“1957. Punto más alto de la guerra fría.
Estados Unidos y la Unión Soviética temen su mutua capacidad nuclear y sus
intenciones.
Ambos despliegan sus espías y cazan los ajenos”.
Estas breves frases presentan un film de espionaje, que no lo es tanto.
Se trata de uno de los trabajos “serios” de Steven Spielberg, que rescata
sucesos reales con un presupuesto bastante menor al que acostumbra.
En 1960, un U2 piloteado por el estadounidense Francis Gary Powers, fue
derribado durante un vuelo espía en el espacio aéreo soviético, hecho
prisionero y después de dos años de negociaciones fue intercambiado por Rudolph
Abel, un espía soviético capturado por la CIA en New York.
Hasta aquí lo que ya fue abordado varias veces por el cine y la televisión, pero
Spielberg -a instancias de un primer guion que le acercó Matt Chapman- desvía
el protagonismo hacia James Donovan, el héroe casi anónimo u olvidado que medió
entre las potencias y evitó incidentes mayores.
Un abogado estadounidense especializado en seguros, que enfrentó a la opinión
pública y la paranoia creada por la propaganda respecto al peligro soviético para
defender los derechos Abel y luego aceptó encabezar una peligrosa y sigilosa
operación sin garantías tras el recientemente instalado Muro de Berlín.
Una trama llena de idas y vueltas burocráticas, que gracias a la ironía que los
Hermanos Coen aportaron al guión -en su primera colaboración con Spielberg- consigue
atrapar desde la cacería sin palabras y sin música en las calles neoyorquinas
de la escena de apertura.
La narración está partida en dos mitades diferenciadas por la estupenda
fotografía de Janusz
Kaminski.
La primera y más lograda -visualmente deudora de la paleta y el
estilo de Edward Hopper- se desarrolla en el ambiente tribunalicio neoyorkino y
contiene un contrapunto actoral entre un magnifico Mark Rylance, como Abel y el
abogado defensor de Tom Hanks, en otro de sus roles de “buen muchacho americano”.
Y la segunda parte virada a los grises invernales e institucionales, que comienza
con una impactante escena de acción aérea para sumergirse en la semi derruida Berlín
Oriental y la ambigüedad amenazante de una trama de espías propiamente dicha,
hasta la metafórica escena final en el Puente Glienicke.
Casi dos horas y media de buen cine, teñido de la nostalgia por una época que
permitía que los adversarios se respetaran a pesar de sus diferencias.
Título original: Bridge of Spies
Dirección: Steven Spielberg
Guión: Matt Charman, Ethan Coen, Joel Coen
Fotografía: Janusz Kaminski
Música: Thomas Newman
Origen: USA – 2015
Calificación: Sólo apta para mayores de 13 años
Intérpretes: Tom Hanks, Mark Rylance, Alan Alda
> Directora
Valeria Villagra
> Secretario de redacción
Pablo Bussetti
> Diseño gráfico
Rodrigo Galán
> Redacción
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> Difusión en redes sociales
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> Colaboradores
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