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La pandemia inflada
Categoría: Salud

La epidemia silenciosa, la enfermedad que más padecerán los humanos, cifras que van en aumento… todos conceptos y datos que se difunde sobre la problemática de la depresión.
Sin embargo, hay profesionales que hablan de una confusión de concepciones cuando se habla de esta enfermedad. Cuando nos referimos a la depresión, señalan, hay que saber diferenciar gordura de hinchazón.

“En 20 años, la depresión se convertirá en la enfermedad que más padecerán los seres humanos, superando al cáncer y los trastornos cardiovasculares, afirma la Organización Mundial de la Salud (OMS)”. Así titulan varios diarios nacionales, internacionales y muchos sitios de Internet. Y si bien la OMS puede y debe tener sus argumentos para tales afirmaciones, ya sea falta de inversión en salud mental o la situación de los países pobres, a veces los medios de comunicación largan este tipo de noticias sin ningún tipo de filtro. Es decir, a grandes letras suelen leerse titulares de este estilo sin aclaraciones o explicaciones de ningún tipo, y el lector desprevenido puede entrar en confusiones. Esto es, relacionar problemas personales, tristezas, conflictos, pérdidas, etc., con un estado de depresión que en determinados casos no es tal. A veces, se suele decir, no es para tanto…
“No hay que confundir gordura con hinchazón -explica a EcoDias el psicólogo Horacio Wild (Mat. Prov. 258). La tristeza es un estado natural en el ser humano porque nos pasan cosas, porque en el amor a veces no va tan bien, porque en el trabajo puede que las cosas no anden bien… pasan cosas. Como en la película ‘Click’: allí se ve como un sujeto, en base a un ideal de felicidad, intenta borrar todo aquello que le provoque dolor o malestar y termina borrando la vida. Entonces, no confundir gordura con hinchazón quiere decir que hay que recuperar la noción de depresión en tanto psicopatología, en tanto enfermedad y distinguirla de los estadios de tristeza y malestar comunes de la vida del hombre en general”.
La pregunta es: ¿Desde dónde se instala actualmente ese ideal de felicidad? Pareciera que la televisión y los medios de comunicación masiva representan, de alguna manera, ese ideal en el cual los ciudadanos tendrían la posibilidad de pasar sus vacaciones en determinado lugar o consumir este o aquel objeto. De manera adicional, se instalan paradigmas sociales, supuestos ejemplos a seguir, que por lo común resultan inalcanzables: “Todo eso en su conjunto va generando determinado modelo social más la propaganda donde ‘nada es imposible’, donde todo se puede hacer, el ‘tú puedes’, encima el acompañamiento bibliográfico que en cualquier librería se encuentra donde te dicen que el show puede todo, cómo hacer los mejores negocios, cómo ganar amigos. Todas cuestiones en donde el sujeto se ubica en déficit. Y si el sujeto se ubica en déficit y, además, como que esta falta es porque algo le falla a él, el sujeto está en condiciones como para decir ‘no estoy bien’. Y si este ‘no estoy bien’ del sujeto implica que para estar bien existe la posibilidad de que, gracias a la industria, se puede lograr tomando algún tipo de fármaco, la cosa se complica”.

La solución rápida
Volvamos al comienzo, y a fuerza de ser reiterativos: no confundir gordura con hinchazón. Existen estados depresivos, hay gente que los padece. Se trata de personas que pueden comenzar a perder el sentido de las cosas y de la vida misma. En ocasiones, si consultan a un especialista, para esos casos se hace necesaria la intervención de los denominados fármacos. Pero en otros casos, señala Wild, el fármaco no es para la hinchazón: “No es lógico que alguien a quien lo dejó la novia y está un poco triste, hable de que está depresivo. Puede estar un poco tristón pero eso no implica que se tenga que instalar un tratamiento farmacológico que dure uno o dos años. El fármaco a veces ahorra un poquito el tiempo porque es una cuestión química. Entonces, capaz que en vez de dos meses está mejor en un mes. Ahora, si la persona se encuentra mejor solamente haciendo tratamiento y sin la necesidad de consumo del fármaco, ¡fantástico! Si una persona toma un fármaco y está mejor, ¿cómo sabemos que no hubiera estado mejor si hacía terapia? ¿Cómo sabemos si ese fármaco no fue quizás innecesario?”.
La tristeza cotidiana, o los estados de tristeza que podemos sufrir más de una vez al año -y no sólo no está mal que pase, sino que es absolutamente normal-, no necesita ni debiera medicarse: “El fármaco tiene determinados criterios, por eso lo tiene que dar alguien que tiene que ser especialista. Se debe evaluar e, insisto, se debe recuperar el concepto de psicopatología”.

