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Producción pública
Lo que nació como una ayuda para pacientes sin recursos hoy se convirtió en producción de medicamentos como Cefalexina y Amoxicilina que se distribuyen en los diferentes hospitales públicos de la provincia de Buenos Aires que los requieren. El trabajo se realiza en el Hospital Penna de Bahía Blanca mediante un laboratorio de categoría provincial.
Categoría: Salud

Lo que nació como una ayuda para pacientes sin recursos hoy se convirtió en
producción de medicamentos como Cefalexina y Amoxicilina que se distribuyen en
los diferentes hospitales públicos de la provincia de Buenos Aires que los
requieren. El trabajo se realiza en el Hospital Penna de Bahía Blanca mediante
un laboratorio de categoría provincial.

Quizá muchos sepan que en el subsuelo del Hospital Penna de Bahía Blanca
funciona un laboratorio como el que puede funcionar en cualquier otro hospital.
Pero de esos muchos habría que ver cuántos son los que saben que unos metros
antes se encuentra el Depósito y que ingresando a ese Depósito y caminando
hacia el fondo del mismo, hay una puerta que es la que comunica con el
Laboratorio de Especialidades Medicinales Provincial (LEMP Nº 3). Tampoco es
que uno va a jugar de sabiondo porque lo cierto es que supimos de este
laboratorio a través de información del Ministerio de Salud de la Provincia de
Buenos Aires que daba cuenta de proyectos en común junto a la Universidad
Nacional del Sur (UNS) para lo que es la optimización de los medicamentos. Es
más, desorientados y casi perdidos en el Penna, anduvimos preguntando por la
ubicación exacta del LEMP, y muchos nos mandaban hacia el laboratorio
convencional del hospital.
Lo cierto es que finalmente llegamos porque queríamos saber de esos proyectos
con la UNS, de la historia del LEMP y de cuál es su función y sus objetivos
concretos en cuanto al trabajo que lleva adelante.
Grata sorpresa nos llevamos cuando nos enteramos que el LEMP se dedica a la
producción pública de medicamentos como Cefalexina y Amoxicilina, que son
distribuidos en diferentes hospitales públicos de la provincia de Buenos Aires
que los requieran y que todo eso se desarrolla en Bahía Blanca con un tal vez
injusto anonimato.
Toda esta política refiere al derecho a la salud, a la accesibilidad y también
a una concepción diferente del medicamento de la que se tenía en épocas
anteriores.
Así y todo vale aclarar que el laboratorio no nació en primera instancia con
estos fines sino que su creación se debió a una necesidad que presentaban los
pacientes que no podían costearse la medicación.
La farmacéutica Mónica Murrie, recibida en la UNS dentro de la primera
promoción de farmacéuticos, trabaja en el LEMP desde que quedó inaugurado en
1996 al tiempo que comenzó a ocupar la Dirección Técnica del mismo en
septiembre de 2001
En entrevista con EcoDias, Murrie explicó que el laboratorio está ubicado
físicamente en el Penna y que depende del Instituto Biológico Doctor Tomás
Perón que se encuentra en La Plata que a su vez depende directamente del
Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires: “Se inauguró en noviembre
del 96 y comenzó a funcionar en enero del 97”, recordó Murrie quien respecto a
los objetivos de aquella iniciativa, mencionó “la meta de poder alcanzar a
aquellos pacientes que no tenían forma de poder comprar los medicamentos”.
Según señaló, existía un circuito armado en salud en el que “los pacientes
tenían asistencia en el hospital, iban al médico, completaban todo pero al
momento de tener que ir a comprar el medicamento no tenían cómo, entonces ahí
se caía todo lo que se había logrado hasta ese momento”.
La creación del laboratorio para la realización de medicamentos fue una medida
como para empezar a paliar esa situación. Con el correr de los años, el
proyecto comenzó a crecer y fue así que empezó a hablarse de producción pública
de medicamentos la cual hoy es el fin principal: “Es una decisión soberana
estatal que considera al medicamento como un bien social, deja de ser un bien
comercial como lo era en los noventa”.
Al declararlo bien social, el Estado se convierte en garante de que la persona
reciba el medicamento lo cual se encuadra en el derecho al acceso a la salud:
“Esto queda plasmado en la ley de producción pública de medicamentos que se
sancionó en julio de 2011. Se reglamentó el año pasado y entonces empieza como
a tener forma ya más oficial la producción pública que es una decisión
soberana, es una cuestión de Estado. La producción pública de medicamentos
garantiza la accesibilidad al medicamento como bien social y además establece
precios testigo, o sea precios relacionados con los costos reales de la
producción del medicamento. Entonces eso hace también que regule los precios en
el mercado”.

