La acción de los acompañantes
terapéuticos incide favorablemente en los tratamientos de trastornos o
enfermedades de largo plazo, un integrante más del equipo disciplinar, que
aporta contención e integración a los ámbitos educativos y sociales.
El recurso se inicia en la Argentina en la década de 1970. “El acompañante
terapéutico es un actual dispositivo que permite mejorar la calidad del
paciente, colaborando con la continuidad de los tratamientos y conteniendo en
la cotidianeidad al paciente y a su familia, siempre que un profesional lo
indique”, afirman desde la Asociación de Acompañantes Terapeúticos de Bahía
Blanca.
En nuestra ciudad se cuenta con la formación desde hace 20 años, la entidad
nuclea a todos los acompañantes terapeúticos del país que hayan realizados
cursos de formación avalados por dicha entidad, entre otras funciones organiza
congresos nacionales e internacionales. Los acompañantes egresados cuentan con
la posibilidad de asistir a jornadas, talleres, congresos y ateneos, algunas
actividades son libres y otras con aranceles institucionales. “Esto permite
actualizarse en los temas que les interese”. La Asociación pretende garantizar
el óptimo ejercicio de esta práctica en resguardo de la salud psíquica de la población,
promueve la formación permanente, la supervisión de casos clínicos, ofrece el
servicio de información a la comunidad, recepciona la demanda de profesionales
o familiares a través de la página o por teléfono, ocupándose de encontrar al
asociado con el perfil adecuado para cada caso que pueda hacerse cargo.
Supervisión
Uno de los compromisos que posee el acompañante terapéutico es la supervisión
de su actividad, de esta forma su trabajo puede mejorar, se evitan obstáculos
en el diseño de estrategias a desarrollar. Las supervisiones pueden ser
individuales y grupales, y están a cargo de profesionales. La supervisión
individual está vinculada con el trabajo del acompañante terapéutico, “la idea
es que todos los acompañantes que vienen a supervisarse, lo han trabajado ya
individualmente, lleguen a este espacio a compartir su experiencia”, afirma
Victoria Seco, supervisora de Pablo Lagarrigue, en un encuentro mensual junto a
otros profesionales.
Un acompañante terapéutico realiza su tarea en contacto con un equipo
disciplinar, generalmente compuesto por médico neurólogo, psicopedagoga,
psicóloga, y suele ser un elemento que se contacta con el nivel educativo de
quien acompaña, “articula el rol del acompañante con ese equipo”, dice
Lagarrigue. El contacto con los familiares es sustancial, son quienes
reflejarán sus miedos, intenciones y la situación del paciente. Las personas
tratadas dan señales sobre sus preocupaciones, a veces a través de las palabras
y muchas, con sus actitudes, comportamientos marcados por la ansiedad. “Se
trabaja con la integración a los pares” y además, se construye muy lentamente
una vida con autonomía. El acompañante terapéutico puede realizar su tarea en
forma diaria, una vez por semana o tres veces por semana según indicaciones médicas.
“Como hemos charlado en la supervisión, siempre tiene una particularidad, una
subjetividad cada persona. No puedo generalizar un síndrome en un paciente”,
aportó Lagarrigue. Uno de los recursos que sirve de puente para acompañar a un
paciente es conocer sus gustos personales, que pueden ser “los puntos de
conexión”. El encuentro con las familias es fundamental, “cuando uno empieza
con la tarea de acompañante la familia vuelca muchas ansiedades y muchas
expectativas, y no siempre es la expectativa coincide, a veces es mayor o
menor. Esa ansiedad de los padres nos hace pensar en cuál es la solución o una
mejora para la situación del paciente”. Otro paso que ayuda al tratamiento es
involucrar al paciente en el mismo, hacerlo partícipe, preguntarle sobre lo que
piensa o siente.
El acompañamiento terapéutico disparará acciones sobre la actividad escolar y
social del paciente, “puede ayudar en la organización de estudio y también
propuestas para la recreación”. Dentro del equipo interdisciplinar, uno de los
profesionales lleva la dirección del tratamiento. Muchas veces los pacientes no
saben por qué ni para qué realizan la visita al psicólogo o a la psicopedagoga,
“sabes por qué vengo, charlamos sobre eso con el paciente, funcionaba como nexo
para darle explicaciones con fines terapeúticos”. Es fundamental que el
paciente tome la palabra sobre su propia situación, aunque requiere mucho
tiempo de trabajo.
Las metas que se proponen no deben generar frustración, es necesario respetar
los tiempos de los pacientes, “es un tiempo de observación de los dos, del
acompañante hacia la situación, el paciente y la familia, y del paciente
también, para qué, porque una cosa es hablarle y otra es darse cuenta qué es lo
que hace un acompañante”, aporta Seco. “Darle el tiempo al paciente, es darle
otro lugar, devolverle algo distinto”.
Salir, recrearse, intercambiar opiniones, ser independiente, volver a confiar
en sí mismo, entender lo que le pasa desde su afección y también el rol de
quienes lo tratan, volver a pensar qué puede y qué no, reposicionar a la
familia y su aporte, parte del plan de tareas de un acompañante terapéutico.
Fuente: “Supervisión, la mirada como puente o barrera”, charla a cargo de
Victoria Seco y Pablo Lagarrigue. Se resguarda la identidad y los dichos en
alusión al paciente.
PARA AGENDAR
La Asociación funciona en Brown 236. Es posible comunicarse con el teléfono
4526898, lunes, miércoles y viernes de 9 a 12 horas.
> Directora
Valeria Villagra
> Secretario de redacción
Pablo Bussetti
> Diseño gráfico
Rodrigo Galán
> Redacción
Silvana Angelicchio, Ivana Barrios y Lucía Argemi
> Difusión en redes sociales
Santiago Bussetti y Camila Bussetti
> Colaboradores
Claudio Eberhardt
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