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Cambio climático

Cambio climático
La incidencia de la actividad humana

¿Cuánto tiene que ver el desarrollo del hombre respecto al cambio
climático? ¿Qué responsabilidad le cabe a la industria?
¿Cuál es y será la respuesta de la naturaleza ante las modificaciones y
agresiones que sufre constantemente?
Conceptos sobre un tema que va a alcanzar un mayor grado de preocupación en
el futuro: el cambio climático.

“Hay una incidencia de los gases de efecto invernadero provocados por el
hombre. Si miramos las cantidades que el hombre emite de estos gases en
comparación con el mecanismo natural de la tierra, son muy pequeños pero
ocurre que el equilibrio es muy inestable. Es como una balanza de mucha
precisión a la que si le agregamos un miligramo, la balanza se mueve, eso
es lo que está pasando”. Es la opinión del licenciado en Geología Leoncio
Montesarchio quien, a pesar de que hay voces disidentes respecto a esta
idea, es un convencido de la influencia del hombre en el cambio climático.
Tal vez, agrega, hoy no se sufra del todo el cambio climático pero es un
hecho que hemos entrado en él. Y esto corresponde a que actualmente ocurren
cosas que nunca ocurrieron antes, o que han ocurrido pero ahora se dan con
una velocidad muy diferente: “Evidentemente la actividad humana va en
contra de la situación natural, el hombre es un accidente en el planeta,
para el equilibrio del planeta el hombre no debería tener actividad o
podría ser un animal más. Pero como tiene inteligencia, se ha desarrollado
y el desarrollo está muy bien visto. Cualquier país quiere aumentar su PBI,
su actividad industrial y todas esas actividades son agresoras del medio
ambiente”.
Cuando hablamos de la actividad humana sólo basta con mirarnos a nosotros
mismos, la actividad diaria en nuestros hogares: “Si analizamos lo que
entra al hogar como materia de consumo y lo que sale como consumido, hay
agresión al medio ambiente. Ahora, cuando esa agresión es producida por una
pequeña cantidad de personas, la naturaleza tiene una cierta capacidad de
asimilación pero cuando esa agresión se multiplica por siete mil millones,
por mil millones de autos, un gran número de aviones y un consumo tremendo
de combustible, lo que se logra es que se vaya a un choque”.
Las consecuencias de ese choque son las respuestas por parte de la
naturaleza que se adapta al choque modificando sus condiciones naturales,
por ejemplo el aumento de la temperatura: “El hombre modifica el medio
natural con una velocidad espasmosa. Ante eso va a haber una respuesta de
la naturaleza y el cambio seguramente será perjudicial”.

Desarrollo mal llevado
Ante lo dicho, Montesarchio se pregunta cómo cambiar la situación, cómo
limitar el crecimiento de la población mundial que es de 100 millones cada
año mientras que cada una de esas personas necesita alimentarse, produce
contaminación, tiene necesidades y por ende se entra nuevamente en la
cadena de agresiones al medio ambiente. Tal vez la cuestión esté en un
cambio de conductas.
El ingeniero químico Braulio Laurencena también opina que se está
produciendo un cambio climático real que tiene su causa en el exceso de
anhídrido carbónico, metano y otros gases: “La industria genera una gran
cantidad. Acá tenemos a Profertil que genera una gran cantidad de anhídrido
carbónico y eso va en contra del equilibrio lo cual provoca cambio
climático”. Pero, aclara Laurencena, la actividad industrial no es la única
responsable: “Lo somos nosotros también cuando manejamos autos, motos,
cuando usamos calefacción o cocinamos usando combustible, toda combustión
produce anhídrido carbónico y en ese sentido se tiende a tirarle más la
culpa a la industria cuando la cuestión es más repartida”.
Si repasamos nuestras actividades diarias, tal vez podamos tomar algunas
como imprescindibles para nuestra vida más allá de su agresión a la
naturaleza ya que son necesidades que tenemos para vivir. Pero no es menos
cierto, se insiste, que se necesita otra forma de vida para intentar evitar
situaciones que en cincuenta años pueden ser muy graves: “Se podría
disminuir muchísimo la combustión evitando toda combustión inútil. Hay
mucha gente que acude a la incineración de la basura lo cual genera
material particulado nocivo para los pulmones, genera tóxicos importantes
que van a la atmósfera. Tenemos que generar mucha menos basura y no
incinerarla, evitar mucho consumo inútil de muchas cosas, se fabrican
muchas pavadas que se consumen”.
Otro ejemplo que pone Laurencena tiene que ver con algo que vemos vidriera
tras vidriera y, vale reconocerlo, ansiamos tener: “Fijate el auge enorme
que tienen los aires acondicionados. Eso consume una enorme cantidad de
energía sin necesidad ya que podemos vivir sin aire acondicionado, es una
forma errónea de vivir. Cuando en invierno entrás a un local tenés que
aliviarte de ropa porque tienen una levantada de calor artificial y cuando
salís del local el cambio es muy fuerte. Es un consumo estúpido de energía
que se podría disminuir”.

