El sábado 5 de noviembre se
presentaron en la ciudad de Punta Alta las reediciones de dos libros del
político y escritor de Río Colorado Pablo Pizá, incansable luchador por los
Derechos Humanos. EcoDias dialogó con su hija Diana para conocer la historia
familiar, los padecimientos sufridos por ellos durante la última dictadura y el
legado que su padre representó para su militancia en pos de Memoria, Verdad y
Justicia sobre lo ocurrido.
La ciudad de Punta Alta fue el sábado 5 de noviembre pasado escenario de la
presentación de las reediciones de dos libros del escritor Pablo Pizá:
“Liliana, ¿dónde estás?” y “El año del centenario”. El acto se desarrolló en
instalaciones del Sindicato de Trabajadores de Luz y Fuerza de esa localidad y
contó con la participación de familiares del autor, integrantes del Movimiento
por la Memoria, la Verdad y la Justicia de Punta Alta (MoVeJuPA) y de la
comunidad puntaltense.
La trayectoria política de Pizá marca hitos de suma importancia: admirador del
ideario yrigoyenista, fue miembro de la Primera Convención Constituyente de la
provincia de Río Negro y participó activamente en la vida social, económica y
política de la provincia, creada en junio de 1955.
Su compromiso e inquietudes en materia política, cívica y social germinaron
también en la familia que gestó. Es por ello, quizá, que los Pizá padecieron en
carne propia los horrores de la persecución implementada en forma sistemática
por la última dictadura cívico militar: su hija Liliana fue secuestrada y
continúa desaparecida desde entonces, mientras que su otra hija, Diana, su
yerno Víctor Tomaselli y él mismo conocieron la cárcel durante los años más
oscuros de la historia nacional. Una vez liberado, Pizá inició una lucha diaria
por encontrar a su hija y en reclamo de justicia por los delitos padecidos por
toda su familia.
Para conocer más en detalle la personalidad del político y escritor y ofrecer a
sus lectores un acercamiento a esta historia familiar, EcoDias dialogó con
Diana Pizá, hija del autor de “Liliana, ¿dónde estás?” y “El año del
centenario” e incansable luchadora por la defensa y promoción de los Derechos
Humanos y la búsqueda de justicia.
Un abrazo en clima hostil
La presentación de las obras de Pablo Pizá realizada en Punta Alta se sumó
a otras ya efectuadas en La Plata y Río Colorado. Pero con una particularidad:
la notoria identificación de la ciudad con la Armada. “Punta Alta es una ciudad
muy hostil, que gira alrededor de la Base Naval y todos conocemos cuál ha sido
el rol de la Armada durante la dictadura militar. Por ello, nos parecía que era
importante acompañar a los compañeros. Y ahí vino la propuesta”, relató Diana a
EcoDias.
“Para Punta Alta fue bueno, y nosotros nos quedamos muy contentos por los
compañeros (de MoVeJuPA) y para que la palabra de papá y su mensaje, que de
hecho es colectivo, quede”, subrayó.
Retrato de un padre
Diana Pizá comenzó su militancia en el centro de estudiantes de las
Escuelas Medias de la Universidad Nacional del Sur, durante los primeros años
de la década del ’70. Su hermana Liliana, para entonces, ya había comenzado a
involucrarse en política.
“Eran los vientos del momento. Nos sumamos todos aquellos que leíamos mucho,
nos preocupaba ir más allá y veníamos de una familia donde se hablaba de
política. En mi casa, toda la vida hubo muchos diarios y libros. Mi papá tenía
en ese momento mucho protagonismo en la Unión Cívica Radical Intransigente
(UCRI) y para mí era normal que él hubiese sido constituyente, estuviera
siempre opinando y en mi casa hubiera siempre gente hablando de política.
Nosotros nos plegamos al peronismo y papá no venía de ese movimiento, pero sí
de una línea de pensamiento nacional”, dijo Diana sobre la influencia de su
padre en la militancia y el compromiso político de sus hijas.
“Cuando llega la dictadura, a papá lo toman de rehén: le dicen que si no les
dice dónde está mi hermana, lo van a dejar adentro. Obviamente, él no les dijo
y estuvo preso hasta que a ella la secuestraron”, reseñó.
Cuando ambos recuperaron la libertad, Diana acompañó la infatigable búsqueda de
su padre por Liliana, que incluyó la edición del libro “Liliana, ¿dónde
estás?”, publicado apenas recuperada la democracia.
La cárcel
Diana estuvo detenida en la cárcel de Villa Devoto durante el último lustro
de la década del ‘70 y todavía recuerda su traslado desde el sur argentino
hacia el penal en medio de un operativo que parecía montado para una persona de
extrema peligrosidad y no para una militante secundaria, “que pesaba entonces
cuarenta y seis kilos. Pero era una justificación previa para todo lo que
estaban armando”.
