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El problema del después
El fiscal José Nebbia, de la Unidad Fiscal de la ciudad, fue parte del grupo que inspeccionó las instalaciones de la cárcel, inspección por cierto que arrancó temprano a la mañana y finalizó alrededor de las siete de la tarde.
Categoría: Derechos Humanos

El fiscal José Nebbia, de la Unidad Fiscal de la
ciudad, fue parte del grupo que inspeccionó las instalaciones de la cárcel,
inspección por cierto que arrancó temprano a la mañana y finalizó alrededor de
las siete de la tarde.
Nebbia relató: “Habían traído a tres personas, los tenían encerrados en lo que
se llama la “leonera” que es un calabozo con la reja, sin baño, estaba todo
orinado. El traslado había comenzado a las cinco de la mañana, ya eran las dos
de la tarde, no habían comido nada, se ordenó que se les de comida. A la vuelta
de un pabellón pedí entrevistarme con esas personas, eran las seis de la tarde
y todavía no les habían llevado comida, los penitenciarios decían que sí.
Ordenamos que se les de comida y hasta que no se les dio comida adelante nuestro,
no nos fuimos”.
Vale aclarar y en esto también coincidió Nebbia que donde dice comida debe
leerse con un entrecomillado por la mala calidad de la misma.
“Una madre con un nene de dos años encerrada 20 horas en una celda de tres por
tres, 20 horas al día con un nene de dos años…”.
Ante dichas situaciones, las autoridades echan la culpa a los presos o destacan
que él interno decide estar en determinado lugar por problemas con el resto de
la población: “Por supuesto que no es sencillo llevar adelante la gestión de
una cárcel, nosotros no estamos hablando que sea un juego de niños ni mucho
menos, no somos ingenuos. Ahora, eso es una cosa y otra muy distinta es tener a
esas personas en esas condiciones. Pabellones con más de cien detenidos, celdas
individuales donde hay más de una personas, personas encerradas 20 horas por
día…”.
“Recuerdo un chico con una triple fractura de fémur sin siquiera una férula o
una cocina con moscas con carne en mal estado, una comida que uno ni siquiera
se animaba a probarla, la comida cocinada estamos hablando”.
Algunos presos manifestaron a los profesionales que el problema iba a ser qué
pasaría cuando los visitantes abandonen la unidad: “Las sociedades no quieren
ver sus miserias, entonces encerremos a los pobres en las cárceles,
construyamos muros altos, no veamos adentro y la cárcel como la policía son una
de las instituciones donde el viento democrático no ha entrado.
Es una situación de absoluto control, los penitenciarios tienen un absoluto
poder sobre el detenido con lo que puede implicar eso y los hechos ocurren”.

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2014-01-20 08:06:00
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