Rafael Correa obtuvo un amplio respaldo para reformar la Constitución ecuatoriana, una de las principales promesas de su campaña electoral. En 10 meses el Movimiento País ha ganado tres elecciones nacionales: la segunda vuelta presidencial, el referéndum para convocar la Constituyente y la elección de miembros para esa Asamblea celebrada el pasado domingo 30 de setiembre. Los resultados finales se conocerán en unas dos semanas, pero nadie duda de que los partidarios de Correa tendrán mayoría absoluta, posiblemente 71 escaños sobre un total de 130.
Así lo han admitido los partidos de oposición, las fuerzas políticas tradicionales como el PRIAN de Álvaro Noboa, el hombre más rico de Ecuador, y el Partido Social Cristiano que liderara el ex presidente Febres Cordero, considerados los que “siempre” gobernaron el país.
Sociedad Patriótica, el partido del ex coronel Lucio Gutiérrez, obtendría 16 escaños, con menos del 9% de los votos. El PRIAN de Novoa, 7, y los Social Cristianos sólo 4 escaños En las provincias más significativas, como Pichincha, Guayas, Azuay o Manabí, la victoria del Movimiento País fue categórica. Los partidarios de Rafael Correa, también se llevaron una parte significativa del voto indígena, lo que perjudicó al Movimiento Pachakutik, que habría logrado únicamente dos representantes en la Constituyente. De todos modos, este sector mantiene un apoyo independiente a los cambios que propone Correa, con lo cual es posible que sus votos se sumen a los de Movimiento País a la hora de resolver sobre las reformas.

Un luchador incansable
Alberto Acosta, que encabezaba la lista nacional de Acuerdo País, puede ser el presidente de la Asamblea Constituyente. Es un economista de 59 años, que ocupó el cargo de ministro de Energías, al que renunció precisamente para liderar la lista de la coalición que respalda al presidente Correa.
Lo conocí personalmente en el año 2000, cuando ya era uno de los más lúcidos luchadores en defensa de las riquezas y los recursos de su país, prestigioso profesional y uno de los intelectuales reconocidos y respetados por los sectores indígenas, con los que mantiene relación a través del Movimiento Pachakutik.
Duro crítico con las tesis neoliberales que tanto daño han hecho a Latinoamérica, Alberto tiene también una clara posición en defensa del Medio Ambiente de su país. Durante los seis meses que ejerció como ministro de Economía, hizo un revolucionario planteo al proponer que Ecuador renunciara a la explotación petrolífera en una región considerada reserva forestal y natural, a cambio de recibir una compensación económica internacional. La novedosa propuesta motivó elogios de organismos de las Naciones Unidas y el interés de algunos gobiernos, entre ellos los de los países escandinavos.
Próximo al presidente Correa desde hace años, Acosta es un hombre independiente, “de vuelo propio” y es considerado como un apoyo sustancial para la gestión de gobierno. La posibilidad de que presida la Asamblea se comenta en todos los medios. Nadie duda de que sea la persona dotada del equilibrio pero a la vez de la coherencia y la firmeza necesaria para llevar a buen puerto la difícil navegación que tendrá por delante la Asamblea Constituyente.

Los votos también derrotaron a los medios
Capítulo aparte merece el comportamiento de los medios de comunicación ecuatorianos. Mientras los votos han ido mayoritariamente para Correa, los medios han intentado boicotear la propuesta de cambio que significa la Constituyente. Los canales de Televisión pertenecen todos a medios privados, lo que es lo mismo que decir a intereses económicos concretos.
La Fundación Regional de Asesoría en Derechos Humanos del Ecuador, respondió hace unos días a una encuesta que le enviara la Comisión Interamericana de DD.HH sobre la libertad de expresión, definiendo primero el contexto en el cual emitirá su informe. Allí expresa que la mayoría de las concesiones de frecuencias de radio y licencias de televisión están en manos de corporaciones que responden a corrientes políticas y a grupos económicos. Y sobre la situación actual dice textualmente: “Por primera vez, en muchos años, los medios de comunicación han ocultado sus confrontaciones internas y han propiciado una serie de reuniones para responder de manera conjunta al gobierno”. Y añade a continuación: “De igual forma, por primera vez, los medios han debido aceptar públicamente su pertenencia a grandes grupos económicos”.
En España, donde se calcula que residen casi medio millón de ecuatorianos, el canal que llega a través de emisiones de cable o satélite es ECUAVISA, una emisora privada que en sus informativos o en sus programas presuntamente de análisis no ha ocultado su hostilidad hacia el gobierno de Rafael Correa y su oposición a los cambios que ha votado mayoritariamente la sociedad ecuatoriana.
Las reformas de la Constituyente podrían determinar límites a los banqueros o a otros sectores económicos en los medios de comunicación, una circunstancia bastante habitual en los últimos años. El gobierno ecuatoriano no dispone de ningún canal, y es por eso que Correa dispuso la creación de Tevecuador, primer canal estatal que podría estar emitiendo antes de fin de año. Ya se preparan los estudios en Quito y Guayaquil. Para ello no necesitará restar fondos del presupuesto, ya que recibirá un apoyo “solidario y desinteresado” de un banco estatal venezolano.
A quienes le critican su buena relación con Hugo Chávez, el presidente ecuatoriano les dijo: «Hagamos una cosa: dígale a George Bush que me regale 5 millones de dólares y verá que se los acepto también, y entonces dirán que soy pro-norteamericano».
Miembros del gobierno y amplios sectores sociales apoyan que haya otros medios de comunicación. La hostilidad coordinada de los grandes medios ha demostrado que no puede hablarse de “democracia”, cuando la casi totalidad de los diarios, radios y en especial los canales de televisión, responden a poderosos grupos económicos. Y que utilizan esos medios para hostigar al gobierno porque temen cualquier cambio que limite sus ventajas y sus beneficios.
Deseo cerrar esta crónica sobre Ecuador, con el comienzo de un texto que me envía mi amigo Kintto Lucas, periodista uruguayo radicado desde hace años en Quito: “amargura, rabia, esas son las palabras que mejor definirían la realidad que han vivido ciertos viejos políticos, ciertos empresarios, ciertos banqueros, ciertos representantes de esos banqueros en los medios de comunicación, ciertos dueños de medios de comunicación y ciertos «politólogos», en estos últimos tres días. En contraposición, a millones de personas les ha brotado una sonrisa franca, una sonrisa casi tan ancha como la esperanza, que al fin de cuentas en el Ecuador actual es sinónimo de la sonrisa.”