Decir que la basura es un problema de todos deja la pelota picando en cualquier lado. Promediando el año 2008, los estados municipales de las ciudades más organizadas del país deberían haber tomado decisiones firmes en materia de reciclado y recuperación de la mayor cantidad de residuos posibles, en condiciones dignas para las personas que se emplean en la tarea.
Los desechos domésticos se encuadran en la categoría de los denominados Residuos Sólidos Urbanos (RSU). La definición de RSU implica que éstos no corresponden a evacuaciones de aguas residuales ni a emisiones atmosféricas. En general, la denominación alude a aquellos residuos cuya responsabilidad de recolección y disposición depende de las municipalidades, e incluye basura doméstica, residuos de áreas comerciales e institucionales, residuos de construcción y de demolición, residuos de limpieza de calles, residuos de actividades de mantenimiento, residuos voluminosos, vehículos abandonados y residuos sanitarios.
La generación, composición y volumen de los RSU están en estrecha relación con los hábitos culturales y los niveles socioeconómicos de los productores. Acorde con esto, la producción por habitante aumenta con el nivel de desarrollo y con el tamaño de la población. Asimismo, la densidad disminuye con el grado de desarrollo, ya que, a medida que éste aumenta, se consumen productos más elaborados, como papel, plástico y metales ligeros, que posibilitan un mayor porcentaje de compactación. Finalmente, la composición también es influida por el nivel de desarrollo, tamaño de la población y costumbres (las zonas más prósperas tienen por lo general una proporción incrementada de residuos que no proceden únicamente de la alimentación).
Se estima que en la actualidad cada ciudadano latinoamericano produce un promedio de entre 500 a 1.000 gramos de residuos por día, aunque ciudades como la nuestra pueden alcanzar más de un kilo y medio diario por habitante. Un simple cálculo multiplicador puede ponernos al tanto de números inflados en decimales, y las cosas se complican a la hora de trasladar la abstracción numérica a la realidad de la basura nuestra de cada día.
Puesto que la aniquilación instantánea de la materia es por el momento posible sólo en la ficción, cabe el planteamiento serio de la problemática presente tras el ritual de consumo y al tacho.
Análisis de situación
De acuerdo con el informe del Banco Mundial La contaminación ambiental en la Argentina: problemas y opciones, los basurales de desperdicios sólidos controlados ocupan el tercer lugar en la problemática medioambiental, luego de la contaminación de aguas subterráneas y la contaminación del aire y el ruido. La investigación señala que la recolección y eliminación de desechos sólidos es un componente importante de la infraestructura ambiental. En ausencia de una recolección adecuada, la basura se acumula en terrenos baldíos y arroyos locales, donde constituye un riesgo para la salud y una fuente de contaminación. Algunos basurales son causa de inquietud debido a su ubicación, diseño y operación inadecuados. Los problemas específicos se relacionan con su aislamiento incorrecto de las áreas pobladas (en su mayoría asentamientos irregulares), su accesibilidad a los cirujas y a los niños, su ubicación en áreas bajas sujetas a inundaciones, y su contaminación de las aguas subterráneas. Los basurales a menudo están ubicados en terrenos bajos linderos a arroyos o en sus cercanías y contribuyen a la contaminación del agua de superficie.
La gestión de los RSU es sumamente compleja teniendo en cuenta la dimensión económica del problema, esto es: los costos de una adecuada recolección, del transporte y de la disposición final. A esto se agrega la disparidad con que los servicios llegan a la sociedad: la cobertura es mayor en los segmentos de altos y medianos ingresos, mientras que disminuye en los de mayor marginalidad.
La generación de residuos produce una alteración en el medio ambiente y en la calidad de vida, sobre lo que existe poca y difusa conciencia en todos los niveles.
Se requiere, por tanto, una modificación en las conductas, la cual no puede esperarse que sea espontánea ni lograda en forma coercitiva, sino más bien teniendo como centro la actividad educativa y formadora.
De vías y opciones
El gran número de variables de los que dependen la generación y características de los RSU tendrán también incidencia en el establecimiento de alternativas de tratamiento.
En el análisis de la gestión, es necesario incluir las perspectivas económicas de su aceptación social y de su impacto en el medio ambiente, por lo que la elección debe dar lugar a una decisión de carácter político coherente con tales circunstancias.
Dentro de las formas de tratamiento más utilizadas, encontramos las siguientes:
Incineración (con o sin recuperación de la energía generada durante la combustión).
Compostaje. Se basa en la fermentación aerobia de las materias orgánicas contenidas en los RU por medio de la acción de microorganismos presentes en los mismos. El producto final tiene aplicación como fertilizante para uso agrícola.
Lombricultura. En este caso se utilizan lombrices de la especie llamada roja californiana (Eisenia foetida), que poseen una tasa de reproducción muy alta y en estado adulto ingieren el equivalente de su peso por día, originando un desecho conocido como lombricompuesto en una proporción del 60 al 70% de su peso diario. El resultante del proceso resulta ser un fertilizante orgánico de gran calidad.
Relleno sanitario. Los residuos se disponen sin tratamiento previo en terrenos apropiados (cavas u otras depresiones); luego es compactado y recubierto con una capa de suelo de espesor variable.
Tras una etapa inicial aeróbica, tras el agotamiento del oxígeno contenido en los residuos, comienza la degradación anaeróbica de los mismos, con la generación de biogas y la estabilización de la materia orgánica mediante su transformación en humus.
Reciclaje. En varias regiones del mundo se está adoptando como forma de vida, fruto de años de programas educativos y de incentivos fiscales y ambientales.
En nuestro país existe principalmente en forma de comercio marginal y clandestino. En el debate sobre posibles programas de reciclaje y su viabilidad, deben considerarse, además de los agentes de la práctica de separación y procesamiento de residuos, la existencia y las potencialidades de un mercado de los materiales recuperados. Si bien en la Argentina se realizan distintos programas de reciclaje, su proporción es poco significativa respecto de la producción de residuos.
Como una salida a la problemática que acarrean la generación y el manejo de la basura, un creciente número de ambientalistas utiliza y propone la llamada fórmula de las 3 R: reducir, reciclar, reutilizar. Para ello se necesita el compromiso del hombre con su medio, además de la conciencia de que el tratamiento de los residuos es obligación de quien los genera.
Fuente: Hojas verdes
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