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Con R de reciclar
"Una de las premisas principales era que los y las chicas aprendan que los juguetes pueden hacerlos y no sólo comprarlos", contó Natalia Cánova, bibliotecaria y tallerista de la propuesta Reciclamos y creamos.
Categoría: Ecología

«El reciclado muchas veces se ve como una cosa en sí misma, o no se explica para qué nos puede servir, parece que hay que reciclar porque está bien y listo. Lo que se buscó en este taller fue divertirnos pero también poder ver la finalidad del reciclado, que en este caso fueron distintos tipos de juego», introdujo Cánova, impulsora de muchísimas propuestas en la Biblioteca Roberto J. Payró. «Además el reciclado nos permitió crear un objeto único en que cada uno/a le daba su impronta, su identidad, sus preferencias. El reciclado permite también otro tipo de entretenimiento distinto al prefabricado, al juguete hecho en serie y comprado en la juguetería».

En una hora de juego y entretenimiento, se mezcló la concientización y la creación. «La idea era ver si ese tipo de taller gustaba y, en ese caso, repetirlo. Vimos muchas risas en la Biblio así que eso nos incentiva a ir pensando en una nueva fecha. Muchísimas gracias a Mari y Nati Bacega que organizaron todo, sin ellas esto no hubiera sido posible. Le ponen muchísimo amor y se nota que realmente disfrutan lo que hacen». La biblioteca que tiene sede en 19 de mayo 769 es un hervidero de propuestas y trabajo.

Asistieron una docena de chicos y chicas, «aunque tenemos que confesar que había varios niños interiores que decidieron exteriorizarse, sumarse a las actividades y ponerse a jugar».

Una de las premisas principales era que aprendan que los juguetes pueden hacerlos y no sólo comprarlos. «No sólo se trataba de apelar a la creatividad, porque no había dos juguetes iguales, sino que sepan que ellos y ellas son capaces de hacer algo que les guste, les resulte entretenido, les sea fácil y satisfactorio por haberlo logrado, puedan enseñarlo a sus amigos y amigas si quieren».

El primer elemento que se construyó fue un instrumento musical: “el famoso tamborcito con un globo y una lata, además adentro le pusimos arroz, para que las posibilidades de sonido se multipliquen al poder hacer una maraca. En medio de la creación uno de los nenes que estaba presente dijo que también ´se podía soplar´ para hacer sonido, algo que las profesoras no habían pensado. Fue una forma de compartir el conocimiento y de explorar juntos. Los instrumentos fueron decorados con lanas de color y pedacitos de papel crepe. Incluso una maraca/tambor se convirtió en bailarina, con un tutú abajo y una cara en la parte superior”. Y después de estos primeros descubrimientos, llegó el balero, “a un vasito descartable le hicimos un pequeño agujerito en el fondo, un hilito que lo atraviese, una tapa de gaseosa- y para que tenga peso un poco de arcilla o de plastilina- ¡Y listo! Tardamos muy poco y nos divertimos mucho. Hicimos competencias y la Biblioteca se llenó de risas”.

Mientras los papás daban vueltas con estos nuevos juguetes, chicas y chicos se animaron a más. “Para lo último ¡una burbuja gusano! Super fácil de hacer: con un pedazo de botella cortado, donde queda el pico, un pedazo de tela y una bandita elástica que lo sujete se puede hacer burbujas, pero no de las comunes: unas burbujas grandes y largas, como gusanos. Vimos quien podía hacer las más grandes, pero para eso salimos de la Biblio así no la ensuciábamos, miramos los colores que se reflejan en el interior de sus circunferencias y hasta un perro se asustó al no saber qué pasaba ahí” contagió Cánova, que parece que se divirtió más que los asistentes.

AGENDA URGENTE
«Un taller para todos aquellos que quieren contar historias pero no saben cómo hacerlo. Quizás la historieta sea tu forma», invita la Biblioteca al taller de Historieta, dictado por Andrés Farías. Empezó el 4 de septiembre y serán 10 encuentros, cada clase un tema, un autor y una cuestión. «No es un taller de dibujo sino de lectura y creación. Y después una consigna para dibujar, en el mejor de los casos relacionada. No hace falta experiencia previa, ni saber dibujar, ni nada. Todos son bienvenidos, a partir de 15 años».
Y comenzó también la propuesta de Leandro Coccia, «Pop up», libros que maravillan a chicos y grandes porque, al abrirlos, algo se sale de la página: «son mágicos, no lo parecen pero son tridimensionales. A veces salen de la página para decir algo nuevo, a veces para incorporar un nuevo personaje. Pero siempre sorprenden. ¿Y sabías que todos podemos hacer pop up? Más simple, más complejo, de acuerdo al estilo de cada uno, para una tarjeta, para contar una historia».

Autor: Redacción Ecodías

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2017-10-10 00:00:00
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