaron al conductor de televisión Joseph Hernández cuando viajaba en su auto rumbo a Tegucigalpa. En ningún caso hubo detenidos, ni siquiera fueron identificados los autores.
Nahún Palacios se había destacado por denunciar las agresiones contra campesinos de la región. Su casa ya había sido allanada por fuerzas militares que le robaron sus equipos de trabajo y amenazaron a su esposa e hijos con armas automáticas. Organismos internacionales habían solicitado al gobierno medidas cautelares para proteger la vida y los derechos del periodista asesinado.
El gobierno de Lobo continúa facilitándole la apropiación de tierras al clan Facussé -uno de los riquísimos dueños de Honduras- mediante la violenta expulsión de los campesinos. Estas tierras habían sido asignadas a comunidades rurales durante el gobierno de Zelaya. El expolio continúa, ahora sin la presencia de testigos incómodos, es decir, de los periodistas independientes que aún quedan en Honduras.
Por Carlos Iaquinandi, Agencia SERPAL, Servicio de Prensa Alternativa. www.serpal.info
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