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Mandalas y huertas, la sanación a través de la ciencia y el arte
En abril se llevaron a cabo dos actividades orientadas a la contención emocional y la reconstrucción del tejido social tras las graves inundaciones que afectaron a la ciudad. Ambas propuestas combinaron reflexión colectiva, expresión artística y cuidado ambiental, reafirmando el rol del Museo como un espacio de encuentro y resiliencia.
Categoría: Cultura
Museo de Ciencias A1

Arte terapia para procesar la crisis

El sábado 12 de abril tuvo lugar la primera de estas actividades bajo el nombre Mandala al Parque: mates y mandalas en el Parque de la Ciudad. La propuesta consistió en una jornada distendida donde los participantes pintaron mandalas mientras compartían mate, generando un espacio de diálogo y catarsis colectiva.

La directora del museo, Liliana Dascanio, explicó el trasfondo de esta iniciativa: «La idea era que, a través de la pintura de mandalas que incluían palabras motivadoras, los vecinos pudieran reflexionar sobre su experiencia durante la emergencia hídrica, cómo la vivieron y qué acciones tomaron».

Los beneficios terapéuticos de colorear mandalas -como la reducción del estrés, mejora de la concentración y estimulación de la creatividad- fueron el vehículo perfecto para esta actividad que reunió a vecinos del Parque de la Ciudad y otros seguidores habituales de la institución.

El momento culminante llegó cuando los participantes armaron colectivamente un mandala de cerámica. «Cada persona, al colocar su pieza, dedicaba esa parte del mandala a alguien o algo relacionado con lo vivido durante la inundación», relató Dascanio, ante la consulta de la Cooperativa de Trabajo Ecomedios. Este ejercicio simbólico permitió cerrar la jornada con una poderosa metáfora sobre la reconstrucción comunitaria.


La huerta como proyecto de vida

El sábado 26 de abril se realizó el primer encuentro del proyecto A la huerta del parque, en colaboración con el programa municipal Huertas de la Ciudad. Bajo el título Sembrando Emociones, la actividad invitó a los participantes a plantar semillas o esquejes de especies desconocidas, asociándolos a momentos o personas significativas durante la crisis.

«Buscábamos generar un espacio de conversación sobre lo ocurrido, pero desde una perspectiva de futuro y crecimiento», explicó Dascanio. Cada asistente recibió un cuadernillo con una tarjeta en forma de maceta donde registró el nombre de su planta, su compromiso de cuidado y los días en que podría visitarla para su mantenimiento.

Esta actividad marca el reinicio de un proyecto de huerta comunitaria que había quedado interrumpido el año anterior. «Con el equipo de Huertas de la Ciudad estamos recuperando este espacio: mejorando la tierra, nutriéndola y preparándola para que todas estas plantitas que hoy sembramos puedan crecer fuertes», detalló la directora.

Se trata del primero de al menos seis encuentros programados, donde los participantes no sólo aprenderán técnicas de cultivo, sino que construirán colectivamente un espacio verde que simboliza la capacidad de renacer después de la adversidad.


Un espacio de contención activa

Estas iniciativas no son actividades aisladas, sino que forman parte de la filosofía institucional del Museo de Ciencias, que desde su creación en 1992 se concibe como un ámbito dinámico y comprometido con su comunidad. Más allá de su exposición permanente Desde el Origen -que recorre la evolución del universo y la vida en la Tierra-, el Museo ha desarrollado una fuerte línea de trabajo en educación ambiental y participación ciudadana.

El Área Educativa del museo ha demostrado una notable capacidad para adaptar sus programas a las necesidades del contexto. «En situaciones como estas, nuestro rol va más allá de transmitir conocimiento científico. Debemos generar herramientas que ayuden a la comunidad a procesar lo vivido y proyectarse hacia adelante», reflexionó Dascanio.

Programas como el Calendario Ambiental o El Museo visita tu escuela completan esta visión de una institución cultural que entiende su función social en sentido amplio, especialmente en momentos de crisis.


Balance y proyecciones

El balance de estas primeras actividades es altamente positivo. «La respuesta de la comunidad ha sido muy emotiva», compartió Dascanio. «La gente necesita espacios donde sentirse escuchada y acompañada, donde poder elaborar lo vivido de manera colectiva».

Para los próximos meses, el museo planea continuar con el ciclo de la huerta comunitaria, donde se abordarán temas como compostaje, cultivo de especies nativas y alimentación saludable. Paralelamente, se evalúa replicar la experiencia de los mandalas en otros barrios afectados por las inundaciones.

Estas acciones refuerzan el concepto de que los museos, especialmente aquellos de perfil científico, pueden y deben jugar un papel activo en la reconstrucción del tejido social después de catástrofes naturales. No como meros observadores, sino como facilitadores de procesos comunitarios de recuperación emocional y ambiental.

El Museo de Ciencias de Bahía Blanca demuestra así que, más allá de conservar y exhibir objetos, su verdadero patrimonio es la capacidad de conectar con las necesidades de su comunidad y ofrecer respuestas creativas y significativas en los momentos más difíciles.

EDUCACIÓN, INTERACCIÓN Y CONCIENCIA AMBIENTAL
El Museo de Ciencias de Bahía Blanca, creado en 1992 a partir de la división del antiguo Museo Histórico y de Ciencias Naturales, depende del Instituto Cultural de la ciudad. Su enfoque es dinámico e interactivo, integrando diversas ramas científicas y promoviendo la conciencia ambiental mediante actividades culturales, tecnológicas y educativas. Busca fomentar la participación colectiva, la identidad social y el desarrollo sostenible.
Ubicado en el Parque de la Ciudad, el museo se concibe como un espacio abierto a la comunidad, donde educación y diversión se complementan. Las exposiciones utilizan objetos como herramientas para interpretar historias o fenómenos, incentivando la curiosidad y la conexión con la naturaleza. Está dirigido tanto a residentes como a turistas, con el objetivo de que los visitantes se involucren emocionalmente y salgan con más preguntas que respuestas, motivados a explorar nuevos conocimientos.
La exposición permanente Desde el Origen recorre la formación del universo, la evolución de la Tierra y la aparición del ser humano. Además, el museo organiza exposiciones temporales y talleres sobre temas ambientales y sociales, con participación activa de la comunidad.
El Área Educativa colabora con instituciones escolares mediante programas didácticos, asesorías pedagógicas y apoyo para ferias de ciencias. Destacan iniciativas como el Calendario Ambiental y el proyecto El Museo visita tu escuela, que lleva talleres científicos a escuelas rurales o con menos recursos. También ofrece material digital, como modelos 3D de patrimonio, guías de aves y herbarios virtuales, reforzando su compromiso con la divulgación científica accesible.

Autor: Redacción Ecodías

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2025-04-30 16:06:35
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