Con la premisa de que las tortugas marinas habitan en las zonas cálidas de todos los mares del mundo. Se distinguen las que pertenecen al atlántico del pacífico, no se cruzan. A la Argentina llegan tres especies, la tortuga laúd, la cabezona y la verde, lo hacen en su fase juvenil, aproximadamente entre los cinco y veinte años, durante su proceso de migración estacional hacia aguas más cálidas.

“Las tortugas marinas, como reptiles de sangre fría, regulan su temperatura con la temperatura del ambiente, por eso necesitan vivir en zonas cálidas para desarrollar sus funciones vitales”, explicó la integrante de Quelona tortugas marinas, Lucrecia Díaz.

Uno de los datos obtenidos por el Grupo de Investigación y Rehabilitación de Tortugas Marinas del Sudeste de la Provincia de Buenos Aires, Quelona, es que al estuario de Bahía Blanca llegan tres especies y permanecen desde diciembre hasta marzo – abril, cuando nuevamente migran al norte, a las aguas de Brasil y el caribe, que es su región de origen.

“En una época pusimos transmisores satelitales a las tortugas y así recopilamos esta información del recorrido”, explicó la guardaparques en diálogo con la Cooperativa de Trabajo Ecomedios.

Otro dato curioso de este animal es que el recorrido varía de acuerdo a la edad del mismo. Nacen en las playas del Caribe y norte de Brasil, siempre del lado del Océano Atlántico. Luego, estas tortugas pasan varios años en el mar abierto antes de comenzar a migrar hacia el sur. Este proceso de migración las trae hasta aguas argentinas durante los meses cálidos, hasta el otoño, que regresan al norte para evitar las bajas temperaturas del invierno. “La Argentina es la zona más austral del mundo en la que hay tortugas marinas, justamente por el tema de las temperaturas de nuestras aguas, que son más cálidas que en otras a la misma latitud”, informó Díaz.

Este recorrido lo realizan todos los años durante su etapa juvenil, porque a partir de los veinte años, cuando pasan a ser adultas, dejan de migrar y permanecen en su zona de origen para reproducirse y la puesta de huevos. “A través de los proyectos de investigación y de las muestras de genética que tomamos nos dicen que la mayor parte de las tortugas que vienen al estuario provienen de una playa que se llama Isla Ascensión que está a la altura de Brasil”, especificó.

¿Por qué avisar?

El avistamiento de estos reptiles fuera del agua, particularmente en la playa, es una señal de alarma porque probablemente el animal esté enfermo y necesite asistencia. Por ello, desde Quelona se solicita a la comunidad que, ante esta situación, se informe de inmediato al centro de rescate para que el equipo de expertos pueda intervenir.

En condiciones normales, una tortuga marina no abandona el agua salvo para anidar, algo que en Argentina no ocurre. “Las hembras cuando son adultas salen a la costa a poner los huevos exclusivamente y esta, no es su zona de reproducción, entonces quiere decir que está enfermo o algo le pasó”, alertó.

Ante el aviso, Quelona asiste al lugar para llevarla al centro de rehabilitación que funciona la Universidad Nacional del Sur (UNS), le realizan análisis, evaluaciones físicas y diagnósticas, con el objetivo de rehabilitarlas para devolverlas al mar lo antes posible. Por eso también recomiendan no intervenir directamente, sino informar inmediatamente al Centro de Rehabilitación o a las autoridades locales, como Prefectura o guardaparques.

Proteger el mar y sus especies

Son tres especies las que llegan a las costas bonaerenses. Una, la tortuga laúd, es la más grande del mundo, y come exclusivamente medusas. La segunda es la tortuga cabezona, que es carnívora y se alimenta de ostras, cangrejos y peces y, la tercera es la tortuga verde, que es omnívora en su estadio juvenil, come algas y calamares, y ya en su estadio adulto que no la tenemos acá, es herbívora.

Parte de la preocupación de Díaz y su equipo es que las tortugas que llegan a las costas argentinas están afectadas por la ingesta de plásticos y otros contaminantes: “Cuando el plástico está dentro del mar, se pega en los crustáceos o en algas, por lo los ingieren junto con su alimento”, afirmó. Los estudios en el Centro revelaron la presencia de residuos plásticos en todos los ejemplares, especialmente los globos, colillas de cigarrillos y bolsas plásticas.

Asimismo, parte de los animales provienen también de aquellos que quedan enmallados accidentalmente en las redes de los pescadores artesanales de la zona de Monte Hermoso, Pehuen co, Bahía Blanca y Villa del mar. “Nos avisan y aprovechamos a esta tortuga que está sana porque estaba nadando, de purgarla, limpiarla y asegurarnos de que vuelva al mar sin plásticos, porque absolutamente todas las tortugas tienen plástico dentro de su organismo”, lamentó.

Ante esta realidad, Díaz, reiteró la importancia de cuidar el ambiente y evitar arrojar todo tipo de residuos al mar.

Equipo

El grupo de investigación está compuesto por cinco integrantes, dos biólogas, un estudiante de Biología, un veterinario y una guardaparques. El Centro de rescate funciona en el Departamento de Biología Bioquímica y Farmacia de la UNS y “nuestro trabajo es básicamente todo lo que tiene que ver con la rehabilitación y con la investigación, trabajamos con el Instituto Argentino de Oceanografía (IADO), IDEC y el Museo de Ciencias de Buenos Aires, Bernardino Rivadavia.

CONTACTO
Para conocer más de esta pintoresca fauna marina y del trabajo que realiza el grupo de investigación, ingresá a la página de Facebook o Instagram @quelona.tortugasmarinas.

Autor: Redacción Ecodías