La cuestión energética
Laurencena hizo hincapié en el hecho de gastar y malgastar energía. Lo cual
también podemos relacionarlo con el tema de las energías complementarias.
En este caso, Montesarchio asegura que el país debería tener al menos un
30% de la energía total en base a la energía eólica: “Tenemos yacimientos
de vientos de un millón de kilómetros cuadrados, vientos comercialmente
aprovechables. Prácticamente todo el sur argentino es un yacimiento de
energía eólica. Tiene mucha más energía que todo el gas, carbón y petróleo
que puede tener”. Y si nos vamos para el noroeste argentino tenemos la
energía solar.
Nuevamente en referencia al sur, por las altas temperaturas de este verano
en particular, “con una atmósfera tan limpia se ha derramado muchísima
energía solar sobre la zona, se debería aprovechar esa energía todo el
verano, todos los techos de Monte Hermoso deberían tener paneles solares.
No hay decisión, no pensamos en el futuro”.
Entonces, ante la falta de proyección hacia el futuro, hay que pensar en
cuidar la energía que hoy utilizamos. Al respecto, Laurencena tiene su
opinión: “Es una cuestión educativa y también una cuestión energética. Una
cosa es la educación pero creo que en estas cosas se debe usar la teoría de
la tenaza, que haya dos cosas convergentes, proceso educativo para que la
gente se convenza y una política de precios que castigue mucho al que
desperdicia energía. Se debe tener una dieta energética, tenemos que
aprender a vivir con menos energía”.
Obviamente los esfuerzos individuales no rinden si no van acompañados de
una política de gobierno. Hasta aquí sólo enumeramos algunas de las
actividades que tienen incidencia. Hoy no es responsable mirar para otro
lado: es necesario un cambio de hábitos ya que las consecuencias del cambio
climático están a la vuelta de la esquina.

El Polo, los buques y el miedo
Se habla de políticas de gobierno, políticas que deben alcanzar a la
actividad industrial debido a que ésta, aunque suene ingenuo, también debe
modificar sus estilos.
Laurencena da un ejemplo a nivel local: “Está el caso de Profertil cuyo
producto es la urea que se usa casi totalmente como fertilizante, un
fertilizante que aporta nitrógeno. Podríamos evitar en buena medida su uso
clasificando los residuos, mandando los orgánicos a compostado y luego a
los terrenos para cultivo lo cual mejoraría mucho su capacidad productiva,
su capacidad de retención de agua. Es una cuestión sistémica, estamos
maltratando al planeta de muchas formas. En el paquete productivo agrícola
ganadero estamos usando una enorme cantidad de agroquímicos que son
realmente muy dañinos”.
Se menciona al Polo Petroquímico y no se puede evitar referirse al miedo de
la población de Ingeniero White ya que hubo incidentes que pueden
repetirse. Según el ex rector de la UNS, “las empresas hablan de
responsabilidad social pero es una mentira. ¿Dónde queda la responsabilidad
social cuando sustituyen personal entrenado que conoce las instalaciones
por subcontratistas que no saben ni donde están parados? El mantenimiento
de las empresas deja mucho que desear. La gente de White conoce de esto y
tiene mucho temor porque al vivir cerca sabe que vive en peligro, un
peligro concreto”.
Peligro al que se le suma el de los buques regasificadores, hecho que el
ingeniero considera como irresponsabilidad social debido a que se trata de
“un buque trabajando al lado del Mega que tiene una carga de fuego enorme a
través de acumulación de combustibles líquidos a pocos metros de distancia.
En Bahía no tenemos conciencia de lo que estamos haciendo, y si la tenemos,
el apuro de todos los días, el afán lógico de sobrevivir, de tener el
ingreso necesario para vivir, hace que a muchas cosas no les prestemos
atención”.

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2011-10-25 10:11:13
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