El sonido, la voz humana, y la canción son las formas preservadas en este nuevo
rincón de la ciudad, el Museo de Radios Antiguas.
Mientras Carlos Gardel hace una sonríe desde un cuadro, el disco corre al
ritmo de la púa, con la velocidad que la manivela permite. Todas señales de que
estamos en el Museo de Radios Antiguas, un espacio de exposición y preservación
de aparatos y sonidos, bajo la pasión y el orden de Carlos Benítez, ingeniero
electricista y coleccionista.
Un apasionado
“Empecé a los 12 años, cuando mi tío me hizo armar, sin saber yo nada, una
pequeña radio, con una pequeña bobina. Me trajo los auriculares y escuché desde
Punta Alta Lu2 Radio Bahía Blanca”, rememora Benítez a la hora de contar cómo
empezó su fascinación por la radio.
Casi sin querer, el camino entre las radios y la vida de Carlos se fueron
entramando, “la mayoría lo he comprado en condiciones deplorables, le arreglé
la madera y la parte interna, así fue juntando y juntando, hubo un tiempo que
no arreglaba nada y un año armaba 10”. La colección empezó a crecer, y tanto
fue el capital, que tuvo que transformarse en otro tipo de espacio, pasó de ser
una colección privada y personal a una abierta a todo público. “Estudié
siguiendo la misma línea, en la universidad pude comprender algunas cosas
matemáticamente, pero es increíble si uno se pone a pensar cómo funciona una
radio”. Un aparato que capta las ondas electromagnéticas, estas se dispersan de
una antena, en algún lugar, este fue el descubrimiento de James Clerk Maxwell
en 1870, “era un extraterrestre, murió sin conocer el alcance de su
descubrimiento, que recién en 1890 y pico Hertz logra plasmar aquello que
Maxwell había mostrado en forma matemática”. Después aparecieron Guillermo
Marconi y Nikola Tesla, “ellos lo hicieron comercial al mango, devino la radio,
la televisión, los celulares”. Después de haber comprendido las ecuaciones
diferenciales de Maxwell, Benítez afirma que la magia de las ondas nunca se
terminó. La primera transmisión comercial en Argentina se realizó en 1920, de
la mano de Enrique Susini, el misterio de las ondas radiofónicas creció aún
más, “cuentan que Juan Carlos Thorry escuchó la radio en su Coronel Pringles
natal se fue atrás a ver qué había, quién estaba escondido”.
Vibraciones
“Al principio, existían las cajitas musicales, fue la primera reproducción
de sonido. Con la aparición del cilindro Edison, se impregnó la voz por primera
vez, se comercializó y se reprodujo en fonógrafos”, rescató Benítez al momento
de justificar la presencia de discos en el Museo. “Sobrevivieron muy poco
tiempo porque Berliner descubrió el disco y por eso, fueron suplantados,
prácticamente no existen en el mundo”, no obstante, un fonógrafo Edison
sobrevive en la colección de Benítez, que lo compró en Madrid, en muy malas
condiciones y logró repararlo de adentro hacia afuera, con una labor de más de
un año
Dedicado a la búsqueda constante de materiales, Benítez recorre el país y
curiosea en todo sitio. “Muchas veces veo que a las radios las han convertido
en maceteros o en bienes de ornamentación, es algo que no puedo entender”, y
fiel al estilo del coleccionista, conserva el estilo de los aparatos y cada uno
de los que se encuentran en el Museo funciona perfectamente. “Me gusta
restaurar, arreglar, y también exponer”, en varios ocasiones ha prestado su
material al Teatro Municipal en colaboración a una muestra o una ambientación,
también sus radios y vitrolas han aparecido en películas, como fue el caso de
la última película sobre Carlos Gardel.
Una radio de 1924 es el tesoro más antiguo expuesto, de un metro, y de
excelente conservación, y la más nueva, una radio amarilla, versión 2017, muy
utilizada en las playas, con formato similar a un objeto sumergible. “Desde
radios a bombilla, que hay que esperar que se calienten hasta que comienzan a
escucharse las voces, pasando por los transistores, y los circuitos integrados,
los más innovadores y miniaturizados, la ciencia es así, va avanzando”. Benítez
adjudica los grandes avances a las guerras mundiales, donde había una gran
urgencia por comunicarse, “Susini fue a Europa para investigar los efectos
tóxicos de las guerras detrás de las trincheras, se encontró con un montón de
material de comunicaciones y los trajo, con eso armó la primera transmisión”.
El uso del código Morse, según el coleccionista, disparó la radiofonía, las
señales se hacían en Estados Unidos, en diversas ciudades; la problemática
surgió cuando los continentes americano y europeo quisieron concretarlo. Una
nueva hazaña, calificada como locura, que conllevó muchísimos años de trabajo,
fue realizada: un cable sumergido en el lecho marino, en tiempos que no existía
forma de aislación.
¡HAGA UNA VISITA!
El Museo de Radios Antiguas se encuentra en Laprida 268, a la altura de la calle
Rodríguez al 600. La entrada es libre y gratuita. Abre todos los días desde las
17 hasta las 21 horas.
> Directora
Valeria Villagra
> Secretario de redacción
Pablo Bussetti
> Diseño gráfico
Rodrigo Galán
> Redacción
Silvana Angelicchio, Ivana Barrios y Lucía Argemi
> Difusión en redes sociales
Santiago Bussetti y Camila Bussetti
> Colaboradores
Claudio Eberhardt
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