Bolivia vivió el martes pasado una jornada histórica, cuando tras un debate de 18 horas y una dura negociación, el Congreso -con la necesaria mayoría de dos tercios- aprobó convocar al pueblo para que decida en referéndum si acepta o no el texto de la Nueva Constitución Política del Estado. Afuera, miles de ciudadanos, mayoritariamente indígenas, aguardaban expectantes desde más de 24 horas antes, luego de haber llegado a La Paz tras marchas a pie de casi 200 Km.
La Nueva Constitución es un elemento fundamental del proyecto de “refundación de Bolivia” que prometió el presidente Evo Morales durante su campaña electoral, y es una reivindicación de amplios sectores sociales desde hace muchos años. También se acordaron los términos de la consulta paralela sobre la extensión que debe tener un latifundio para ser considerado como tal.

La negociación
Para conseguir el acuerdo, el Movimiento al Socialismo (MAS), partido de gobierno, aceptó al menos un centenar de modificaciones de diferentes artículos, e incluso Evo Morales aceptó renunciar a un segundo mandato de reelección como figuraba en el texto original. Algunos partidos derechistas terminaron pactando porque resultaba escandaloso ante la opinión pública negar la posibilidad de que los bolivianos expresen libremente con su voto, si aceptan o no la nueva constitución. También favoreció la actitud negociadora la presencia de observadores de países vecinos e incluso de organismos internacionales.
El reducto más extremista, conformado por el núcleo empresarial y terrateniente de Santa Cruz de la Sierra, el prefecto Roberto Costas y los grupos de choque de la Unión Juvenil Cruceñista, insisten en rechazar la Constitución, pero ya no podrán evitar que el pueblo sea convocado a referéndum. Sin embargo, algunos líderes indígenas y diputados del MAS, advirtieron que hasta el domingo 25 de enero, fecha de la convocatoria a las urnas, habrá sectores de ultraderecha y grupos racistas que intentarán desestabilizar la situación interna.

La lucha popular
Llegar a esta convocatoria no ha sido un camino fácil. Los movimientos sociales vienen luchando desde hace años para desplazar a los partidos tradicionales que se han traspasado el poder político y económico como si se tratara de una herencia. Han protagonizado jornadas heroicas, como las de las protestas populares que terminaron con la caída del gobierno neoliberal de Sánchez Lozada, quien huyó a Estados Unidos. Ahora, con su firme respaldo al líder indígena Evo Morales están avanzando paso a paso hacia la consolidación de una nueva estructura social, política y económica, con la inclusión de mayorías que permanecían excluidas.
El presidente y el MAS han demostrado una extraordinaria paciencia y una convicción muy fuerte en sus objetivos. Eso explica que hayan evitado provocaciones como la matanza de una treintena de campesinos, emboscados en Pando por pistoleros del prefecto de esa región. Esa situación la controló aplicando el estado de sitio exclusivamente en ese departamento y dejando que la justicia actuara para esclarecer responsabilidades.

“Ahí está el pueblo”
La noche previa a la decisión del Congreso, Evo Morales acompañó durante varias horas la vigilia popular compartiendo las incomodidades de miles de bolivianos que aguardaban la decisión de los legisladores. Al conocerse la convocatoria, la multitud estalló en gritos de júbilo y se inició un gran festejo colectivo. Casi sin palabras y visiblemente emocionado, Evo fue el centro de los festejos, y se abrazó con el vicepresidente García Linera y sus más próximos colaboradores y con otros dirigentes indígenas y campesinos.
Morales agradeció la paciencia de sus seguidores ante las dilaciones y argucias de los opositores para convocar el referéndum constitucional, y expresó que ratificaba su compromiso para encabezar la lucha contra el neoliberalismo y el imperialismo, y advirtió que en caso de que algo le ocurriera o que personalmente fracasara, “ahí está el pueblo para hacerlo”.

Por Carlos Iaquinandi, Agencia SERPAL, Servicio de Prensa Alternativa. www.serpal.info