Tres millones de dosis por año
La producción pública de medicamento no olvida el objetivo inicial del laboratorio,
todo lo contrario, lo cumple y con creces. Lo que sale como resultado del
trabajo del LEMP no se vende en las farmacias de una localidad u otra sino que
se distribuye, mediante el Ministerio de Salud, en los distintos hospitales
provinciales. Es cada hospital el que le brinda al paciente la medicación que
el profesional le recetó y esa provisión se hace de manera gratuita: “Los
medicamentos nuestros no se comercializan, es más nosotros ni siquiera
participamos en licitaciones ni nada sino que se producen para la distribución
desde el Ministerio”.
En el caso del Penna de Bahía Blanca, la entrega de determinada cantidad se
realiza por pedido de la farmacia del mismo hospital.
Consultada sobre laboratorios similares en la provincia, Murrie comentó: “En la
provincia nosotros seríamos uno que la función nuestra es la producción de
antibióticos betalactámicos. Después hay un laboratorio de la misma categoría
que el nuestro, que depende igual que nosotros del Instituto Biológico que es
el LEMP 2 que produce comprimidos”.
En algunas ciudades existen laboratorios pero que nacieron por convenios con
los municipios y son diferentes, en cuanto a características, de los nombrados.
Si nos referimos a números, la producción del LEMP es muy importante: “Nuestra
última producción fue de 200 mil frascos anuales y estamos pensando que esto va
a aumentar bastante porque se ha adquirido un equipo que estamos próximos a su
instalación y puesta a punto y eso va a llevar a aumentar la producción. No sé
si decirte duplicar en una primera instancia y después ir aumentando a medida
que se necesite”.
Esos 200 mil frascos anuales representan unas 3 millones 600 mil dosis:
“Nosotros producimos suspensiones orales extemporáneas de cefalexina 250, de
amoxicilina 500 y de amoxicilina 250. Son todos antibióticos derivados de la
penicilina y de primera elección en la atención primaria en infecciones de
distinta naturaleza, sea urinarias, vías aéreas, para atención odontológica…”

Dentro del laboratorio trabajan Murrie y seis personas más que “han sido
estudiantes de distintas carreras universitarias pero ya están trabajando acá
hace muchos años y están preparados, capacitados en lo que son las buenas
prácticas de manufactura y control”.

