Se cerró el mes
dedicado a la lactancia materna con un encuentro-taller De Nanas y Tetadas,
oportunidad en que los pequeños se dejaron fotografiar en brazos de madres,
madrinas, tías y abuelas.
Algunos lloraron, otros impacientes balbucearon y hasta cantos y risas se
hicieron eco en el Teatro Municipal, con los relatos de Mirta Colángelo y las
canciones en la voz de Adriana Miconi.
Las
actividades desarrolladas en las unidades sanitarias contaron con la
organización de la Secretaría de Salud y se desplegaron a lo largo de todo el
mes de agosto. “Todos somos promotores de salud, seguimos promoviendo el hábito
de la lactancia como el más saludable”, según Silvina López. Mientras que el
titular del Instituto Cultural destacó que “dar la teta es un montón de cosas;
es hablar, pronunciar palabras, dar historias. Y la historia también pasa por
la caricia, el gesto, la leche, la palabra”.
¡Mece, mece, tetita no merece, yo ya me mecí, tetita merecí!, empezaron a
cantar en el escenario y las mamás se sumaron, primero tímidamente, luego con
confianza y hasta algunos bebés se durmieron al son.
Adhesión
Charlas, talleres y encuentros, coordinados por los Equipos de Salud y
referentes de grupos de apoyo a la Lactancia Materna se presentaron en las
unidades sanitarias barriales y centros de salud. Dichos encuentros se
convirtieron en espacios de información, reflexión, aprendizaje e intercambio
de experiencias con el objetivo de incrementar la práctica de alimentación
natural.
“Todos en la casa queremos al bebé, también queremos que se duerma”, aseguró
Miconi. Mediante arrullos, cantos de arrorró, rurrupatas y canciones de cuna se
les puede dar el sueño y también, crear lazos de afecto y confianza. De la
misma forma, mediante la lactancia por pecho, “es el único alimento que
satisface todas las necesidades nutricionales y emocionales del bebé hasta los
cuatro o seis meses de edad”, según UNICEF. “Es el alimento perfecto porque
proporciona todos los nutrientes que el niño necesita y en las proporciones
exactas. Como se produce exclusivamente para el bebé humano, se digiere con
gran facilidad y está perfectamente regulada de acuerdo con las necesidades
nutricionales del pequeño”.
“Los chicos amamantados tienen un sistema inmunológico más fuerte y son más
sanos que los alimentados con otros sistemas. La leche materna protege al
recién nacido frente a numerosas infecciones, sobre todo gastrointestinales. Su
fórmula no es reproducible en lo que se refiere a las hormonas, anticuerpos,
enzimas y células que la madre transmite a su hijo cuando lo amamanta. Algunas
de estas sustancias actúan impidiendo que bacterias y virus dañen la pared
intestinal del bebé. La leche materna presenta, además, un pH más ácido que, al
parecer, reduce el riesgo de desarrollo de gérmenes patógenos en la flora
intestinal; esto explica la menor incidencia de diarreas en pequeños que toman
el pecho”.
Alimentos
Si todos los niños y niñas fueran alimentados exclusivamente con lactancia
desde el nacimiento, sería posible salvar cada año aproximadamente un millón y
medio de vidas, con sus condiciones actuales, debido a que la leche materna es
el alimento perfecto para el niño durante los primeros seis meses de vida en
forma exclusiva y hasta los dos años en forma complementaria. Lactancia materna
es sinónimo de crecimiento, inteligencia y vínculo afectivo, garantías de un
desarrollo saludable del niño.
Así como el pecho materno es el más acertado alimento, las nanas y canciones
acompañan esta etapa de la vida, “que no dura tanto como pensamos” según
Miconi. “Las nanas son el primer contacto con la palabra poética que tiene los
niños. Esto es lo que les otorga la condición de ser necesarias para iniciar el
camino de la sensibilización y el disfrute que la poesía hace posible en
nuestras vidas. Toda canción de cuna es muy simple, con pocas y sencillas
palabras, onomatopeyas y hasta con términos inventados”, suma Colángelo.
Para el pequeñito, que aún no entiende la lengua, no es importante el
significado de las palabras, sino el sonido y la entonación con las que se
pronuncian y la actitud amorosa de la madre que se las ofrece. La velocidad y
el volumen de la voz decrecen y esto favorece y acompaña el paso de la vigilia
a la primera fase de sueño produciendo placer y acompañamiento.
Y la canción pide la intervención de los otros actores familiares, “este niño
chiquito no tiene cuna, su padre es carpintero que le haga una” o el reclamo de
silencio cuando se pide a “pajarito que cantas en la laguna no despiertes al
niño que está en la cuna”. Sin olvidar, los clásicos de “duérmete niño,
duérmete ya” o “pajarito chino, de color añil, canta que el niño no puede
dormir”.
“La nana requiere un espectador que se entretenga con la anécdota. El niño al
que se le canta ya habla, empieza a andar y a veces canta él también. Hay una
relación delicadísima entre el niño y la madre en el momento delicioso del
canto. El niño permanece atento para protestar el texto o avivar el ritmo
demasiado monótono. La madre adopta actitud de ángulo sobre el agua al sentirse
espiada por el agudo crítico de su voz”, dice Federico García Lorca. Sin
embargo, en la sala, el espectáculo fueron las madres y los bebés, junto a
hermanos y parientes que mecieron y cantaron durante una tarde de sábado.
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