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Crímenes de lesa humanidad

Por estos días, en el diario local La Nueva Provincia se pudieron leer una serie de artículos en los que se reclamaba que los “los crímenes de la guerrilla sean considerados de lesa humanidad”, que aquellos cometidos por la “subversión” fueran declarados crímenes de lesa humanidad, imprescriptibles.
Así se pudo ver también en la edición del 4 de noviembre la entrevista a un tal dr. Javier Vigo Leguizamón, “representante legal de Arturo Larrabure, hijo del coronel argentino del Valle Larrabure, secuestrado, torturado y asesinado en la década del ‘70 por fuerzas subversivas”, quien aseveraba con candidez: “Hay que conciliar la justicia y el perdón”.

Durante el transcurso del 2007 dos juicios fueron categóricos, contundentes y simbólicos: el del ex comisario Etchecolatz y el del cura Von Wernich, ambos condenados a reclusión perpetua por su probada participación en el genocidio. Quedaban, de esta manera, condenadas dos esferas absolutamente necesarias en esta historia reciente argentina de muerte, de masacre, de fraticidio. Pero no las únicas en esta complicidad que se desarrolló entre los poderes civiles y militares.

Aquellos que colaboraron y aquellos que instigaron en la instauración del régimen del terror merecen también ser investigados en esta búsqueda de Justicia.
En esta lista deberíamos mencionar a los dirigentes políticos que mantuvieron una actitud lacaya cuando no zalamera ante personajes como Videla. Entran en la lista los de derecha y los de izquierda -radicales, peronistas, comunistas-, y los medios de comunicación cómplices y difusores de la mentira, del miedo y del terror.
Con sólo hacer un repaso de archivo queda plasmado el rol decisivo en la construcción de esta historia de cartón que jugaron los medios de comunicación. Para ejemplo no debemos irnos lejos: en nuestra ciudad, el diario local, Canal 9 y LU2, entre otros.
Desde sus páginas y en sus emisiones se leyeron, se escucharon y se vieron más de un elogio y reconocimiento a los representares de la dictadura, se difundieron enfrentamientos fraguados y las mentiras diseminadas por todos los medios que optaron por enfilarse fervientemente en el terror.

Hoy, a pesar de levantar en alto la bandera de los “valores cristianos”, poco se acuerda el único diario de Bahía Blanca de ocuparse del sector que siempre ha quedado fuera de la discusión, justamente el “poder” más beneficiado con el golpe de estado: el “poder económico”. Empresarios con rostro concreto que se enriquecieron aprovechando la coyuntura o, como se está investigando en varios casos, la posible apropiación de bienes de desaparecidos y la proliferación de negocios espurios con el Estado.

Sería sumamente interesante para la sociedad bahiense que en las editoriales, a las que ya nos tienen acostumbrados, respondieran y se pronunciaran cristianamente sobre el robo de bebés, la apropiación de bebés realizado por el poder militar-económico-social del ’76 en adelante. Otro tema interesante es el latrocinio de los bienes de aquellos ciudadanos a los que no sólo se les robó la vida sino también las propiedades, cuando no la identidad. En estos momentos de “conciliaciones y justicia” sería propicio que en sus páginas aludieran a los casos de violaciones a mujeres, y golpes, vejaciones, torturas y asesinatos de miles de hombres y mujeres en los centros clandestinos de detención, organizados desde el poder estatal.

En los fundamentos de un proyecto de declaración de la Cámara de Diputados provincial, el año pasado hasta se llegó a manifestar la convicción de “que la vinculación con la dictadura de esos empresarios (periodísticos) llegó a ser tan grande que se los sospecha de ser cómplices activos de la represión, mediante la persecución sistemática de trabajadores en coordinación con los grupos de tareas que asolaban a nuestra sociedad” y por ello reclamaban de la Justicia que “se avance hasta las últimas consecuencias para determinar las responsabilidades que hubiera podido corresponder a algunos empresarios periodísticos en la persecución hacia los trabajadores y en diversas desapariciones”.

Es tiempo de que los que aportaron para que el terror fuera posible también sean juzgados y condenados.
Si hablamos de Dios y creemos en él, seguramente sabremos que Él todo lo sabe, todo lo conoce y que su Justicia es infranqueable.
Entretanto, mientras que llegue el juicio divino, acá en la tierra de hombres y mujeres será necesario que el brazo de la Justicia alcance a los asesinos y torturadores pero también a sus colaboradores.
Ni conciliación, ni mala memoria.
Ni perdón ni olvido
Justicia.

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2007-11-10 00:00:00
Etiquetas: Bahía Blanca.
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