Cómo se hacen los medicamentos
En otro tramo de la charla con EcoDias, Murrie mostró satisfacción del
acuerdo alcanzado con la UNS: “Logramos un convenio de colaboración y el año
pasado se iniciaron los trabajos para realizar un par de proyectos, pensando el
equipo nuevo con el que íbamos a trabajar, poder mejorar distintas
características de los procesos como el mezclado y la caracterización de los
polvos que utilizamos. Y después otro proyecto en el que intentamos ampliar el
espectro de la amoxicilina asociándolo a un inhibidor de las betalactamasas
porque las resistencias se producen por la producción de betalactamasas por
parte de los microorganismos. Entonces eso destruye al antibiótico antes de que
le pueda afectar. Se dio la posibilidad de desarrollar un producto como para
poder saltear esa resistencia y en eso se está trabajando”.
Uno de esos proyectos vio culminada su primera etapa y el otro está en pleno
inicio: “Está muy bueno porque los proyectos están dirigidos por profesionales
que pertenecen al PLAPIQUI, que son docentes en la Universidad Nacional del Sur
pero coordinando a los alumnos, dirigiendo a los alumnos para que sea para
ellos una extensión digamos en lo que es la aplicación social de lo que
estudian”.
En ese sentido, destacó el trabajo en conjunto de la universidad pública y del
laboratorio que también lo es: “O sea es una interacción público – público. La
transferencia de lo que es la ciencia, la tecnología a lo que es la producción
en este caso la nuestra. Trabajamos en eso como para lograr poder mejorar desde
nuestro lado todo lo que son los procesos para lograr un medicamento que sea el
mejor”.
Desde la visión del ciudadano de a pie, que también es la nuestra en esta
materia, le preguntamos a Murrie cómo se hace un medicamento, si es fácil
desarrollarlo y cuánto tiempo lleva: “No es que sea difícil pero tiene varios
pasos, muchos controles, la materia prima se compra por licitación. Se exigen
controles de origen, no se puede recibir una materia prima que no venga bien
identificada con sus controles de origen. Y después se les hacen controles otra
vez que son en los que nosotros nos basamos para poder elaborar el producto y a
lo largo de cada uno de los pasos de producción se van haciendo controles que
llamamos de procesos; controles químicos y también al final se hace control de
producto terminado donde se incluye juntamente con los controles químicos un
control higiénico”.
Para que el producto quede liberado y pueda entregarse, debe aprobar el control
químico y el higiénico.
Para llegar a todo eso es primordial trabajar con mucha conciencia y respeto de
las normas de las buenas prácticas de manufactura y control: “Es costoso
empezar en el sentido de que vos para poder elaborar la orden de producción y
comenzar el proceso, tenés que tener todos los insumos y los protocolos de
control de calidad, todo dispuesto para comenzar.
Una vez que se elabora la orden de producción lo que se hace es pesar cada uno
de los componentes de la mezcla que va a ir en el frasquito final. Después se
mezcla, tenemos una mezcladora doble cono capacidad de 200 kilos, se mezclan
todos los componentes para elaborar el lote de por ejemplo Amoxicilina 500. Una
vez que se mezcló se toman muestras de control de producto intermedio y una vez
que ese resultado está, podemos envasarlo”.
Cada lote cuenta con una cantidad de frascos que van desde los 4500 a los 4800.
Cuando el lote se envasa, también se toman muestras para los controles de
producto terminado, es decir los ya mencionados controles químicos e
higiénicos: “Una vez que esos resultados están listos, es el resultado que por ahí
más tiempo lleva que es una semana, queda el producto liberado. Y todo eso nos
llevó tres semanas más o menos”.
El trabajo del laboratorio se encuentra en proceso de cambio ya que, como se
dijo, se estima la posibilidad de aumentar la producción. Igualmente para tener
una idea, lo descripto es una muestra clara de cómo se llevan a cabo los
procesos. Hasta ahora lo que se hacia era planificar una producción mensual: “Planificábamos
unos veinte, veinticinco mil frascos mensuales entonces pesábamos cuatro lotes,
mezclábamos cuatro lotes uno por uno y a todos se les toman las muestras y el
resto del proceso es el envasado entonces al fin del mes teníamos los veinte
mil frascos. Una vez que están los resultados, ya quedan listos para
distribuir. Viene el camión del Ministerio, se lleva el producto terminado y a
requerimiento de los distintos hospitales es entregado”.
Todo esto que deriva en algo tan importante como es la producción pública de algo
tan necesario y vital como son los medicamentos, se hace en Bahía Blanca, en el
Hospital Penna, a un rato del centro de la ciudad. Datos simples que quizás
sirvan para tomar conciencia de la dimensión de la importancia que esto tiene:
“Hay una universidad donde se estudia la carrera de Farmacia, donde hay otro
montón de carreras que pueden ser afines y con las que se puede trabajar y se
puede lograr muchísimo. Por eso mi trabajo siempre fue pensando también en
colaboración con la universidad”.

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2015-05-26 00:00:00
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