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Cumbres inútiles y derrochadoras

A pesar del coro mediático que intentó maquillar los resultados, las cumbres que realizaron los grupos de países desarrollados (G-8), y éstos más los llamados “emergentes” (G-20), han resultado un nuevo fiasco.
La puesta en escena de los “líderes mundiales” -como pomposamente denominan a quienes no son más que personeros de intereses económicos que prevalecen sobre los propios estados- resultó además escandalosamente cara. El gobierno canadiense reconoció que el costo de las reuniones que abarcaron el último fin de semana superó los 1.200 millones de dólares. En esas menos de 72 horas, hubo incluso quienes se ausentaron para ver los partidos del mundial de sus selecciones en una sala aledaña mientras se realizaban las reuniones, como el caso de la alemana Merkel y el inglés Cameron.
El anunciado intento de “encontrar fórmulas de salida para la crisis” tuvo un resultado pobre e impresentable. No hubo consenso para una tasa bancaria y algunos medios tuvieron que titular: “El G-20 sólo acuerda que cada país resuelva la crisis a su manera”. Para eso hubiera sido más que suficiente una videoconferencia o un intercambio de correos. Al menos hubieran evitado el gasto en logística, viajes, alojamientos, comidas, 6 kilómetros de vallas metálicas para “blindar” a los mandatarios, cañones sónicos antidisturbios, la movilización de 20 mil policías, la construcción de un centro de prensa que costó dos millones de dólares y la absurda construcción ex profeso de un lago artificial.
El primer ministro canadiense debe haber pensado que “si hay crisis, que no se note”. Latinoamérica estuvo presente con Lula y Cristina Fernández. La presidenta argentina tuvo que recordarle a Sarkozy que su país ya tiene una larga y triste experiencia en seguir “los consejos” del Fondo Monetario Internacional y de otros organismos financieros sobre “ajustes” como los que ahora recomienda para los países europeos. Y concluyó la presidenta argentina:
«La Argentina no impone políticas a nadie porque ya conoce los resultados de las políticas que le impusieron durante años».
En las calles de Toronto, las protestas ciudadanas, reprimidas como es habitual por la policía, tuvieron un saldo de más de 800 detenidos. Penoso resultado para unas cumbres que salieron a razón de dieciséis millones de dólares la hora y no han servido para nada.

Por Carlos Iaquinandi, Agencia SERPAL, Servicio de Prensa Alternativa. www.serpal.info

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2010-07-11 00:00:00
Etiquetas: Internacionales.
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