El colmo del consumo
Los estados depresivos pueden tener, según el caso, un largo tiempo de recuperación. Siempre hay que pensar el tipo de problema, cómo se va desarrollando y cómo va funcionando, o no, el tratamiento que se lleva a cabo. También existen otras cuestiones, de la vida diaria misma, que ayudan a recuperar el bienestar del paciente: “Uno ve que alguien que viene en un estado muy malo poco a poco empieza a recuperar determinados espacios. Empieza a recuperarse en su trabajo, en las relaciones con los amigos, porque la persona que se deprime por fallecimientos, pérdidas de trabajo, como sucedió en la crisis del 2001 con la pérdida brutal del trabajo y la imposibilidad de conseguir un nuevo empleo, genera un síndrome depresivo. Pero ¿cuál es el tema? ¿Es medicalizar el estado anímico para siempre, medicalizar la pobreza?”.
Hay situaciones que merecen medicalización y otras que, tal vez, necesitan terapia. Pero, a su vez, hay una cuestión social de que si no hay trabajo hay que generar situaciones para que eso se logre: “Es como quien viene a terapia y es cierto que puede estar mejor haciendo análisis respecto a su posición, a su tristeza o a su depresión pero también es cierto que si consigue un trabajo, mucho mejor. Insisto, es una cuestión normal, natural. Pensemos nuevamente en ‘Click’, no podemos apagar todo, prender y apagar. Tampoco la sociedad puede ofrecer una pastilla para estar bien, una pastilla para dormir, para encendernos, para apagarnos. Falta la de soñar. Es el colmo del consumo”.
Las noticias hablan de grandes aumentos en casos de depresión. Sin embargo, Wild no adhiere a esas informaciones: “Muchas veces se confunde depresión con ansiedad, con angustia y no es lo mismo. La gente, tal vez, hoy está más angustiada por ciertas cosas, no está tan feliz. Quizás hoy la gente, en función de ese ideal de felicidad, quiera ser feliz, feliz de acuerdo a ese ideal. Y en realidad no soporte que el ideal es un punto ficticio, inalcanzable, nos orienta pero no llegamos. Yo no he visto un crecimiento de casos en estos últimos 15 años, por lo menos”.

Política de la felicidad
Los medios son una vidriera de cosas, objetos y determinados ideales materialistas a los cuales se debe llegar. Y si la persona no llega a ese ideal, también ofrece otros medios para estar mejor: “Una cuestión de cómo la felicidad se mete en la política es cómo la industria se mete en la política, y esto tiene que ver con todos aquellos medios del capitalismo que se ofrecen para recuperar una supuesta felicidad que se podría tener. Y ahí está la gordura y la hinchazón. El mercado -Argentina es uno de los países que más psicofármacos consume-, para alguien que no está tan feliz, ofrece distintas recetas.”.
El fármaco no puede determinar lo que es depresión, esto depende de otros indicadores: “Si alguien se resiste a determinada terapéutica y el fármaco no le hace bien, es una depresión resistente. Y quizás no se trata de que el sujeto tome un fármaco y haga una terapia cortita. Tal vez, el sujeto necesite un fármaco y a la vez una terapéutica de mayor tiempo. No puede definir si alguien es resistente o no la cantidad de sesiones que necesitó, es una falacia. Hay personas que les llevará mayor tiempo, otras que menos”.
Pero no por todo esto podemos hablar de pandemia. Ahora bien, ¿por qué a nivel mundial se habla de pandemia?: “Hay un manual que se llama DCM que es sobre los diagnósticos y advertía que para la próxima edición se iban a cambiar los criterios para definir lo que era depresión. Por poner un ejemplo cualquiera: si antes yo tenía que estar seis meses en cama con la ventana cerrada para que se considere depresión y ahora son tres, evidentemente entra mucha más gente en lo que es depresión. Si antes se consideraba que la persona debía estar bastante tiempo mal y ahora se considera que dos o tres veces al año estuviera triste, evidentemente entraría mucha más gente. Entonces, el tema es estar atento a si lo que puede estar pasando no es un cambio en los modos de determinar qué se entiende por depresión. Eso me parece sumamente importante”.
Se simplificó el concepto de depresión, opina Wild, pero lo importante es no confundirse y no entrar en un estado de paranoia de creer que por estar triste tres o cuatro veces al año se está en un grave estado de depresión: “Lo que me parece ético es que si es hinchazón está bueno que la gente lo sepa. Si ante un duelo se está triste, está bueno que la gente sepa que el duelo es parte de un proceso. Y que si se complica mucho, hay posibilidades terapéuticas. Uno tiene que ver bien qué define como depresión. Hay gente que es gruñona y uno no dice que necesita un médico por eso. Son formas de estar en el mundo. Ahora, si el que está triste tiene un padecimiento terrible por su tristeza y está muy mal, habrá que verlo. Lo determinará un especialista en Psiquiatría o quien lo vea”.

Indicadores
El autorreproche de la persona suele ser uno de los que podríamos considerar síntomas de la depresión. También es interesante tener en cuenta los cambios en la persona. Por ejemplo, cuando alguien era de determinada manera y comienza a ser de otra: “Los indicadores también son un fuerte malestar hacia uno mismo, la sensación de que uno se mira al espejo y se ve mal. Una sensación de frustración de todas las cuestiones de la vida, un dolor de existir, de vivir, como que todo se agiganta, como que a las cosas más comunes a las que uno no les prestaba atención, ahora si se la presta y las vive con determinados padecimientos. Una sensación de pérdida de energía, no hay nada que motive. Una pérdida tan profunda que hace que el sujeto no pueda con su cuerpo y por eso busca la oscuridad, se queda acostado, no sabe para qué vivir, para qué ir a trabajar, para qué estar con la novia, para qué…”.
El problema se agrava aún más cuando no se logra o no se tiene muy en claro el porqué del conflicto. La consulta al especialista facilita esa tarea: “En las entrevistas uno va viendo que el sujeto puede ubicar desde dónde la situación se empieza a complicar. Cuando uno puede ubicar, las terapias pueden ser muy efectivas. A veces surge de forma muy intempestiva y ahí es donde se encuentra un problema mayor porque generalmente son las depresiones de las psicopatologías. No necesariamente la persona puede ubicar el origen del problema, no tiene por qué saber hacerlo, pero en las entrevistas es donde se ubica, eso ya es curativo”.

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2009-12-19 00:00:00
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