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Las trabas para la reinserción
Categoría: Salud

Legislaciones viejas, derechos coartados y demás obstáculos que se interponen en el camino de aquellas personas con patologías mentales que intentan tener una vida otra vez.

En ediciones anteriores presentábamos el Hospital de Día que funciona en las viejas instalaciones del Penna y que, a través de sus talleres artísticos y artesanales más el trabajo de los profesionales, brinda al paciente de Salud Mental una contención y una ayuda en la evolución de su tratamiento.
Los resultados, decía el psicologo Horacio Wild (Mat. Prov. 258), son sumamente sorprendentes, y sirven como prueba contra todo aquello que se interpone por vías legales y sociales en la reinserción del paciente.
Además, Wild, coordinador y supervisor terapéutico del Proyecto de Capacitación Laboral de Interés Comunitario Brazos Abiertos, hablaba de cómo en el hospital se comenzó a trabajar en pos de la desmanicomianización: “Vivimos en una sociedad que para atender a la gente la condición es la exclusión y generalmente es excluida por las propias comunidades”. El ingreso a un neuropsiquiátrico produce aún más exclusión y una difícil recepción de la sociedad cuando el paciente sale de esa entidad: “La gran mayoría de los pacientes internados están en condiciones de vivir afuera con determinados requisitos pero no sucede. Hay algo que se llama daño institucional que es el daño que produce a una persona estar institucionalizada durante años. Nos dábamos cuenta que mucho de lo que creíamos que era producto de la enfermedad, era producto de la institucionalización”. El problema es cuando algunas de estas cosas están avaladas legalmente.

Fuera de la ley
Un paciente con patologías mentales recibe un juicio de lo que legalmente se llama insanía, y que familiarmente conocemos como locura. El paciente al que se le declara insanía pierde todos sus derechos ciudadanos, no puede votar, casarse, puede trabajar pero el sueldo lo tiene que cobrar otra persona, así que carece de ese derecho más otros que también le son coartados: “Con el juicio de insanía viene la internación, los bienes los pasan a manejar los familiares -a veces bien y a veces el paciente se queda sin bienes-, la jubilación también la cobra otro, pierde todos los derechos civiles de la constitución”. En pocas palabras, la insanía te deja fuera del sistema.
Ahora bien, si está demostrado que puede haber buenas evoluciones en los pacientes y pueden vivir en sociedad, ¿por qué ocurre esto? Para saberlo hay que remontarse a 1928 cuando se hace la declaración de insanía: “Las legislaciones son muy viejas, en ese tiempo no se sabía de qué se trataba, no existían los fármacos. Hoy existen fármacos muy importantes y el psicoanálisis que ha avanzado muchísimo en el tratamiento de la psicosis, por ejemplo. Si uno empieza a indagar qué hay sobre salud mental en derechos humanos, se encuentra que no hay nada; es un área descuidada cuando tiene que ver con derechos humanos el tema de si una persona está internada o no”.

Todo está al revés
Y hay ejemplos que avalan este título. Por citar uno: en otros países, para internar a una persona se debe demostrar fehacientemente que ese paciente debe estar internado; en cambio, en Argentina se debe demostrar por qué tiene que salir y dejar la internación, “como que estás condenado por padecimiento a tiempo indeterminado”.
Wild también refiere que la mayoría de los pacientes tienen alta médica pero no el alta judicial. La razón es que por lo común los pacientes sin familia no tienen adónde ir, entonces no reciben alta del juez. Es decir, fue internado por ser paciente de salud mental, recibe el alta médica pero no el alta judicial, y vuelve a ser internado… por ser paciente de salud mental: “El juez no lo deja salir porque no tiene adónde ir pero eso no es un problema del sistema de salud sino del sistema social. Hay un agujero entre salud y lo social, si el paciente necesita vivienda no es el hospital quien debe dársela sino el Estado. Pero pareciera que en el paciente de salud mental es todo mental, no tiene otra posibilidad que ser paciente mental”. Si el Estado no le brinda el lugar que el paciente necesita para evolucionar en sociedad, el resultado es la internación, y por eso el paciente con familia evoluciona de otra manera.

Sin trabajo
En una localidad italiana existen cooperativas de pacientes de salud mental con legislaciones que tienen en cuenta las posibilidades de descompensación e internación sin que pierdan el trabajo: se los protege. Y aquí, “nuestros pacientes no pueden ingresar al mercado laboral cuando están descompensados, entonces se ven impulsados al mercado de trabajo en negro o a ser vendedores, que si encima ahora le piden que se compren un baño químico para poder vender chorizos… cualquier referencia a cosas que suceden es pura coincidencia, ¡es imposible! Son expulsados porque no pueden ir a buscar trabajo porque con la declaración de insanía no pueden cobrar y la gente por discriminación los expulsa”. A eso sumemos que con 200 o 300 pesos de subsidio se hace complicado sobrevivir y salir adelante: “Hay gente que tiene problemas de salud mental y trabaja en muchos lugares de la ciudad y están bárbaros, pero otras personas no y se les suma el tema de la pobreza, no tienen el mismo recurso y con enfermedades un poco más complicadas quedan relegadas”.
Es un dilema a resolver y planteárselo como sociedad: entender cuál es la verdadera realidad de aquel que está internado, comprender que incluso a veces queda internado porque no se brindan otras opciones.

Un dato interesante
Vale aclarar que existen patologías invalidantes que requieren de tratamiento especial, algunas de por vida. Pero estas patologías son las menos frecuentes. Wild brinda información quizás necesaria como para empezar a derribar ese miedo que produce la locura en la sociedad y otros prejuicios: “Hay estudios en los cuales se demuestra que hay menos incidentes criminales en lugares de 2000 personas internadas que en el pueblo con menos incidentes criminales de todo el país. La TV ayuda a formarse una idea del paciente mental como peligroso, puede ser que en el momento en que se descompensa pueda llegar a cometer un acto raro o agresión pero eso no es siempre. Hoy existen los medios científicos para atenderlo como la medicación o un tratamiento psicológico”:
En los pueblos la figura del paciente mental es la figura del llamado croto el cual generalmente no tiene atención médica y se lo ve como irrecuperable. Estos siempre suelen ser aceptados en los sectores más humildes: “Fui maestro rural y el croto vive bajo el puente y la gente le acerca la comida, hay un lazo, una relación. En la ciudad, especialmente en los sectores con determinado acceso a la cultura, es donde empieza la discriminación. Las comunidades humildes generalmente tienen mayor tolerancia y aceptación de las personas distintas”.

Vivir el mundo
Consultado sobre si los pacientes tienen una cura definitiva, Wild sostuvo: “Si yo acepto que hay distintas formas de vivir en el mundo -una es la neurosis, otra es la perversión y otra es la psicosis-, diría que hay distintas estructuras, al menos eso piensa el psicoanálisis y cada una tiene sus modos de arreglársela con esto de ser humano, y algunas veces es terrible para alguien. Los pacientes más graves que atendí no han sido psicóticos. Tal vez hay neuróticos que están muy mal, no tienen forma de salir y tal vez el psicótico tiene una posibilidad de invención que no tiene el neurótico, y el cuadro inicial es terrible. Pero después se compensan, andan bien y pueden estar en sociedad. No discriminamos por estructura sino que el sujeto en su estructura puede llegar a ser más o menos feliz siempre y cuando esta felicidad no moleste al resto”.

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2008-08-31 00:00:00
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