De su paso por Villa Devoto recordó junto a EcoDias “el compañerismo, el cariño
y la protección que nos teníamos unas a otras, que fue la tabla de salvación,
junto al contacto con la familia. Compartíamos valores, más allá de que no
todas proveníamos de la misma agrupación”.
“Nos dábamos clases unas a otras. Había compañeras abogadas -entre las personas
con que Diana compartió su tiempo en prisión se encontraba la actual jueza
Carmen Argibay-, economistas, estudiantes e incluso una bailarina, que nos daba
gimnasia a escondidas. Hacíamos teatro, nos contábamos cuentos y teníamos
‘funciones de cine’, que era contarnos películas mutuamente. Había toda una
dinámica organizada para estar bien, para darnos apoyo”, relató.
Allí, “nos íbamos enterando de cosas terribles que les iban pasando a nuestros
familiares y compañeros. Estando presa yo me entero que lo matan a mi cuñado,
primero, y después de la desaparición de Liliana. Eso era muy común y
angustiante”.
“El régimen se fue endureciendo, con muchas sanciones. Hubo cosas terribles.
Por ejemplo, en un momento lo llevan a (el ex dictador Jorge) Videla a Tucumán
y sacaron a cuatro compañeras como rehenes. La consigna era ‘si le pasa algo a
Videla, las matamos a las cuatro’”.
Esa mecánica de terror y represión no hizo mella en el instinto colectivo de
búsqueda de justicia, que Diana y sus compañeras mantuvieron al salir. “Nos
asomábamos a las ventanas y gritábamos a la calle. Eso me valió cuarenta días
de sanción en la celda de castigo, en mi caso”, rememoró.
El quiebre de 2003
Como ex detenida y actual militante por la Memoria, la Verdad y la
Justicia, Diana Pizá resulta una voz autorizada para hablar de la acción por
los derechos humanos que implementaron o dejaron de implementar los sucesivos
gobiernos desde 1983.
En tal sentido, es crítica su mirada sobre el alfonsinismo y la continuidad
menemista en torno al tema. “Más allá de lo importante que fue el Juicio a las
Juntas, ya ahí había un recorte”, enfatizó. Posteriormente, eso halló su
correlato con las leyes de Punto Final y Obediencia Debida dictadas por el
mismo gobierno de Raúl Alfonsín (“la presión fue muy grande, pero el pueblo
estaba en la calle”, remarcó Diana) y los indultos firmados por su sucesor,
Carlos Menem.
Desde 2003, en cambio, “se produjo un cambio de paradigma”, al que ella vincula
con “una voluntad política innegable, con la decisión de (Néstor) Kirchner y
Cristina (Fernández) y no solamente de ellos, sino también de un montón de
gente que los ha apoyado y otro montón de gente que vino abonando el terreno
para que ello ocurra. Creo que las construcciones siempre son colectivas, pero
tiene que haber quien tome una decisión. Y la tomó Kirchner, con mucha valentía.
Y a partir de allí marcó un camino”, subrayó.
Puertas al cambio
Hace algunas semanas, se realizaron en Río Negro las elecciones
provinciales. Al cabo del escrutinio se supo que, luego de varios periodos de
predominio radical, la provincia y el municipio de Río Colorado pasarían a ser
gobernados por fuerzas políticas ligadas al kirchnerismo.
Ante esta realidad, EcoDias quiso saber la opinión de Diana Pizá sobre las
perspectivas que eventualmente podrían abrirse para modificar las omisiones en
materia de promoción y defensa de los derechos humanos registradas hasta el
momento.
Sobre el gobernador electo Carlos Soria, Diana recordó que “no ha sido un
militante por los derechos humanos. Ha tenido una situación conflictiva con el
tema de Kosteki y Santillán, por cuyos crímenes lo hacen responsable y él ha
respondido que se ocupó de que se hiciera una investigación por la que están presos
los responsables directos”.
“Puede uno estar de acuerdo o no con los grupos en que él ha participado dentro
de la estructura política del peronismo. Pero lo que yo rescato es que fue
quien promovió la apertura de los archivos de la provincia de Buenos Aires, que
posibilitó meterse en la historia y la forma de manejarse de la Policía
Bonaerense. Y dio vida además a la Comisión Provincial por la Memoria”, indicó.
“A mí se me generan expectativas en ese sentido. Por ejemplo, que se pueda
trabajar en un buen archivo que permita plantarnos en el presente para
preguntarnos qué pasó en Río Negro. Porque se suponía que acá nunca había
pasado nada, que sólo había desaparecidos en Bariloche. Y resulta que no es
así”, añadió finalmente.
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