En septiembre se estrenará Departamento 7A, una precuela de El bebé de Rosemary (1968), el clásico de terror demoníaco dirigido por Roman Polanski.
Este nuevo film quizás logre interesar, aunque quienes hayan visto el original echaran en falta la mirada y la sonrisa inquietante de Ruth Gordon como Minnie Castevet, la servicial vecina de la pareja protagónica.
Gordon (1896-1985) nació en una pequeña ciudad de la costa este de los Estados Unidos y tuvo la fortuna de que su temprana vocación interpretativa fuera apoyada por sus padres -algo inusual a principios del siglo XX-, que pagaron sus estudios de arte dramático en New York.
Debutó en Broadway a los 18 años y de allí en más desarrolló una prolífica carrera como actriz teatral, cinematográfica y televisiva; en paralelo con otra no menos importante como dramaturga y guionista.
Si no era estrella, definitivamente era “alguien” en el medio por entonces.
Su figura menuda, su voz, su sentido del humor y su personalidad vivaz la hicieron destacar en cada una de sus apariciones y en cine tuvo unos pocos protagónicos, pero fue en secundarios significativos como el de Otra vez mío (George Cukor; 1941) -junto a Greta Garbo- o Intimidades de una adolescente (Robert Mulligan; 1965) -encabezado por Natalie Wood-, donde se lució especialmente.
De hecho, fue su secundario en el mencionado film de Polanski con el que obtuvo un Oscar a mejor actriz de reparto -había sido nominada varias veces antes y lo sería después-, que aceptó con brevedad y con su usual gracejo: “No puedo decir cuan alentador es esto. Hice mi primer film en 1915 y aquí estamos en 1969; realmente no sé por qué me tomó tanto tiempo. Gracias a todos los que votaron por mí y a los que no… discúlpenme”.
Entre sus guiones, se recuerdan particularmente los coescritos con su colega -y segundo marido Garson Kanin-, para La costilla de Adán (1949) y La impetuosa (1952), dos de las populares comedias protagonizadas por Spencer Tracy y Katharine Hepburn y dirigidas por George Cukor, que la contó entre sus colaboradoras tanto frente como detrás de cámara.
Podría decirse que fue una mujer empoderada avant la lettre, ya que logró pasar barreras que no se mencionaban demasiado pero que existían en Hollywood y en parte persisten.
Hasta obtuvo un protagónico inusual en Harold & Maude (Hal Ashby; 1971), una comedia negra sobre la relación entre una septuagenaria enérgica y un adolescente depresivo -Bud Cort-, que en ese momento no fue comprendida pero con el pasar de los años se convirtió en un film de culto.
Ruth trabajó hasta el último día de su vida y quienes tuvieron la suerte de ver la sitcom Taxi (1978/ 83), recordarán su premiada intervención a los 87 años.
Repaso de su trayectoria a modo de tributo y de incentivo para que se disfrute de su versatilidad y talento en los títulos incluidos en varias plataformas de streaming.
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